A Tevez se lo veía más cerca del ex jugador que de la estrella de Boca. El propio Carlitos una tarde empezó a despedirse con sus declaraciones. Hasta pensó su futuro fuera de la Argentina. Ahí fue cuando el propio Román lanzó una frase riquelmista. “En mi barrio se juega la pelota. Y en el de él también. Hace dos años que Carlitos perdió esas ganas de jugar a la pelota. Queremos ver si somos capaces de recuperarlo. Que disfrute y que nos haga disfrutar a nosotros”, declaró el ídolo más ídolo apenas diez días después de entrar a votar en la Bombonera saltando como un hincha. Ya en su rol de vicepresidente -con todo el fútbol a sus pies- anunció unos mates, una mirada cara a cara y una pregunta clave hacia Tevez: “¿Vos querés volver a jugar a la pelota?”. ¿Quién podía pensar que unos 40 días después de esa declaración de Riquelme este Tevez sería el capitán del equipo? ¿Quién podía apostar que Boca iba a ganar en Córdoba después de mil años con un gol del Tevez que la rompió en Europa, con una definición de crack? ¿Quién podía presagiar que Tevez otra vez sería uno de los 9 de Boca y la voz de líder que avisó que se puede alcanzar a River? Uno de los pocos que imaginó a este Tevez fue Riquelme.
Tevez tiene otra relevancia en Boca. Su juego no reemplaza la ilusión fallida de contratar a un Paolo Guerrero. Carlitos por ahora tiene pequeñas intervenciones que delatan que fue el único crack del equipo. Contra Independiente se tomó el tiempo, giró y ajustó la pelota cerca del palo de Campaña. Casi gana un partido que Boca jugó mal desde la doble amarilla de Izquierdoz. Con Talleres la figura fue Villa. El colombiano con registros de velocidad de Mbappé es hoy el jugador más desequilibrante del plantel. Es el que levanta a la gente del asiento. Aun cuando le falte una mejor lectura para el final de su galope. Igual fue Tevez quien aseguró el triunfo con un pase fino a la red. Un punto a favor de su arranque del año es el entrenador. Russo no lo engañó con frases pomposas. Hasta le marcó cierta distancia. Tevez tiene un largo historial de contrapuntos con sus entrenadores pero esta vez es real que Alfaro lo usó para construir poder. No era cierto que fuera su bandera. Quedó al desnudo cuando lo mandó al banco para hacer jugar a Soldano de 8 y a Hurtado de 9. Antes había un enfrentamiento a la vista de todos: Tevez y Guillermo no se querían aunque compartieran la bandera de los ídolos que siempre se ve en la Bombonera.
La charla Riquelme-Tevez se demoró. Quedó claro que ahora en Boca manda Román. Primero fue por un episodio un tanto confuso con el contrato de Carlitos. Durante todo diciembre él declaró que se vencía a fines del 2019. Que en cinco minutos se ponía de acuerdo porque hasta accedía a que le bajaran la plata. Cuando la nueva dirigencia revisó los papeles se encontró con una sorpresa. En este caso no fue porque había menos dólares en la caja de los que se anunciaban con orgullo... Tevez tiene contrato hasta junio de este año y con una cláusula gatillo que sólo él podía ejecutar hasta el 15 de enero. O sea, los papeles ya no eran un problema. Riquelme y Ameal habían dicho que ellos no iban a descartar a Tevez en sus últimos días como Angelici hizo con Román cuando lo hizo ir a Argentinos. El tema entonces pasó a la cancha. Ahí sí hablaron de frente Román y Carlitos. Russo coincidió con la línea de pensamiento de JR. Si Carlitos sale mucho a jugar a tres cuartos, de 10, se lo devora el vértigo del fútbol argentino. No es Román. En el área todavía puede hacer daño. “Para mí los 9 juegan de 9 siempre. Habrá que buscar la forma de juego adecuado para que sea asistido”, declaró Russo hace unos días. Lo puso con Zárate primero y el domingo con Soldano. Puertas adentro, tanto al entrenador como a Riquelme le gustaron jugadas de Tevez de 9.
El Boca de Alfaro tenía un estilo que potenciaba a los centrales y al arquero. Líneas juntas, equipo compacto, una tarde llegaron a compartir el mediocampo De Rossi-Marcone-Capaldo. El 2019 fue más amigable con Lisandro López e Izquierdoz que con Mauro Zárate o Wanchope. Ahora Boca se quiere acostumbrar a atacar otra vez de la mano de Russo y la cabeza de Riquelme. Con Talleres, al costado de Campuzano corrió Pol Fernández. Por delante estuvieron Salvio, Villa, Tevez y Soldano. Si Boca insiste y potencia esta idea, Tevez puede sentirse más asistido. No es lo mismo el Licha López que recibía juego con Coudet que el Licha López que el sábado estuvo incómodo con el Racing mareado de Beccacece. Carlitos ahora es de nuevo tratado como una estrella en el equipo. Aunque ese rol es dentro de la cancha. No es dueño del equipo como en otras épocas, donde se encargaba hasta del gimnasio o se involucraba en la política del club. Se fue a tiempo de ese lugar que podía sacarlo del club a él también. O sea, tiene un ámbito acorde para que le dejen de preguntar por un tiempo de qué juega, algo que se repite desde el 2003 con el mismísimo Carlos Bianchi. Para ser el 9 de Riquelme. Para recuperar las ganas de jugar a la pelota que perdió hace dos años...