Así vivió el Che García su primer partido como entrenador de San Lorenzo: chiflidos y arengas

Aunque solo tuvo un entrenamiento con su nuevo equipo, logró ganarle a Boca por 68-66 y mostró su estilo que lo hizo popular en varios países

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El Che García saludó a todos los jugadores después del partido
El Che García saludó a todos los jugadores después del partido

De impecable traje oscuro, camisa blanca y corbata azul, lejos de los conjuntos deportivos que fueron su look registrado tanto en el seleccionado de Venezuela como en el de República Dominicana. Así lució Néstor García en su reaparición en la Liga Nacional de básquetbol luego de tres años de ausencia en la competencia.

El Che, como todos lo conocen, recibió una calurosa ovación en la presentación de los equipos previa al inicio de San Lorenzo-Boca, que marcó su debut como entrenador del equipo de Boedo. García devolvió el saludo con los brazos en alto y se cargó aún más de energía. Minutos antes había fumado uno de los cigarrillos que componen su ritual de cada partido. “Lo de la gente conmigo fue espectacular, como si yo hubiera estado acá hace años atrás. Yo sé que les voy a dar lo mejor, que les voy a dar la vida”, dijo Néstor después del inicio de una nueva etapa.

Al momento del juego, el entrenador bahiense no tardó en mostrar todo su histrionismo. Apenas habían transcurrido 54 segundos cuando soltó su primer chiflido característico para señalarles una situación defensiva a sus dirigidos. El marcador electrónico indicaba 8:38 en la cuenta regresiva del primer cuarto cuando Néstor se sentó por primera vez en el banco de suplentes. La calma le duró un suspiro. La primera protesta hacia los árbitros apareció cuando restaban 7:42 del período inicial. Y luego otra, esta vez más enérgica, cuando no pitaron lo que el Che vio como una clara falta sobre Nicolás Aguirre.

A todo esto, San Lorenzo sufría por sus desaciertos ofensivos y no lograba anotar. Entonces, el coach recurrió a su primer tiempo muerto solicitado. Un par de ataques después de las instrucciones, llegó la canasta que sacó a San Lorenzo del cero. Dar Tucker recuperó la pelota, corrió de aro a aro y provocó el estallido de los hinchas. El Che abrió los brazos y miró hacia arriba en lo que pareció una pregunta para alguna deidad: ¿tanto había que esperar?

En menos de un cuarto, Néstor García ya había montado su espectáculo personal: caminatas de diez pasos hacia un lado y luego hacia el otro, chiflidos para llamar la atención de los jugadores y posturas defensivas al borde de la cancha (también adentro). En definitiva, el entrenador más gestual estaba de regreso. Los intensos aplausos de aprobación, a pesar del inicio adverso, eran otra muestra más de su repertorio.

Tras un primer tiempo en el que San Lorenzo se había mostrado muy impreciso en ataque, con apenas 25 puntos anotados, el Che tocó las teclas adecuadas en el descanso largo. Otro cigarrillo para el entrenador y a volver a la cancha. El tetracampeón de la Liga Nacional, si bien no brilló, se presentó con otra energía para la segunda mitad. “Veía que los jugadores estaban con ganas, pero cuando la bola no entra es muy difícil. Si un equipo la mete, tapa errores. Lo peor que puede pasar es no tener actitud y eso no ocurrió. En el básquetbol moderno 11 puntos no es ventaja y de a poquito lo fuimos buscando. Los jugadores vienen de un receso y yo tampoco tengo la medida de cómo el equipo terminó el año físicamente. En el segundo tiempo mejoramos, nos entró la bola, defensivamente pusimos ganas y nos llevamos un partido que venía complicado”.

Esa segunda parte en la que San Lorenzo se recuperó en el juego y en el marcador, entregó más imágenes de un Che auténtico: arengó al público cuando San Lorenzo pasó por primera vez al frente, alentó y abrazó a Luciano González tras un triple fallado y gritó como un gol de fútbol un recupero clave de Penka Aguirre. "Yo dirijo así. Este club creyó en mí y veo que los jugadores me recibieron muy bien”, explicó el Che, exhausto, en la puerta del vestuario local.

La ajustada victoria en el estreno soltó el desahogo de García, quien apretó los puños, se abrazó con su colega Guillermo Narvarte y felicitó a cada uno de sus dirigidos. El San Lorenzo del Che ya dio su primer paso. Por supuesto que con el escaso tiempo de trabajo que tuvo el entrenador, aún no se ve su marca en el juego del equipo. “Yo ni lo había visto a San Lorenzo, así que no sé qué tuvo de mi sello y qué no. Tuve solamente un entrenamiento. Me metí un poco, pero me gusta cómo me abrieron las puertas. Estoy viendo cómo ir metiendo cosas tácticas, pero no hay tiempo. De a poco voy a ir agregando cosas”, dijo García.

Pasó la adrenalina del primer partido en la decimoséptima temporada del Che como entrenador en la Liga Nacional. También se terminó el tiempo de las palabras. Es momento para que Néstor trabaje y marque el rumbo que quiere darle al bicampeón de la Liga de las Américas. Pero, antes, un último cigarrillo antes de irse del estadio, su nueva casa. “Fumo en cada partido la misma cantidad, ya es como una cábala”, confesó el Che antes de despedirse.

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