*Artículo publicado originalmente en Basquetplus.com
Aunque en general no me gusta, este texto es imposible sin hacerlo en primera persona, porque me ocurrió a mí hace 12 años, en el Preolímpico de Las Vegas. Año 2007. Y en ese momento, esto escribí para la edición en papel de la revista Básquet Plus.
Este Torneo de las Américas ha sido increíble para Básquet Plus. El privilegio de estar presente en este tipo de logros hace que uno, cada día, esté más convencido que el esfuerzo por cubrir las actuaciones más importantes del básquetbol mundial vale la pena, a pesar del costo económico que para nosotros significa. En este caso, nuestra presencia tuvo valor doble, porque no solamente nos llevamos la clasificación para Beijing, sino algo intangible, que sólo alguien que ama este juego puede valorar. Y bien vale explicar la historia.
Después del partido de Estados Unidos ante Puerto Rico, con el colega Carlos Prieto tuvimos la chance de hablar casi solos con Kobe Bryant durante diez minutos. Algo antes de contestar, le confesé a Kobe algo que es absoluta verdad: soy fan de los Lakers desde que tengo uso de la razón. Tendría 10 años. A Bryant le causó simpatía. Al terminar la charla, le dije que tenía una camiseta de los Lakers en mi hotel y si me la podría firmar al otro día. Lo pensó unos segundos y me dijo que no. Pero enseguida agregó: “Mañana te regalo mis zapatillas”.
Confieso que me sorprendió, pero me resultó muy natural que al otro día, después de jugar ante Uruguay, Bryant se fuera sin cumplir su promesa. Pero no terminé de salir del asombro cuando, jugándose el segundo cuarto del partido ante la Argentina, Kobe me viera en mi puesto de periodista –estaba muy cerca de la cancha- y me dijera, en perfecto español: “Tengo tus zapatos”. Terminó el partido, fui a la salida de los vestuarios, como todos los días, y Kobe salió con las zapatillas en la mano, las mismas que había utilizado ese mismo día, ambas autografiadas. Después de hablar con la prensa, me vio, vino directamente y me las regaló. Sólo pude atinar a decir un “Muchas gracias”. Debo reconocer que ha sido uno de los mejores regalos que he recibido en mi vida.
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