Con 26 años como jugador profesional en los que se desempeñó en 29 clubes diferentes -lo que le valió entrar al libro Guinness de los récords-, Sebastián Washington Abreu es una leyenda del fútbol moderno con un arcón de historias vinculadas a sus años en el deporte de la pelota. Fue así que el Loco brindó una extensa entrevista en la que develó algunas de sus anécdotas más increíbles.
El uruguayo de 43 años, que cumple una doble función en Boston River ya que se desempeña como entrenador y delantero al mismo tiempo, se sometió al reconocido ping pong de preguntas del programa Líbero, de TyC Sports, y dejó varias frases destacadas. Consultado por cómo fue su primer entrenamiento en San Lorenzo, club que lo fichó en 1996, el Loco contó una graciosa situación: “Viene el Bambino Veira y me dice ‘nene, jugame de Hugo Guerra’ porque jugábamos con Huracán y él era el delantero. ‘Angelucci te va a tirar todas largas y vos peináselas a Oscar (Ruggeri)’. Saltábamos y si bien Oscar tenía buen salto, te clavaba el codo en la nuca. Yo se las ganaba para lo que venía a ser el puntero izquierdo. Cuando llegas a un equipo del exterior empiezan los celos típicos porque llegó otro delantero y le voy a sacar el puesto. Yo veía que el flaco no me corría las pelotas que peinaba. ‘Mostro, está todo bien que recién llegué pero correme una porque sino no te las peino más’, le dije. ‘Pará flaco que soy el kinesiólogo y no veo’. Claro, faltaba uno y yo no conocía a nadie, era el Gatito Fossati, el fisioterapeuta que tenía un problema de la vista”.
Otro de sus disparatados recuerdos que sacó a la luz fue cuando con sus amigos visitó una playa nudista en Punta del Este, su lugar predilecto para vacacionar. “En Chihuahua, entramos a la playa y el tema era ir en bolas. Caminamos, todo bien, algunos tomando sol a lo lejos. Hasta que vemos que vienen caminando dos alemanas, dos rubias exuberantes y no pude controlar la cabeza. Los nervios me empezaron a jugar en contra y se desencadenaron a otro lugar. Para no pasar vergüenza y tampoco hacer sentir mal a las chicas o que me digan desubicado, hice cuerpo a tierra y quedé como que estaba tomando sol”, relató entre risas.
Sin olvidar su paso por cada club en el que le tocó defender los colores, Abreu aseguró haber intercambiado más de 1500 camisetas, pero aseguró que sus tres preferidas son las de Lionel Messi, Diego Maradona y Ronaldinho. Con más de 400 goles a lo largo de su trayectoria, el Loco no pudo evitar mencionar un festejo que no le salió como quiso. “La celebración que no disfruté mucho fue cuando nació mi hijo Dieguito y mi hija Valentina. Me había puesto un chupete adentro de la sunga y estaba con toda la transpiración. Cuando me lo puse en la boca estaba todo saladísimo”, comentó.
Una de las obsesiones que acompañó al nacido en Minas fue el número que eligió para su dorsal, el ’13′, aunque reconoció que dicha cifra lo acompaña también en su vida personal y reveló una manía que tiene antes de los partidos. “Es mi número amuleto para la vida. Mi número de celular termina en trece; en el avión, aunque algunos no tienen ese fila; en los hoteles, la habitación; y tengo una que es peor: tengo un número amuleto y otro mufa, y antes de los partidos, en el ómnibus voy viendo la patente de los autos y compito. Tengo que ganarle en números de patentes con el 13 al otro número. El día que eso no se da, salgo a caminar por el estacionamiento del estadio y voy viendo las patentes de los autos de los socios hasta que gano”, detalló.
Uno de los momentos más memorable de su carrera, sin dudas, fue el penal que ejecutó ante Ghana por los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica. Fue así que Abreu comentó todo el trasfondo de aquella decisión que tomó para quedar en la historia. “Yo sabía que había un momento marcante que me estaba esperando con la Selección. En la previa al partido, el Maestro que no deja nada al azar, nos hizo practicar y erré los tres penales. Viene uno de los colaboradores y me dice ‘vamo arriba que mañana te necesitamos’, ‘tranquilo papote que mañana clasificamos con el sello de la casa’. Viene el quinto penal de ellos y Muslera ataja. Ahí es cuando me viene todo lo que soñaba y dije ‘es ahora, no hay mañana’. Cuando iba en la caminata, el único convencimiento que tenía era que el arquero se tiraba un paso antes de que el ejecutante llegue a la pelota. Pensé que tenía que ser una picada sutil porque el día anterior ya se me había ido. Parecía que iba caminando relajado pero estaba cagado”, evidenció.
Quizá lo más disparatado que contó Abreu fue la vez que realizó un asado con sus amigos para celebrar el retiro de un rival. “Al defensor que más sufrí fue a Victor Hugo Sotomayor. Ya me condicionaba la semana saber que me iba a marcar. Era cruel y conmigo tuvo pica, entonces era peor porque me esperaba. Nunca disfruté un partido. Una vez, en un lateral me pasan la pelota y yo lo tenía atrás, de cagón levanté los brazos esperando el golpe y él quiso anticiparme bien pero le pegué en la nariz y le rompí el tabique. Lo empiezan a atender, lleno de sangre y le decía al médico ‘entro, lo quiebro al uruguayo y salgo’. No pudo entrar. Después del partido intenté entrar al vestuario pero Bassedas me dijo que no lo intentara”, anticipó el Loco como para darle un contexto a lo que terminó haciendo.
“A los años volví al fútbol argentino y el estaba en Talleres de Córdoba. En la semana previa al partido se desgarra y no puede jugar. No sabés la felicidad que tenía porque yo sabía que la tenía anotada. Al poco tiempo anunció su retiro y ese día yo hice un asado con mis amigos. Si tenía alguna posibilidad que me rompan en un partido era con Sotomayor”, concluyó.
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