Martín Cardetti sigue la pandemia de coronavirus por televisión: fijó residencia en San Luis. “Estoy en el medio del campo, no tengo ni vecinos, pero no salimos de casa”, advierte. En noviembre de 2019 culminó su último trabajo como director técnico, en el Mushuc Runa de la Primera División de Ecuador. Sí, el Chapulín, aquel delantero centro que escapaba al prototipo del N° 9 tanque (mide 170 centímetros) y brilló en Rosario Central, River, Racing y el PSG, entre otros clubes, hoy aguarda una nueva oportunidad como entrenador, que hasta el momento cimentó su carrera en el exterior.
El ex atacante, de 44 años, busca su propio perfil como orientador: ya ofreció algunas grageas de su impronta en Costa Rica (ascendió a la élite de aquel país con San Carlos y luego lo llevó hasta semifinales) y en la altura de Ecuador. “Me gusta el fútbol de ataque, la tenencia balón, la presión alta, pero a veces agarrás jugadores que no están para hacer eso y se complica la idea. Por ejemplo, me gusta jugar con enganche, pero no todos los planteles lo tienen. El fútbol cambió mucho en cuanto a dinámica, los mediocampistas tienen que correr y meter, y los enganches quedan olvidados”, ofrenda la radiografía de su ideario.
-¿Con qué técnicos te identificás?
De todos vas sacando algo, pero tratás de definirte como entrenador a partir de tu gusto, de tu forma de juego. Fui aprendiendo un poco de todos, lo bueno y lo malo. En cuanto al manejo de grupo, por ejemplo, Luis Miguel Fernández (en Europa) fue uno de los que más me marcó. También el Tolo (Gallego), por cómo se manejó conmigo, la sinceridad, el ir siempre de frente, aunque a veces había cosas que no me gustaban, pero me las decía igual. Siempre se lo agradecí, me marcó muchísimo. Después, en cuanto a los trabajos, la pelota parada, tenés que ir actualizándote, porque cambió muchísimo desde que me retiré. Alguna jugada puede ser que uses de las antiguas.
-¿Con qué fútbol te encontraste en Costa Rica?
-Con un fútbol muy bueno, con buen trato de pelota y mucha dinámica. Hay varias canchas de césped sintético. Y, en algún sentido, se parece a la Liga de España, porque los cuatro grandes hacen mucha diferencia. Nosotros ascendimos con San Carlos y después, ya en Primera, llegamos a semifinales. Tenés muchos juveniles que andan muy bien. Nosotros trabajamos con Alan Cruz, que hoy está en Estados Unidos y en la selección mayor. Son chicos que tienen mucha técnica, tanto entrenamiento en sintético los favorece.
-¿Y cómo te adaptaste a la vida en el país?
-Es diferente, no tienen ejército y vive mucho del turismo. Al extranjero lo tratan muy bien, se vive muy bien.
-¿Y cómo fue la experiencia en Ecuador?
-Mushuc Runa es un equipo chico, estaba la necesidad de salvarlo del descenso, fue lo que fuimos a buscar. También es una liga en la que hay mucha diferencia en lo económico entre los equipos. Me costó la altura; en Ambato, la ciudad, hay 2.800 kilómetros. En donde jugábamos, 3.250. Te cuesta adaptarse en los entrenamientos, en la vida cotidiana. Lo sentís bastante, si tenés unos kilos de más, más aún, ja.
-¿Y cuánto demoraste?
-Tardás un mes y medio, dos meses. Los primeros días son muy duros. No tomaba nada para uqe me ayudara; trataba de comer menos por la digestión.
El Chapulín aguarda por un nuevo desafío. Tiene presto su cuerpo técnico: Diego Stefanetti, su ayudante de campo, supo trabajar bajo la órbita de Jorge Griffa. Y tiene apalabrado a un preparador físico brasileño; Norton Cassol. “Lo conocí en Costa Rica, trabajó en un grande ahí, salió como 6 veces campeón. Tuvimos charlas de ir a ver entrenamientos, de seguir capacitándome”, contó cómo lo reclutó.
-¿Cuando dejaste el fútbol sabías que ibas a ser entrenador?
-Me retiré del fútbol y cambié el chip. Hice rápido el duelo futbolístico, que es muy duro. Cuesta muchísimo. No estamos preparados para dejar el fútbol. Te largan con 32, 33, 35, 36 años a la vida, a hacer algo que nunca hiciste. Es complicado no tener más la vida que hiciste tanto tiempo. Yo tampoco tenía muy claro mi futuro; estuve 6 meses sin hacer nada. para despejarme. Después empecé a ver, trabajé como manager, me fui capacitando, lo seguí a (Jorge) Almirón, fui a ver entrenamientos, tuve charlas con (Leonardo) Astrada, con el Tolo... Me fueron ayudando.
-¿Cuál fue el mejor momento de tu carrera?
El 2001, en River, fue mi mejor año (hizo 17 goles y fue el goleador del torneo Apertura). Y se dio contra muchas cosas que pasaron. Venía de año y medio muy difícil, de no arreglar contrato, jugaba por el 20%. Y en el medio estaban las peleas con Ramón (Díaz). A pesar de todas las contras que tuve, las cosas salieron bien -en el Millonario ganó cuatro títulos en dos temporadas-.
-¿A pesar de las diferencias, de Ramón aprendiste algo?
-Todo lo que no hay que hacer como técnico lo aprendí de Ramón. Con otros jugadores tenía un trato espectacular, pero no se debe tratar a un jugador como me trataba a mí. Por ahí no era del gusto futbolístico, eso es comprensible, pero nunca entendí el tema del trato, el no saludar, el tratarte de manera distinta. Nunca lo entendí y son las cosas que hoy como entrenador trato de no hacer. Porque no hablarle a un jugador que no juega... Al contrario, hay que tratar a todos por igual, eso es lo que trato de hacer hoy cuando me toca trabajar.
-En River fuiste compañero de Marcelo Gallardo, ¿imaginaste que iba a ser un técnico del nivel que alcanzó en River?
-Ni a Gallardo, ni a Chacho (Coudet), ni a mí mismo; a nadie veía como técnico. Éramos jóvenes, no pensábamos en ser entrenadores, estábamos en pleno apogeo futbolístico, veníamos de títulos, de ganar. En cambio, cuando estuve en Racing, con el Cholo (Simeone), ya sabía que él iba a ser técnico. En la concentración te explicaba las jugadas con los vasos y las copas. Veías que iba a ser entrenador. Por los conceptos que tenía; la idea. Era muy bueno. Pero tanto Marcelo como el Chacho todavía eran jóvenes. Eso sí, como jugadores fueron figuras en todos los equipos que estuvieron. Veías la facilidad que tenían para jugar, y si lograban trasladarla al pizarrón como técnicos...
-¿Cuál es la principal virtud de Gallardo como entrenador?
-Lo que veo de Marcelo... Estar en un club como River, y ganar, y ganar, todo el tiempo, es espectacular. Le venden, cambia el esquema. Se van seis, viene uno, y sigue ganando y sigue haciendo todo muy bien en River. No es fácil. Con Ramón Díaz, en mi época, se iban dos, pero venían 8 y todos figuras y los mejores del fútbol argentino en ese momento. Marcelo se ha arreglado con mucho ingenio y personalidad.
-¿Estás conforme con la carrera que construiste como futbolista?
-El fútbol me dio más de lo que pensé. Siempre dije que iba a jugar en Primera y lo logré, era lo que quería de chiquito. Lo que vino después... No sé si estaba al nivel de otros jugadores, pero en base a trabajo y cabeza dura, me fui ganando cosas que me fueron gratificando y por ahí no esperaba. Fui el goleador de River, eso me gratifica mucho, pero de chico no lo pensaba.
-Entre otras cosas, llegaste a Europa. Y jugaste en el PSG con Ronaldinho, que ahora la está pasando mal en Paraguay, más allá de que le dieron el arresto domiciliario
-Es un superdotado del fútbol, entrenando era un crack, jugando igual; y como persona, muy buena gente. Esas cosas son las que uno valora en cuanto a haber compartido vestuario con ese tipo de personas. A pesar de ser ídolo en todos lados, era muy sencillo. Hemos salido a cenar o a bailar, tenía muy buena relación, pero no llegó a ser una amistad.
-¿Los sorprendía en las prácticas? ¿Ninguno se enojaba cuando hacía una de más? Porque en el plantel tenían gente con mucha personalidad, como Gabriel Heinze o Mauricio Pochettino
-Cuando le daban la pelota, impresionaba cada cosa que podía hacer, y más en una práctica. Cuando tenés jugadores que te hacen ganar los partidos, los cuidás en los entrenamientos. Vos tenías que correr y él ponía la pelota donde quería. Así me hizo hacer goles.
-¿El Gringo Heinze tenía la misma personalidad tan particular que mostró como técnico?
-A Heinze todos le dicen loco, pero de loco no tiene nada. Es muy sabio, inteligente, centrado. Le gusta la seriedad y el trabajo estricto. Es fundamental para su vida. En ese plantel, el único que tenía algunas licencias era Ronaldinho; el resto éramos todos disciplinados, porque todos teníamos nivel alto y la competencia era muy grande.
-¿Por qué todavía no dirigiste en el fútbol argentino?
-Entrar en el fútbol argentino es complicado, por muchas cosas que pasan. Me tocó trabajar en Costa Rica y Ecuador y, como quiero hacer mi carrera, fui a todos lados y me gustaron las experiencias que tuve.
-¿Hay algún club con el que te sentís más identificado y te gustaría dirigir?
-Me identifico con Rosario Central. Ahí hice las inferiores, fui campeón en el 95 (Copa Conmebol); no es fácil salir campeón con Central. Es el club que me formó y me hizo ser jugador de fútbol. Mi sueño es dirigir a Central en algún momento.
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