Entrevista con Martín Palermo: “Sabía que tenía pocas chances de dirigir a Boca con este recambio dirigencial”

El Titán habló de todo con Infobae: la madurez que alcanzó como entrenador en el exterior, cómo ve al Xeneize de Miguel Ángel Russo, la superioridad de River en el último lustro, y como el COVID-19 impacta en el mundo de la pelota. “El coronavirus sirve en el fútbol para que nos humanicemos un poco más y veamos la realidad”, aseguró

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Martín Palermo, en su última
Martín Palermo, en su última incursión como entrenador en el Pachuca, que finalizó a fines de 2019 (Crédito: @elxqdemilocura)

Nunca el gol logró ponerlo en cuarentena. Siempre gritó y siguió gritando. Ocurre exactamente al revés con el coronavirus y esta pandemia que pone en jaque al planeta. Como corresponde, todas las precauciones toma Martín Palermo. “Tengo muchísimo cuidado. Me lavo las manos cada dos minutos, siempre tengo el alcohol en gel cerca. Y si salgo, al volver lavo la ropa y desinfecto las zapatillas. Igual casi no me moví de acá. Lo principal es el aislamiento. Apenas salí dos veces para ir a comprar algunas cosas esenciales. Nada más. Tenemos que quedarnos en casa”, dice el Titán, coherente con ese video que viralizó en redes sociales.

Nace un mano a mano con Infobae repleto de matices. “Estoy llevándola bastante bien a la cuarentena. Voy acostumbrándome despacio a este cambio de vida”, cuenta el 9 más goleador en la historia de Boca. Y sigue: “La tecnología ayuda mucho. Nos permite estar comunicados. Acá, en casa, estoy con mi esposa y con mi nene, Gianluca, que tiene cuatro años. Gracias al teléfono puedo saber a cada rato cómo anda el resto de la familia”.

Por supuesto que Palermo habla de sus padres y de su hermano. Pero en especial apunta a su hijo mayor: “Ryduan se encuentra jugando en México, en Los Coyotes de Tlaxcala. Hace un gran esfuerzo lejos de la familia, pero es lo que le gusta y por suerte le va bien. Venía haciendo goles hasta que el fútbol se paró. Era mucho más fácil cuando yo estaba dirigiendo al Pachuca. Estábamos cerquita. Ahora hacemos muchas videollamadas y eso me da tranquilidad en este momento tan delicado. Además, por las dudas, tengo amigos en Pachuca ante cualquier emergencia”.

-¿Qué mirada tenés sobre esta realidad tan dura?

-Primero, creo que siento lo mismo que todo el mundo: este es un cambio que tenemos que hacer sí o sí y que nos llena de incertidumbre. Lo que nos toca vivir debe servir como aprendizaje para todos. Lo tomo como una enseñanza. Ahora hay que valorar otras cosas. Pero cuesta. Queda mucho tiempo para que se restablezca todo. Necesitaremos mucha paciencia. Hay que esperar. Son días para priorizar la salud.

-¿Cómo imaginás el fútbol del futuro?

-Eso es imposible decirlo hoy. Lo que sí tengo claro es que se vienen tiempos muy difíciles también para el fútbol.

-¿A qué apuntás especialmente, Martín?

-Este es un momento para ser solidarios de verdad y para que todas las partes se escuchen.

-Existe una tendencia de reducción de salarios en distintas ligas del mundo. Acá, en la Argentina, hay ruido porque desde el gremio de futbolistas piden cobrar y desconfían de los dirigentes que dicen que no pueden pagar. ¿Cuál sería el mejor camino a seguir?

-Hay que sentarse a hablar entre todos y tratar de ponerse de acuerdo. La idea es buscarle la vuelta porque acá estamos todos involucrados: jugadores, dirigentes, técnicos y en especial los empleados de los clubes.

-¿Será capaz el fútbol argentino de dejar los egoísmos a un lado?

-Espero que sí. Este dilema del coronavirus sirve para que en el fútbol nos humanicemos un poco más y veamos la realidad. Hay que analizar todas las posturas y los problemas que afectan a todos, desde la Primera División hasta las categorías del Ascenso y el fútbol del Interior. Debemos pensar en todos porque, te repito, se vienen tiempos muy difíciles.

Palermo, en su asunción como
Palermo, en su asunción como DT de la Unión Española de Chile, donde obtuvo su mejor porcentaje global de puntos como entrenador -52%- (EFE)

A los 46 años, Palermo avanza en su carrera como entrenador. A fines de 2019 cerró un ciclo en el Pachuca mexicano. Ahora espera con ansiedad desafíos nuevos.

-Dirigiste en Argentina, en Chile y México. ¿Qué te dieron cada una de esas experiencias en distintos países y en distintas ligas?

-Argentina me dio la posibilidad de empezar a dirigir, a experimentar qué era ser entrenador de fútbol, pero me costó mucho sacarme el jugador. Esa madurez me la dio Unión Española. Ahí cambié algunas cosas y me terminé de consolidar. Y en México es donde definitivamente sentí que estaba desarrollando mis ideas como técnico del modo en el que yo quería.

-¿Podés decir que al Palermo-jugador ya lo tenés controlado?

-Sí, por supuesto. Es directamente muy poco lo que me meto a participar en trabajos con los jugadores. A lo mejor lo hago en algún juego recreativo. Y punto. Ahora mantengo una distancia, pero cuidando de no alejarme. La comunicación debe ser buena. Me gusta saber cómo está el jugador más allá de lo futbolístico. Un problema que tenía era que muchas veces pensaba lo que yo hubiera hecho en una determinada situación y esperaba que el jugador de mi equipo hiciera lo mismo. Y es un error. Yo al futbolista debo darle soluciones, herramientas para que resuelva problemas y desarrolle todas sus virtudes.

-Hace cinco años que no dirigís en Argentina. Evolucionaste como entrenador. ¿Cuál es hoy el “Estilo Palermo”?

-Depende siempre del club y de los jugadores que se tienen. La idea de fondo pasa por buscar un equipo protagonista, trabajando lo máximo posible en el campo rival, con una presión alta, acosando constantemente al adversario. Lo hemos logrado en Unión Española y en Pachuca. Convertimos muchos goles. Lo que nos pasó es que en esa búsqueda constante no encontramos el equilibrio necesario y también nos hicieron muchos goles. En Chile, en el campeonato en el que salimos segundos, tuvimos ocho partidos la valla invicta. Y eso nos dio fuerzas para pelear el torneo hasta el final. A eso apunto.

Estira la respuesta Palermo. Profundiza. Es que también asegura que no todo pasa por lo ofensivo: “Me gusta además que los equipos sean fuertes defensivamente, que transmitan seguridad, para que después todo lo demás sea muy dinámico, muy intenso, con eficacia y contundencia por supuesto. Eso es lo ideal. Por eso, antes de proponer la idea, hay que ver el club al que se llega”.

-¿Por qué en el fútbol argentino no suena tanto tu nombre cuando los equipos se quedan sin técnico?

-Quizás no se valora lo hecho en Godoy Cruz y en Arsenal. En los dos equipos tuvimos pasajes buenos. Cuando llegamos a Godoy Cruz, el equipo peleaba el descenso y pudimos sacarlo de ahí abajo. En Arsenal, en el primer semestre, clasificamos para la Sudamericana, pero luego en la Copa terminó dirigiendo Caruso Lombardi. A lo mejor acá no hicimos grandes torneos, pero sí en Chile, protagonizando con Unión Española, y también en México, donde a Pachuca de arranque lo metimos en una liguilla que hacía cuatro años no jugaba. Cambié mucho como técnico en todo este tiempo. Hubo una evolución y una maduración. Tendré que esperar otra posibilidad en el fútbol argentino para demostrar que ya no soy el Palermo de Godoy Cruz ni de Arsenal.

-¿En qué cambiaste?

-Tengo una estructura mucho más fuerte para los desafíos que vengan como técnico. Cambié las cuestiones que te contaba en el manejo con los jugadores. Aprendí de los errores. Pero no sólo yo cambié. El Pato Abbondanzieri sigue, pero también hubo muchas modificaciones en la estructura del equipo de trabajo. Ahora se sumó Nicolás Chiesa, que venía trabajando en la Secretaría Técnica de Boca, donde había llegado recomendado por Nicolás Burdisso. Me junté con él, me gustó su perfil, su modo de ver el fútbol, y lo incorporé. También sumé a Mara, la psicóloga de Boca. Ella tiene una gran experiencia. Lo digo porque me ayudó muchísimo en mi época de jugador. La cabeza es clave.

-Martín, ¿te ilusionaste cuando Boca empezó a buscar técnico con esta nueva dirigencia o ya sabías que no te iban a llamar?

-No. Veía muy lejana esa posibilidad. Nunca estuve entusiasmado. Ya sabía que tenía muy pocas chances de dirigir a Boca con este recambio dirigencial. Igual, como hago siempre, dejé que las cosas sucedan. Cuando me deba tocar, llegará. Sé que en algún momento voy a ser técnico de Boca.

-¿Sentís que con Riquelme de vicepresidente vas a tener mínimas oportunidades de serlo?

-Eso dependerá de la conducción y de las necesidades que tenga Boca a futuro. Hoy por hoy, por suerte, tiene un buen presente y es el último campeón del fútbol argentino. Por el momento, yo debo pensar en otras opciones que puedan surgir.

Palermo y Riquelme, una sociedad
Palermo y Riquelme, una sociedad que fue prolífica en el césped, más allá de que fuera de la cancha la relación no era la misma

-¿Te gusta el Boca de Russo?

-Miguel le dio otra dinámica. El equipo volvió a tener confianza, a sentir seguridad. Eso le hizo lograr eficacia y resultados.

-No dijiste si te gusta cómo juega.

-Sí, me gusta. Boca es seguro y eficaz. Le convierten pocos goles y hace muchos. Supo ganar en las últimas fechas, River le dio la posibilidad perdiendo puntos y Boca no la desaprovechó.

-River venía sosteniendo una clara supremacía en los duelos Superclásicos. ¿Este título ganado por Boca puede marcar un quiebre en esa tendencia? ¿Se viene un cambio de era?

-Hay que ver lo que sucede ahora, tanto en el torneo local como en la Libertadores. Recién podremos empezar a responder esa pregunta cuando vuelva el fútbol. La superioridad de River en los últimos cuatro o cinco años estuvo a la vista. Ojalá cambie y vuelva a ser todo como en la época en que me tocó estar a mí en Boca, cuando los títulos los ganábamos nosotros.

-¿Sos de los que piensan que hay que esperar que el Boca de Russo se cruce con el River de Gallardo, porque hasta ahora no se enfrentaron?

-Para el hincha es importante ganar los clásicos, por supuesto. Y también lo que necesita Boca es volver a conseguir títulos internacionales. La última Libertadores la ganó en 2007. Es mucho tiempo para Boca sin ganar la Copa.

-¿Te llamó la atención ver a un Boca campeón sin un “9” goleador?

-Hubo otros jugadores que pudieron hacer goles. El rol que tuvo Carlitos fue importante. Soldano hizo que se preocuparan por él y no le prestaran atención a Tevez. Y Carlitos aprovechó. Fue la bandera del equipo, lo llevó adelante.

-¿Te animás a decirle al hincha de Boca que le tenga paciencia a Soldano?

-A un 9 que no hace goles siempre se lo ataca y se lo critica. Pero va a estar todo bien mientras el equipo gane, responda y el técnico crea que Soldano es importante para el sistema. Ahora, si Boca no gana, no hace goles, el primer atacado va a ser Soldano. Por el momento está todo bien. El fútbol es así.

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