En una de las tradicionales cenas de los caballeros de la noche, Miguel Ángel Russo fue al encuentro de Alfio Basile casi por imposición propia. En plena definición de su llegada a Boca, compartieron la mesa que habitualmente componen los históricos protagonistas del fútbol argentino. Esta vez no fue en La Raya, sede de las grandes veladas que se nutren con las anécdotas de los participantes desde hace décadas. El lugar elegido fue el Club Palermo, situado en la calle Fitz Roy, restaurante elegido hasta que el mítico local que se encontraba en Recoleta reabra sus puertas. La cita nocturna fue el lunes 23 de diciembre, exactamente una semana antes de la asunción del técnico que levantó la sexta Libertadores con el Xeneize, que finalmente se dio el lunes 30 en la Bombonera.
En una mesa en la que también estuvieron Mostaza Merlo, el Bambino Veira, el Ruso Ribolzi, Roberto Saporiti, Raúl Gámez y Horacio Pagani, entre otros comensales, el flamante DT xeneize arribó al lugar luego de cenar, cerca de las 23, cuando el café invitaba a extender la jornada.
Si bien Russo no es un personaje fijo en este tipo de eventos, sí se hace un lugar para alguna noche cuando se halla trabajando en Buenos Aires o su agenda se lo permite. Y la semana pasada no quiso perderse el último brindis del año junto a los amigos que le regaló el fútbol, con el condimento de la presencia estelar y bendición del Coco Basile.
Así fue que después del saludo ante los presentes del estratega elegido por Riquelme para comandar a Boca hubo cónclave privado con Coco, que ya había saboreado alguno de sus platos predilectos de la cantina y tenía alguna copa de vino encima. Informado sobre la inminente firma de Russo en la Ribera, el entrenador con pasado en la Selección le brindó sus conceptos más certeros y consejos basados en su experiencia a su colega. El ídolo de Racing le auguró un maravilloso futuro sentado en el banco boquense, de forma privada, y luego extendió su mensaje -brindis de por medio- ante el resto de los comensales bajo el compromiso de silencio (al menos hasta que se formalizara el acuerdo con el club).
“Le deseamos lo mejor en esta nueva etapa todos los que lo queremos. Para los de Central también que vinieron hasta acá”, dijo Basile de pie, mientras que el resto de los presentes acompañaron con gritos de aliento. “Bravo Miguel”, se escuchó desde un sector que interrumpió el mensaje del Coco. “En el 2007 fue campeón. Casi campeón del mundo, pero campeón de América”, cerró el DT que ganó cinco títulos cuando estuvo al frente del conjunto de la Ribera. “Grande Miguel”, cerró otro entusiasta antes del arribo del Zorrito Von Quintiero y Cucuza Castiello, quienes aportaron la cuota musical hasta pasadas las 3 de la madrugada en el corazón del barrio de Palermo.
Miguel agradeció tímidamente y optó por la mesura frente a los vitoreos hacia su persona. “Ojalá, ojalá se pueda dar esta oportunidad”, fue su escueto anticipo antes de dar rienda suelta ante el micrófono en su presentación del lunes pasado en las entrañas de la Bombonera.
Las copas de vino tinto y los espumantes sólo fueron interrumpidas cuando el Coco se pasó al Etiqueta Negra que lo estaba esperando con dos piedras de hielo. En cambio, Russo sólo atinó a mojarse los labios con la copa de champagne para el brindis y aceleró su partida, no sin antes abrazarse fraternalmente con Gámez, viejo amigo de Vélez, quien acudió especialmente para reencontrarlo. Y es que tras la rúbrica de su vínculo, es consciente de que tiene que estar en plenitud para el 3 de enero, cuando Boca comience la pretemporada en Ezeiza.
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