La historia argentina se relaciona rápidamente con el fútbol. Por ende, el grito de gol se convierte en un gesto típico y tradicional de la cultura de nuestro país. La actual pandemia de coronavirus llevó al mundo deportivo a un raid interminable de cancelaciones y los masivos gritos de gol de fanáticos y futbolistas se fueron apagando momentáneamente. Sin embargo, en Nicaragua, la acción del torneo de Primera División continúa y allí, Luis Alberto Acuña se convirtió en el único argentino en festejar un gol el último fin de semana.
Real Estelí es uno de los equipos más grandes de Nicaragua. Tiene 17 títulos locales (ganó los últimos dos) y suele participar en torneos internacionales. Allí arribó, a los 31 años, Acuña luego de pasos por el fútbol argentino, chileno y mexicano. El sábado, en medio de las constantes ligas suspendidas, se disputó parte de la fecha 10 del Clausura 2020 del fútbol local. “El último rival, Real Madriz anunció en redes sociales que no se presentaba, pero luego cambiaron la postura: tomaron la decisión de viajar, llegaron quince minutos antes y se metieron a la cancha. A nosotros nos va a pasar algo parecido cuando juguemos el próximo partido de visitante”, le cuenta a Infobae el mediocampista surgido de las inferiores de Vélez que anotó el cuarto gol de su equipo en la goleada 4-0 que lo deja en la tercera colocación del certamen.
Hay que buscar y mucho en el mapamundi para encontrar una pelota rodando en la última semana. La Copa de Hong Kong, el particular “siga siga” del fútbol bielorruso y las peculiares ligas de Burundi o Sudán del Este, son algunos de los pocos torneos que se disputaron en pleno combate global ante el avance del coronavirus. En Nicaragua se suspendieron diferentes actividades deportivas, inclusive las categorías juveniles y el fútbol femenino. Al margen de esas decisiones ya son dos los casos confirmados en ese país y resulta asombroso el panorama que se vive en las calles: “Los locales están abiertos, la gente sigue caminando por la calle, como si no pasara nada. Algunos andan con barbijos por precaución. Para mis hijos ya no es obligatorio ir a clases: fuimos a buscar los cuadernos al colegio y ahora le envíen todo por WhatsApp”.
Acuña reparte su atención entre los entrenamientos que no cesan (“El dueño del club nos avisó que esto es minuto a minuto”, advierte) y la preocupación lógica por sus familiares. Carolina, su mujer, es de Chile. En ese país nació su hijo mayor, Agustín Tomás de cinco años, y en México llegó Luciana Sofía, que tiene tres años. El grueso de su familia se encuentra en Merlo, Buenos Aires y otra parte en Chile. “Estamos muy pendientes de lo que pasa en esos países. Acá, momentáneamente, se lo están tomando muy liviano”, cuenta el jugador que compartió inferiores en el club de Liniers con una nómina notable: Jonatan Churry Cristaldo, Leandro Bebu Velázquez, Héctor Tito Canteros, Iván Bella y Fernando Tobio, entre otros. Con ellos -que se encuentran desperdigados por diferentes ligas del mundo- y con otros ex compañeros continúa en permanente contacto para tener información del avance del virus.
El último informe de febrero de este año presentando por la cuenta especializada @FutbolistasAXEM reunió más de 3.000 nombres de futbolistas argentinos (hombres y mujeres) jugando en diferentes países. Independientemente del nivel de cada torneo, es una constante encontrarse con goles anotados por jugadores de Argentina. En una semana especial a nivel mundial y familiar (el padre estuvo internado y le pidió que le regalara un gol) el único que marcó fue Acuña y admite que “siempre nosotros vemos los goles de Messi, Higuaín y de todos los jugadores que brillan por el mundo. El sábado, en el vestuario nos preguntamos si Messi y los mejores esta vez nos están mirando a nosotros”. En la secuencia del minuto a minuto, el argentino termina la charla con Infobae y se prepara para un nuevo entrenamiento. Claro, el miércoles hay fecha e intentará -ante la escasa cartelera- que sus goles lleguen a los ojos de los astros del fútbol. Con el mundo aislado, el que festeja hoy es él.
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