“Yo cuando digo mi nombre todos me conocen. Pero con sólo verme no saben quién soy”. La frase -sin dolor- es la mejor descripción de Walter Pico para presentar hoy a Walter Pico. El se hizo famoso por llegar a la Primera de Boca desde las Inferiores a fines de los 80. Mediocampista con mucho despliegue, y con gol, sus rulos lo identificaron de inmediato. Se hizo tapa de revista en ese equipo del Maestro Tabárez que dejó una huella en tiempos del Boca que ganaba muy de vez en cuando. Se fue al primer Vélez de Bianchi. Después corrió en Emelec, volvió a Boca. Hasta que se quedó en España. Las Palmas, Albacete, Extremadura... Allá las luces del fútbol grande se le apagaron. La cabellera se le fue y la vida transcurrió en perfil bajo. Se convirtió en anónimo otra vez. Ahora ni siquiera se lo vio en TV con su vuelta a Boca para dirigir a la Sexta de la mano del proyecto Riquelme. Es verborrágico, divertido, apasionado por la formación de jugadores. A los 50 años, también es un hombre que no necesita del saludo del hincha o una foto para estar feliz con su vida y más que nada con su presente. Pero algunos no saben que Walter Pico es así hasta que él les dice su nombre...
-¿Dónde quedaron los rulos?
-Un año antes de retirarme, cuando estaba en Extremadura, me empecé a cortar el pelo. Ahí dije “voy a dejar de jugar y voy a pasar otra vez al anonimato. Así que me tengo que sacar los rulos que todo el mundo reconoce”. En esa época iba por el pueblito de España y todos sabían dónde estaba, ja. Yo desde los 18 ó 19 años, cuando debuté en Boca, jamás fui anónimo. Entonces en ese momento hice el click. Me empecé a preparar digamos. Al final me los dejé seis meses más porque en la cancha no me la estaban dando tanto como con los rulos. Pero cuando terminé de jugar me los corté. Y después se cayeron solos...
-¿Cómo convivís con ese anonimato?
-Yo, feliz. Ya hace 17 años que me retiré... Cuando volví a la Argentina después de 10 años de vivir en España acá no me conocía nadie. Un día fui a la cancha de Boca con mis hijos y con Chiche Soñora y los suyos. Los nenes eran chiquitos, 6 ó 7 años. Me miraban y decían: “Papá, a Chiche lo conocen todos y a vos no te conoce nadie”. Ahí yo les respondí: “Porque papá no tiene rulos, ja”. Es así. No es algo que me haya afectado internamente. Fui popular por Boca, carismático por los rulos. Ya pasó... Yo me acuerdo que de pibe me marcó mucho Carlos Ischia cuando se quedó pelado. Lo veía jugar en Vélez con las chapas largas. Yo tiempo después decía “voy a ser como Ischia”. Y al final lo soy.
-Hay jugadores a los que les cuesta vivir sin ese saludo del hincha.
-No es mi caso. No dependí nunca de eso. Cuando dejé el fútbol tenía claro que quería ser docente. Y para eso no cambiaba si tenía rulos o no. Los años te dan una sabiduría que te hacen estar más allá de si sos más o menos conocido por la gente. Si estuviera más expuesto como mi amigo Latorre en la televisión sería otra cosa. El anda ahí cuidándose el pelo, ja. Yo no.
-¿Cómo fue ese momento de la aparición en la Primera de Boca justamente con Latorre, Soñora? Nunca fue fácil asentarse para los chicos de las Inferiores.
-Diego debutó en el 87, en la cancha de Vélez. Fue contra Platense. Boca perdió 3 a 1 y él metió el gol. Yo lo fui a ver. Era mi amigo. Hasta me había enseñado a manejar con su Fiat Regata blanco. En el 88 debuté yo. Y Chiche por ahí... No era fácil. Pero Boca no encontraba resultados, era un momento difícil y al Pato Pastoriza le gustaba apostar a los pibes. Yo me di cuenta de que siempre miró. Yo salté desde la Quinta. Y no jugué ni dos partidos en Tercera. Fueron 15 minutos en uno y 15 en otro. Metí dos goles contra San Lorenzo, uno con Banfield y me tocó debutar. Después sí, en el 89, estuvimos en Reserva con Latorre como un año porque Boca había comprado a un montón de jugadores. Ese año salimos campeones. Boca siempre fue un lío. Hoy es diferente porque Boca tiene mucho dinero y un plantel largo. Entonces es más difícil para los pibes.
-¿Cómo era durante esos días andar por la calle siendo jugador de Boca?
-Ese sí fue un paso fuerte. Cuando vos dejás de jugar y no sos más popular ya sabías qué había antes. Pero cuando no sos nadie, alcanzás pelotas, jugás en Quinta, escuchás el partido por radio, y de pronto te conocen todos es muy fuerte... Yo era un pibito tímido de Haedo. Que de pronto te conozca todo el mundo es difícil. Yo no tenía tres pares de zapatillas. Y de golpe con los primeros premios me compré un auto... Yo llegaba con un montón de guita a casa y mi viejo no ganaba tanto... Ese manejo de la plata y de la popularidad tan de golpe es algo para lo que no estás preparado.
-Ahora se compran naves espaciales. ¿El primer auto que compraste vos cuál fue?
-Un Renault 12 doble carburador. Me gustaba el Ford Taunus pero no me alcanzaba. Si no me gastaba toda la plata para comprarlo y no le podía poner nafta hasta el otro mes... Yo no tenía ni registro. Como decía antes, me enseñó Latorre. Estaba loco Diego. Ibamos en la autopista, me dejó el auto y me dijo “manejalo”.
-Una locura.
-Noooo. Diego vivía en Mapuche, ja. Tenía plata, yo era el pobre.
-Y en el 89 salieron campeones de la Supercopa en una época en la que Boca no ganaba.
-Salir campeón al año fue increíble. Después se dio otro hecho espectacular para nosotros. Diego me da el pase para el gol a Independiente, y yo se lo doy a él, cuando les ganamos en la Liguilla del 90 para entrar en la Libertadores del 91. Boca no se clasificaba seguido para la Copa. Ahí entramos y es la famosa Libertadores que perdemos con Colo Colo allá... Los seis meses en el 91, con Batistuta, fueron increíbles. Más después de una época en la que Boca venía a los tumbos. Yo alcancé pelotas el día que Boca hizo los números en la camiseta con un fibrón. En el 84 con Atlanta. Se caían y se desteñía...
-¿La noche con Colo Colo fue la vez que peor la pasaste en una cancha?
-Sí. Había muchísima gente adentro. Y cuando empujaron al Turquito Apud se pudrió todo. De pedo salimos vivos de esa cancha... Ya el camino en el micro había sido bravísimo. Nos tiraban cosas. Al final, irnos después de esa hecatombe fue tremendo. Piedras por todos lados. Fue una emboscada desde el primer minuto. Jamás viví algo así en el resto de mi carrera.
-¿El Maestro Tabárez terminó preso?
-A él le pegaron con una cámara. Lo cortaron. Entonces se la arrebató. No terminó en cana. Blas (Giunta), Quique (Hrabina), el Maestro y yo quedamos demorados un día más por este quilombo.
-¿Esos líderes como Giunta y Hrabina les enseñaban qué es Boca?
-En realidad yo venía de las Inferiores. Si vos te criaste ahí ya sabés qué es Boca. Jugás el Superclásico en Sexta, Octava... Esa generación era de mucho carácter. Hoy los chicos son diferentes. Antes en todos los planteles había tipos de esa personalidad. Ellos te enseñaban el profesionalismo. El pibe llega con su frescura. Yo tiraba la bicicleta por arriba de la cabeza de mi rival en Inferiores. Cuando llegué a la Primera no lo pude hacer más ni en los entrenamientos porque mis propios compañeros me metían una patada en el pecho. Ahora no pasa. En serio: hacía la bicicleta de Zidane desde el Baby. El la patentó porque la hizo en Primera. Yo la hice en Canarias. En la Argentina no pude porque volaban las patadas.
-¿Qué entrenadores te marcaron?
-Todos. Y no es verso. El Pato Pastoriza me hizo debutar. Lo voy a amar toda mi vida. Me llevó a concentrar sin ni siquiera entrenarme con la Primera. Una sola vez había ido con los grandes. Ahí fui al hotel con Stafuza. El vivía en Haedo y me llevó porque yo no tenía auto. Cuando iba caminando, el Pato justo estaba en la puerta. Me agarró y me dijo “guacho, mañana si te toca entrar, te podés mandar todas las cagadas que vos quieras. La semana que viene entrás al club”. Un manejo genial. El me puso mucho. Ibamos invictos y era recontracabulero. Así que me dejó, ja. Después vino el Cai Aimar y me dio más continuidad. Jugaba de cuarto volante. Porque yo no era delantero. Sólo que había hecho goles... Después el Maestro Tabárez me dio partidos en mi posición, que era de volante. Jugué de 10, como en Inferiores. O de 8, donde me podía adaptar. En el 93 me fui a Vélez, donde la rompí toda con Bianchi. Con él jugué todos los partidos. Así, todos los entrenadores. Menotti, Bilardo, todos...
-¿Cómo era ese Bianchi?
-Era el primer Bianchi. El Maestro me marcó por la parte pedagógica, la forma de laburo, su profesionalismo. Y Carlos era muy parecido a él. Muy respetuoso. El armó un gran grupo que ganó desde el primer minuto. La clave fue que Bianchi conocía la idiosincrasia del jugador argentino. Lo conocía de memoria. No sé si era porque nació vendiendo diarios, por tener barrio, no sé... Sabía todo del jugador.
Pico recuerda su historia pero no vive de recuerdos. Disfrutar del anonimato no parece una postura complaciente con él mismo. Ni un discurso armado. Se sienta en un sillón de un café en el medio del shopping de Devoto repleto de gente. Se acomoda la gorrita y se ríe como siempre. En más de la hora de entrevista con Infobae nadie interrumpe para saludar. Nadie se da cuenta que ese hombre es el mismo que se puso la camiseta de Boca en casi 200 partidos en dos ciclos. Walter no es de los que cogotean o levantan la voz buscando que lo reconozcan. Aun cuando le encanta hablar de fútbol. Y más que nada de su vocación: entrenar juveniles. "Yo a los 17 años ya dirigía Baby en El Trébol, el club de mi barrio. Y a los 22 años, en vez de comprarme cinco departamentos puse una escuelita de fútbol. Yo veía no había más potreros. Entonces quería construir un lugar donde los chicos pudieran jugar. Así nació mi vocación. Además siempre vi que tuve feeling con los pibes. Será mi parte infantil, ja", explica, desbordante de emoción, después de una de las prácticas en Ezeiza.
-Hace unos días, en una historia de Instagram tuya hablabas solo y decías “qué placer entrenar en este lugar”. ¿Todavía no caés?
-Para mí es un sueño dirigir Inferiores en Boca. Yo me preparé para volver después de 24 años, cuando me fui como jugador. Me formé ahí. Me fui a probar solo y ese día hice siete goles. Los rivales eran malísimos, ja.
-¿Cómo que fuiste solo?
-Me enteré que había una prueba y fuimos con mis amigos de El Trébol. Quedamos seis porque mi categoría era buenísima. Después todos se fueron y yo me quedé. Me probó Grillo. Yo tenía el pase en Deportivo Morón. No me lo querían dar. Fui y me quedé en la sede hasta que me lo dieron. Dijeron "hay que dárselo porque éste no se va a ir, se queda cinco días sentado acá". Seis horas estuve... Pensaron que me iba a cansar. Noooo. Con esa ilusión de los 14 años estoy ahora. Pasé un mes y medio sin dormir esperando estar en Boca.
-¿Qué sentiste ahora al entrar al predio de Boca otra vez aunque no fuera La Candela?
-Es lo mismo que cuando era pibe. Es el escudo. Es la camiseta de Boca. Lo que ves. Un montón de gente que conozco. Cuando me miré al espejo me quería sacar una foto pero me dio vergüenza. Volví a donde empezó mi historia. Es un placer estar en Boca, no un trabajo. Me levanto a las cinco y media de la mañana pensando en el entrenamiento.
-¿Y cómo llegaste a estar en Boca de nuevo?
-Yo creo que tenían alguna señal de mi trabajo en Inferiores en Vélez. Yo me presenté ante uno de los chicos del consejo de fútbol y me llamaron.
-¿Cuánto tiempo habías estado en las Inferiores de Vélez?
-Cinco años. Y había tenido una tutoría en Las Palmas con juveniles. Mientras estudiás el curso estás con un entrenador. En Albacete lo mismo.
-¿En Vélez a qué jugadores tuviste?
-Robertone, Delgadillo, a Santi Cáseres que ahora se fue al América de México, Giannetti, la mayoría de los que están en Primera ahora. Menos Nico Domínguez porque justo la 98 no la dirigí porque se la dejé al Negro Gómez. Me fui a la 99 con Panchito Ortega, Toledo, Maxi Romero; la 2000 con Barrial; Thiago Almada en la 2001; Tobías Zárate que viene ahora y es el hijo del Roly. Más todos los que van a llegar...
-¿Ahora habrá un estilo Riquelme para las Inferiores de Boca?
-Va a haber un sistema en el que vamos a jugar con un enganche más clásico, dentro de diferentes esquemas. Vos podés jugar 4-2-3-1 y tener un enlace. O 4-3-1-2 y ya tenés un enganche definido. Pasa que hoy los chicos vienen a probarse en determinadas posiciones. Te encontrás muchos número 5, enganches que vas corriendo a los costados y son buenos. Por ahí no hay tantos extremos... Igual yo en lo que más preocupado estoy es en encontrar un 9 para todo el fútbol argentino. No es fácil sacar un centrodelantero. Porque el 9 ya tiene una característica especial que es hacer goles. Y tiene un biotipo. No es el rapidito. Es un chico que se la banca, que cabecea bien, que la toca bien. Y no es fácil.
-Eso que la mayoría quiere jugar adelante porque los que hacen goles valen más plata.
-Sí, pero una cosa es jugar de delantero y otra es ser 9. Es el puesto más difícil para sacar en abundancia. Decime quién salió si no... Lautaro Martínez; Icardi, que no lo formamos acá... Yo digo uno que vos digas "este 9 está para el Madrid, el Barcelona, el Atlético de Madrid". Agüero debutó muy chico pero tampoco tenía el biotipo que digo. El Kun es Romario. ¿Por qué en Brasil se están formando más? No sé... Yo estoy más preocupado en la formación porque aparezca ese tipo de jugador. La historia me lo dice.
-En su momento aparecieron 5 centrodelanteros tremendos. Batistuta, Crespo, Palermo, Diego Milito, Cruz... Todos jugaban en grandes de Europa.
-Sí. En la Selección la rompían Bati y Crespo. Pero como decís, Milito y Cruz jugaban en grandes equipos también. Hoy no es fácil. Porque se lo critica mucho. Porque no es fácil meter goles. Los físicos varían. Los centrales de ahora tienen más experiencia, marcan y saben jugar... No sé bien por qué exactamente. O por muchas cosas. Pero sé que hay menos 9. Enganches no es más fácil que aparezcan, aunque en la Argentina hay chicos que juegan bien.
-Los técnicos también los mataron a los enganches.
-Son épocas. Yo no sé si ahora van a volver los enganches. Sí pienso que van a volver los pibes que juegan bien. Porque hay una camada de entrenadores que quieren a esos chicos. Mirá todo el fútbol argentino con los 9 y vas a decir “ah, ahí sí estamos complicados”.
-¿Hay que entender en formar más que ganar? A veces el dirigente pregunta cómo salió la Quinta en vez de cuántos jugadores están para la Primera.
-En la formación también está ganar. No seamos hipócritas. Porque yo voy ganando 1 a 0 con River faltando cinco minutos, y ahí no voy a ir a presionar al arquero de ellos. Me quedo en la mitad de cancha. O por ahí no lo hago yo. Lo deciden los chicos porque ven mucho fútbol. Les agarra miedo también. Igual, si me empatan tienen que servir para aprender. Si el 2 engancha en el área, se la sacan y pierdo, no me va producir nada. Porque el chico se va a acordar toda su vida de ese error. Y yo le voy a enseñar, pobre, con ese video. Le voy a decir “tenías al 4 libre. Igual no pasa nada. Si te sirve a vos, listo”. Ahora si lo hacés otro partido te tengo que sacar por boludo. Es parte de la formación. Ahora, tampoco voy a perder todos los partidos porque el pibe va a decir “éste no entiende nada de nada”.
-¿Tu objetivo cuál es: ver un equipo que represente tu idea o ser el descubridor de un crack?
-Los cracks están descubiertos desde chiquitos. Es llevarlos para que maduren. Yo a Thiago Almada lo tuve un día y medio en Vélez. Dos partidos. No puedo decir soy el descubridor. Y quién podría decirlo. Diego creció. Román creció. Messi tampoco tiene un descubridor. No me engañen. Vos le podés aportar un montón de cosas a un chico de 6 puntos para llevarlo a ser 8. La cabeza de jugar en Primera, la posición, el control...
-Pero no se descubre a un crack.
-No. Para mí un crack no se descubre. Porque el crack no sólo es de los pies. Es crack de acá, de la cabeza. La otra vez leí una frase que se las dije a los chicos. Decía “los que piensan que al ajedrez se juega con las manos son los mismos que creen que al fútbol se juega con los pies”. A todo se juega con la cabeza. Y estos cracks son ganadores desde que tienen 8 años. Yo acompaño esa formación.
-¿Es verdad o mito que el fenómeno sale de los lugares más humildes? ¿Pesa ese hambre, el jugar por plata ya de pibe?
-No sé si es tan así. Ruggeri no salió de una villa y estaba bien alimentado en Corral de Bustos. Batistuta estaba bien alimentado en Reconquista...
-Se fueron solos de chicos a una pensión.
-Sí: algunos esfuerzos tenés que hacer. No vamos a llevar la Bombonera a Reconquista para que haga goles Batistuta. Dieguito Latorre jugaba un fenómeno... Pipa Higuaín no creo que haya sufrido mucho y es un gran jugador. El punto de contacto es el amor y la devoción que tienen esos chicos por ser alguien. A Messi no lo veo trabando. Lo veo jugando. A Diego lo vi comiéndose mil patadas. Y una vez sola se peleó. Le sacaron la roja y nos acordamos toda la vida. Era agarrar la pelota y jugar, jugar... Román también quería jugar. Un día lo vi pegar una patada cuando le metieron el dedo ahí. Vos tenés que amar superlativamente jugar. Un cineasta que no ame el cine no puede hacer una buena película. El amor al fútbol tiene que ver con no salir, con no tomar, con cosas que a veces no se ven. El entrenamiento invisible. Como algunos mensajes que da Ruggeri en el programa (90 Minutos). Te tenés que ir a dormir. Claro que te tenés que ir a dormir... Algunos se levantan a las 10 de la mañana y te dicen “¿nos vamos de joda?”. Y si le decís que no te dicen “dale, ortiva”. No pasa nada. Decile que no. Ese amor al fútbol es lo que te hace diferente.
-¿Uno de los problemas de la formación es que faltan especialistas? ¿Muchos van a dirigir Inferiores pero en realidad quieren ir a la Primera?
-Pasa que en general está mal remunerado el trabajo en Inferiores. Por eso se quieren ir a la Primera. Hay muchos clubes en los que la plata no te alcanza para vivir. La vida te pasa por encima y tenés que conseguir otro trabajo. ¿Cómo hago yo si me levanto a las 5.30 de la mañana y vuelvo a las 3 de la tarde? Cuando vos como jugador conociste que ahí se gana mucha plata, después querés volver... Para mí la plata no es un problema. No porque esté salvado ni mucho menos. Si no porque no tengo una ambición desmedida. De hecho el poquito tiempo que fui a la Primera de Morón fue por acompañar al Cabezón Méndez, que es amigo mío desde los 5 años y me rompió las pelotas para ir, ja. No le podía decir que no.
-¿La idea en Boca es que ustedes transmitan qué significa esa camiseta? Se eligieron a todos ex para las Inferiores. Navarro Montoya y Soñora, coordinadores. Battaglia en la Reserva con el Negro Ibarra. Giunta y Cata Díaz en la Cuarta. Pompei en la Quinta. Vos en la Sexta. El Chavo Pinto en la Séptima. Matías Donnet en la Octava. Jorge Martínez y el Chipi Barijho en la Novena...
-Los padres de los chicos deben saber quiénes somos nosotros. Y se lo transmitirán a los hijos. Pero igual después perdés autoridad si entrás a la cancha y decís una boludez. En general el entrenador parte de cero. Nosotros al haber tenido una historia en Boca arrancamos de cinco porque saben quiénes somos. O sea, partimos de un lugar en el que sabemos qué es Boca porque lo vivimos. Porque la gente se siente identificada con Blas, con el Mono, con determinados jugadores. Y saben que transpiraste la camiseta. Al chico a través del padre, o del abuelo, le podés aportar ese sentido de pertenencia.
-Vos decís "yo sabía qué era jugar en Boca". ¿Esa es la ventaja que tiene el pibe pero hoy no suele aprovechar?
-A veces sí, a veces no. El chico de Inferiores no va a demorar seis meses para saber qué es la camiseta de Boca. Se la pone y si se formó bien, puede rendir. Lo que puede costarle es la Primera y el entorno, cómo está el equipo. Si el equipo no está bien el pibe no te va a salvar. Por eso era importante jugar el preliminar en la cancha. No es lo mismo jugar en La Candela, o ahora en Ezeiza, que en la cancha de Boca. Son 200 personas contra 60.000 tipos. No se iguala al eco de la Bombonera.
-¿Cómo se cambia la idea de que hoy si tengo un hijo y quiero que llegue a Primera lo llevo a Vélez o a Lanús antes de que a Boca?
-Hay que laburar mucho para traer un pibe a Boca ahora. En captación no es fácil porque saben que son pocos los que debutan en Primera. Sinceramente, ¿vos dónde lo llevarías?
-A Vélez.
-Por una cuestión de posibilidades. Contra eso tenemos que luchar. La gente cree que todos van a ir a Boca. Mentira. No van a Boca. A River por ahí ahora van un poco más. Porque históricamente también costó debutar ahí. Pero sí es verdad que van a Argentinos, Lanús, Vélez, las últimas camadas de Racing y San Lorenzo... Digo las anteriores porque ahora Racing y San Lorenzo también son una máquina de comprar. Hay que apostar abajo. Desde hace diez años pasa más. Independiente está apostando. En realidad, hay más paciencia en otro lado. En Vélez los podés hacer jugar 30 partidos.
-¿Cómo van a contrarrestar eso en este nuevo modelo de Boca?
-Ahí está el desafío. Es hora de cambiar esa mentalidad. Y que los chicos lleguen más formados y alguno empiece a ponerlo en Primera. Algo que va a pasar. Si los pibes están formados va a pasar.
-Ahora pasa que hay muchos jugadores formados en Boca que rinden en otro lado.
-Sí. Pasa que hay que algo que se debe entender. Si un chico debuta en Boca y juega algunos partidos significa que está preparado. Cuando va a otro lado y tiene más continuidad se puede desarrollar desde la confianza que le da haber jugado 20 partidos en la Primera de Boca. Quizás no convence en Boca porque no juega 8 puntos, pero sí está en 6. Pasa que ahí el club compra una figura, el chico se siente relegado y se va a otro lado. Sigue siendo un buen jugador pero puede desarrollarse en otro club. Quizá no tenía la cabeza preparada para ser figura todos los partidos en Boca y en otro lado sí. Les pasó a Cubas, Pochettino, Komar, Araujo... También habla bien de la formación de los chicos y de la buena captación en su momento.
-Ahora cumpliste el sueño de llegar a Boca. ¿Cuál es el próximo?
-Nooo. La vida me va a empezar a preparar en otras áreas. Lo que te dan los años de entrenar juveniles. Me gustaría ser un referente para ver chicos que juegan bien. Para eso no se necesitan rulos...
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