“El día después” suele ser un problema para los deportistas profesionales, especialmente para los futbolistas. Ese vacío que les genera el dejar la competencia, el alto rendimiento, les es difícil de llenar y, en algunas ocasiones, los empuja hacia la depresión.
La mayoría busca “refugio” siguiendo con una vida ligada a la pelota, ya sea como entrenadores, secretarios técnicos o representantes. Otros se animan a salir del ambiente que transitaron toda su vida para afrontar nuevas aventuras y desafíos.
En este segundo grupo se encuentra Gastón Sessa. El Gato, como es apodado, le dio un giro a su vida. Decidió mudarse al campo (a las afueras de Chascomús, más precisamente) para focalizarse en su gran pasión: los caballos. En diálogo con Infobae, el ex Vélez y Racing develó cómo tomó la decisión de alejarse del mundo del fútbol para incursionar en la hípica.
“Hace unos años decidí venir a vivir a Chascomús, al campo. Era una casa de fin de semana, pero después con mi familia decidimos buscar un poco de calidad de vida y lo logramos viniendo a este pueblo que es maravilloso. Acá tengo un haras de pura sangre de carrera, donde tengo mi propio stud”, confesó.
En Stud Sauce Grande (su nombre se debe a un árbol gigante que hay dentro de la residencia) cuenta con su propia pista de carreras, donde sus más de 40 caballos entrenan. “Paso gran parte del día abocado a este nuevo hobby”, comentó el hombre que supo defender las camisetas de Rosario Central, Gimnasia y Esgrima La Plata y River, entre otras.
Su vínculo con los caballos es de vieja data y lo ayudó a no sufrir el retiro, a diferencia de otros colegas. “Mi pasión por la hípica nació hace muchos años. Siempre me gustaron los caballos, como animales. En los últimos años de mi carrera yo necesitaba buscar una motivación o una adrenalina que me ayudara a retirarme en paz, que no tuviese que sufrir lo que le pasa a muchos futbolistas. A mí no me gusta apostar ni nada, a mí me gusta verlos crecer, entrenarlos”, sostuvo el surgido de la cantera de Estudiantes de La Plata.
Aunque afirmó que no extraña el ponerse el buzo para saltar al campo de juego todos los domingos, sí reconoció que es su otra pasión y que mira todos los partidos. “No sufrí lo mismo que mis ex compañeros, que sentían ese vacío o depresión. Por suerte esta actividad me lo cubrió”, agregó.
Sessa, que tiene como socio en este emprendimiento a uno de sus amigos, no es el único futbolista que decidió adentrarse en el mundo de la hípica. Entre sus ex compañeros se destacan los casos del delantero de Lanús José Sand (Stud Don Lenin, donde crían caballos que corren cuarto de milla), el mediocampista de Gimnasia Franco Mussis y el volante de River Nacho Fernández.
“Mucha gente le tiene recelo porque lo toman como una timba, como un casino. Pero esta es una actividad hermosa. Para recrear y despejar la cabeza es genial. Se puede encontrar la paz”, aseguró el ex deportista de 46 años. “Si vieran cómo se prepara a un caballo de carrera… tienen la mejor alimentación, los mejores veterinarios, los mejores kinesiólogos. Se les hacen controles antidoping, no se les puede dar absolutamente nada. A los pura sangre de carrera no se les puede dar nada”, se defendió.
El Gato, además de incursionar en este hobby, donde ya ha ganado algunas carreras de grupo, también invirtió en el mundo de la construcción. El ex arquero tiene, junto a su familia, una empresa constructora. “La montamos con mi papá hace muchos años, pero luego él sufrió un ACV. En ese momento le pedí a mi mujer, que por ese entonces trabajaba en Blanquiceleste, que era la empresa que gerenció a Racing, que no trabaje más con Marín para que maneje la empresa”, contó.
Tras un breve paso en 2018 por el club Atlético Chascomús, que milita en el ascenso del interior, Sessa colgó los guantes de manera definitiva. No obstante, despunta cada tanto el vicio “los fines de semana; si puedo, con mis amigos”.
SUS ESCÁNDALOS:
Gastón Sessa supo ser uno de los mejores arqueros del fútbol argentino y se consagró campeón con River y Vélez en Primera División y con las camisetas de Estudiantes de La Plata y Huracán de Corrientes en el ascenso. Sin embargo, su fuerte temperamento, en reiteradas ocasiones, marcó su carrera.
Su nombre, en gran parte de los futboleros, es rápidamente asociado a sus expulsiones o peleas dentro del campo de juego, algo que avergüenza y le genera bronca al protagonista de esta entrevista. “La gente, de lo único que se acuerda, es eso. Fui campeón, pero lo que se acuerdan es de la patada a Palacio en cancha de Boca”, esbozó con fastidio.
Si se hace un repaso cronológico, el primer incidente fue el 12 de octubre de 2002. Ese día tomó del cuello a Sergio Pezzotta durante un Vélez-San Lorenzo que terminó 3 a 3 en el José Amalfitani.
“Fue un instinto. Íbamos ganando 2-0 y se nos ponen 2-1. Tuve un entredicho y él me amonestó. Yo, lejos de calmarme, me fui del partido, me desconcentré. Cuando nos empataron lo insulté. Sergio me dijo ‘calmate, que si no te tengo que echar’. Yo le dije ‘qué me vas a echar. Si tenés huevos, echame’. Lo escuchó, vino y me echó”, rememoró el Gato, quien asegura que esa tarjeta roja “me marcó por mucho tiempo porque dañó mi imagen. Quedó una imagen de alguien que no soy”.
Durante la entrevista, pese a su extenso prontuario, Sessa recalcó que suele ser una persona tranquila y que “fueron hechos aislados, pero todos juntos”.
Para Gastón, todas estas acciones lo alejaron de vestir la camiseta de la selección argentina. “Me jugó en contra. Lo hablé muchas veces con Russo (Miguel Ángel). Él me decía que no podían convocar a un jugador que en cualquier momento te podía dejar con 10 futbolistas”, soltó.
“Lo de Pezzotta me dio vergüenza, mucha, muchísima. A todos nos expulsan o tenemos discusiones con compañeros, pero lo de Pezzotta fue lastimoso”, aseguró el ex arquero. No obstante, explicó que este conflicto nunca generó un resquemor entre ambos: “Al tiempo me lo encontré en Bariloche, ambos con nuestras familias y hablamos un montón. Y a los 20 días me lo vuelvo a encontrar cuando fui a ver un partido y él, que estaba haciendo la entrada en calor, se me acercó y me dijo ‘mirá Gato que no hay rencores’. Él hizo todo para no echarme y yo todo lo contrario. Luego me dirigió varias veces y siempre hubo una buena relación”.
El ex Barcelona de Ecuador y Las Palmas de España sostuvo que “cuando tenés 25 años pensás que te llevás el mundo por delante, pero luego me casé y tuve hijos, y lo comprendí”. Al rememorar sus casos más célebres, Sessa evoca una frase que le dijo Miguel Ángel Russo, uno de los técnicos que más lo marcaron durante toda su carrera. “Siempre me decía que lo importante no es caerse, sino levantarse. Por eso quiero tanto a Miguel, y no solo como entrenador, sino como persona. Con el diario del lunes es más fácil, pero las macanas ya las hice y hay que afrontarlas, hacerse cargo”.
“Después surgió el incidente con Rodrigo Palacio, donde levanto la pierna de más, pero lo hago porque en la jugada anterior me había comido un golpe de Ledesma, una paralítica. El árbitro no cobró nada. En la jugada siguiente me dije que no me iba a pasar lo mismo y la levanté un poco más. Como era Rodrigo, que es chiquito, fue un planchazo”, afirmó el Gato, manteniéndose en la misma línea que en ese entonces, cuando manifestó que no tuvo intenciones de lastimar al por ese entonces atacante de Boca.
“Fui a cubrirme para no pasar el papelón que había sufrido antes con la paralítica de Ledesma. Yo no podía caminar y la gente me cargaba. Yo levanté la pierna para cubrirme, pero jamás tuve la intención de pegarle en la cara”, recalcó.
En su extensa carrera también aparecen fuertes discusiones con compañeros de equipo. Por ejemplo, con Lucas Castromán en un partido ante Lanús por Copa Sudamericana en 2006. “Yo estaba caliente porque íbamos perdiendo y era un partido que para mí podíamos ir ganando. Él entró mal predispuesto y el árbitro se me acercó y me dijo que si él seguía protestando lo iba a tener que echar. Me acerqué a Lucas y le dije 'te va a echar, boludo’. A lo que él me contestó ‘qué me va a echar ese cagón de m…’. Lo escuchó y lo expulsó. Después el Ogro Fabbiani nos hace el segundo gol y ahí exploté. Salí corriendo cuando terminó el partido y lo fui a buscar”, confesó.
“Pero fue un momento de calentura, porque somos grandes amigos. Nos íbamos de vacaciones juntos”, aclaró rápidamente.
En la vereda opuesta a todos estos casos se encuentra el del árbitro Julio Barraza, quien le mostró la última tarjeta roja de su carrera. Tras esta expulsión, cuando defendía el arco de Villa San Carlos (derrota contra Tristán Suárez), Sessa decidió colgar los guantes.
En primera instancia, al ser consultado, el Gato pareció hacer una broma, al afirmar que no sabía quién era. Pero, ante la insistencia, reaccionó, recordó lo sucedido: disparó con munición gruesa.
“Barraza... Sí, ya sé. Ese fue mi último partido. Ahí me retiré. Pero ese sí me hizo calentar de verdad, a ese casi le arranco la cabeza”, manifestó con rabia en su voz. Antes de finalizar la comunicación telefónica, y lejos de bajar los decibeles, agregó: “Un soberbio, un tarado mental”.
EL DÍA QUE LO LLAMÓ CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER:
El 12 de julio de 2009, en el Bosque de La Plata, se vivió uno de los partidos más dramáticos e infartantes del fútbol argentino. Gimnasia y Esgrima parecía estar condenado al descenso, tras perder 1 a 0 en la ida e igualar 1 a 1 ante Atlético Rafaela a falta de pocos minutos. De manera agónica y milagrosa, Franco Niell se convirtió en héroe para contribuir con dos tantos (a los 43 y 46 minutos del segundo tiempo), dar vuelta el marcador y decretar el 3-1 que firmó su permanencia en Primera División.
Algunos futbolistas decidieron marchar rumbo a Luján para agradecerle a la Virgen. Durante ese viaje se produjo un inesperado llamado. “Me rompía los huevos un teléfono desconocido. Creo que Teté González me dice que atienda, así me sacaba el tema de encima. ¡Era de Presidencia de la Nación, diciéndome que Cristina quería hablar conmigo porque era el capitán del equipo! Era una situación extraña”, comenzó su relato.
“Cristina me felicitó porque supuestamente es hincha de Gimnasia. Me dijo que se había enterado por el capitán del Tango 01 que nos habíamos salvado y que para no ser menos que Néstor nos iba a mandar dos televisores para el plantel”, rememoró el Gato, quien se encuentra más alineado al macrismo. El ex presidente era un ferviente simpatizante de Racing y le regaló electrodomésticos al plantel de Avellaneda cuando vivió una situación similar a la del Lobo.
La que siempre mostró su fanatismo fue la madre de la actual vicepresidenta de Argentina y presidente del Senado. Era una habitué en las concentraciones de Gimnasia. Al ser consultado por Infobae, Sessa rememoró el día que fue invitado a comer a la casa de Ofelia Wilhelm.
“Nosotros poníamos en los televisores los partidos de la fecha, pero ella quería ver 678. Un día le dije ‘acá se miran los partidos, si quiere ver 678 vaya a su casa’. Yo se lo dije en tono de chiste, pero ella me contestó ‘bueno, en la semana vas a venir a mi casa y lo vemos juntos'”, soltó entre risas.
Aunque él no quería saber nada con el ofrecimiento, el presidente de la entidad de La Plata le insistió para aceptar la invitación. “Comimos unos fideos. Era una casa muy sencilla, ubicada en Tolosa. Fue una buena anfitriona. Era muy espontánea la señora”, concluyó.
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