El Boca de Riquelme. El Boca de Russo. O el Boca de Tevez. No cambia demasiado quién le da el apellido. Esa identificación no es el foco para los hinchas. Como en su momento lo hicieron slogan en la vereda de enfrente, el cambio más profundo es que Boca volvió a ser Boca. Hay escudos que tienen una obligación con los mejores días de su historia, con su presupuesto, con su ambición y hasta con su propio orgullo. Hoy está cerca de esa idea. No es un pedido de protagonismo con fondo de violines. El Boca de Alfaro -con la gran coartada del traumático post Madrid- muchas veces fue masoquista. La estrategia potenció a los defensores más que a los delanteros. Ahora los planteos son más amigables para los jugadores de ataque. Pasó de ser el equipo de Licha López e Izquierdoz al equipo de Tevez y Villa. Sería un error caer en la exageración de definirlo ya como una máquina, o que está a la altura del testeado River de Gallardo. Sí es riguroso decir que hay un cambio de modelo. Que los rivales lo volvieron a respetar, a esperarlo. Que puede golear a equipos que son oposiciones para ser goleadas. Y si bien no es el candidato a ser campeón, Román podrá conjugar el verbo que instaló en el vocabulario de todos: el equipo va a “competir” hasta la última noche.
Soldano de 8 es más que una forma de recordar un partido. Los clásicos dejan huellas imborrables. hay situaciones que los titulan para identificarlos rápidamente. El muletazo de Palermo. El Topo Gigio de Riquelme. La gallinita de Tevez. En la historia moderna Boca tenía muchas definiciones a favor. En los últimos tiempos quedaron del lado de River. Y va el tercero cuando Pity la metió con el arco solo e Izquierdoz corriendo resignado. El penal de Barovero a Gigliotti. O el gastador “no fue córner” para el gol de cabeza de Funes Mori. Como antes existieron el nucazo de Guerra y la vaselina de Ricardo Rojas. Casi todos quedaron marcados por acciones positivas. Alfaro lo patentó exponiendo a Soldano a jugar en un lugar que no conocía. Como en el fútbol nadie tiene la verdad absoluta hay quienes defienden ese planteo para sacar un 0 a 0 en el Monumental. De mínima resulta raro cuando se sabe el final... Ese día Alfaro declaró que “Boca no iba a ser partenaire del festejo de River”. Que había “renovado el plazo fijo”. El tiempo dejó en evidencia -aún más que la frase- que Boca le quedó grande a Alfaro. Lo hizo patinar hasta en su discurso florido en las conferencias.
Boca ahora padece un poco de falta de gestación. Por las características de sus atacantes sale como un rayo hacia el arco rival. Si vuelan Villa y Salvio, si en el área esperan Tevez y Soldano, si Pol Fernández está más cerca de Campuzano que de su mejor versión de creador, se impone un Boca directo. Sin enfrentarse a un River -y con la Copa Libertadores en fase inicial- le alcanza para tener un equipo casi de memoria y un curso de recuperación de autoestima. Puede sonar injusto pero casi todos los futbolistas declaran que se sienten mejor con esta forma de jugar. Boca otra vez se acostumbró a atacar. Tevez recuperó las ganas de jugar a la pelota. Se busca que se sienta estrella sin mentirle con que es la bandera. Villa repitió su registro de velocidad de Mbappé pero resuelve mejor. Es el jugador que levanta de la platea al hincha en la Bombonera. A Campuzano ahora se le conoce la voz y que su lugar es de volante central. Salvio rompe líneas y se lo cuida para que baje las revoluciones apenas sienta sensación de dolor. Se vuelve a mostrar la tabla aunque ya nadie te la tira por la cabeza para explicarlo todo. Antes los puntos escondían la falta de juego.
Boca no es Disney. Es un equipo aún en construcción pensando en la Copa. Y aun con este arranque arrasador se puede discutir. Wanchope hace goles para merecer más minutos y menos voces cuestionadoras de todo. ¿O realmente fue castigado por el DT en algún partido? Le ha pasado de ser el cambio para hacer tiempo y aún así festejó contra Atlético Tucumán. Es valorable el trabajo sucio que hace Soldano para que Tevez tenga menos obligaciones en el retroceso. Hay jugadores que aplaude más el equipo que la gente de afuera y es hasta un doble mérito tener esa generosidad. Tan cierto como que al 9 al final de cuentas se lo mide por goles. La comparación con Borré, el mejor delantero del país, de momento habla más de metros recorridos según el GPS que de las veces que dejó vencido al arquero rival. ¿Por qué no podrían ser compatibles Tevez y Wanchope? En el debut en la Copa -ahí donde Boca hizo méritos para ganar pese al engañoso 1 a 1- Ábila hizo un golazo y le anularon mal otro grito. De todos modos, hablar de un solo puesto puede ser un detalle. Lo importante es que el destino dejará ver en breve si a Boca le alcanza para ganarle el torneo a River, el mejor de la Argentina pese al excelente planteo de Crespo. Como dice Gallardo, es el puntero y la gente tiene en qué creer. Por ahora Boca ganó un partido contra sí mismo. Volvió a ser el Boca que pide su escudo.
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