Con 72 años, Jorge Amor Ameal fue el candidato más experimentado de las elecciones en Boca. Es un empresario gastronómico y de la construcción oriundo de Berazategui que mostró su pasión por los colores desde que era chico. Lentamente se fue metiendo en la política durante la gestión de Antonio Alegre en los 80. Aunque comenzó a tener injerencia mayor cuando Mauricio Macri asumió en 1995: fue vocal dentro de su lista.
Ocupó diferentes cargos internos en la época dorada que comandó Macri en la institución y fue compañero de fórmula de Pedro Pompilio, hombre impulsado por el oficialismo, para las elecciones de 2007 con las que el macrismo se perpetuó en el poder (allí fue cuando el presidente boquense desembarcó como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires).
En noviembre de 2008 tuvo que tomar la presidencia tras el fallecimiento de Pompilio y se sentó en el sillón más importante de la institución hasta 2011. En el medio, sufrió la interna política que generó la acefalía por la pérdida del mandatario electo pero reunió fuerzas para presentarse como candidato.
Su punto de quiebre con Daniel Angelici, por entonces un tesorero sin renombre, fue por la decisión de renovarle el contrato a Juan Román Riquelme por cuatro años. El Tano se opuso a la extensión del vínculo del ídolo por las cifras que se estipularon y, cuando Ameal desempató una votación de comisión directiva (algo que no acostumbraba a hacer) y provocó la renuncia del po entonces tesorero, quien sería opositor en los comicios de 2011. Sí, con ese episodio se ganó su confianza y cosecharía los frutos de su gesto casi una década más tarde.
Con Ameal, Boca ganó el Apertura 2008 (en aquel recordado triangular con San Lorenzo y Tigre) y también el Apertura 2011, torneo que cuenta entre risas como un “récord” por haber sido una vuelta olímpica justo el mismo día en que perdió las elecciones. Reconoció no ser un experto en la materia futbolística y quizás por eso recurrió a Carlos Bianchi como manager en 2009, buscando que fuera el Ferguson de Argentina (un cargo que se ufana de haber instalado en el país). La historia no terminó bien: con la partida del Coco Basile como entrenador, se le ofreció el cargo de DT al Virrey y, ante un par de propuestas rechazadas, se cortó su vínculo a principios de 2010.
Ameal hizo fórmula con José Beraldi pero cayó en las urnas con la dupla Angelici-Moscariello (55% contra 45%). Desde allí pasó a formar parte de la oposición y trabajó para volver a la institución cuatro años más tarde. Esta vez, lo haría separado de Beraldi, quien entendió que le correspondía el turno de ser candidato a presidente y Ameal vice de su lista. Finalmente el periodista Mario Pergolini, con la intención de manejar el área comunicacional, fue su compañero de fórmula en 2015.
Fue una elección polarizada por los lazos políticos de uno y otro: Angelici, vinculado a un macrismo en su punto de esplendor por la asunción de Mauricio como presidente del país, y Ameal, con lazos en el kirchnerismo. Jorge Amor asegura que está a favor de la “política deportiva” y fue muy crítico a la hora de referirse al angelicismo, al que acusó de usar a Boca como trampolín para el poder.
Frustrado por la derrota electoral, en la que adjudicó la lista oficialista “paralela” de Beraldi (que según él le impidió captar más votos) y el apoyo de Macri a Angelici, decidió recomponerse y no claudicó. Generó la unión de varias agrupaciones (representó desde cero a Juntos por Boca y luego recibió la adhesión de otras dos más cinco movimientos), mantuvo el esquema con Pergolini y empezó a contactar a Riquelme, quien se había convertido en enemigo del oficialismo después de su retiro como profesional en Argentinos Juniors.
A Román lo tentó desde un principio pero cortó los contactos cuando el ídolo interpretó que lo quería usar como caballito de batalla de cara a las elecciones. JRR, siendo ex jugador en 2015, fue a votar por primera vez aunque mantuvo el hermetismo respecto a su identificación con alguna de las listas.
Con un aparato armado, el apoyo de una figura pública como Pergolini y una gloria que siempre se mostró opositor a Angelici como Jorge Bermúdez, se lanzó nuevamente para 2019. “Somos la verdadera oposición”, fue la chicana para Beraldi, insinuando que nuevamente su ex compañero de fórmula iba a “jugar” para el oficialismo.
Cuando pasó por el estudio de Infobae, Ameal declaró: “Si hablás de fútbol, sinónimo es Román”. Todavía no se había rubricado el acuerdo con Riquelme, pero él tenía claro que su destino era comandar la mesa de fútbol en su comisión directiva. Y de esta manera, supliría su carencia de conocimientos en la materia con un experto, tal como hizo con Bianchi anteriormente, para dedicarse en exclusivo a lo dirigencial.
El pedido de unidad a los directivos por parte de Juan Román Riquelme pudo haber descolocado al ala amealista. No obstante, la decisión estaba tomada: no sentarse a entablar negociaciones con el oficialismo. Es así que Angelici convocó a las 15 agrupaciones por expresa exigencia del ídolo y las únicas ausentes fueron las tres que seguían a Ameal.
Inmediatamente después de eso, Riquelme se comunicó con Angelici y Ameal. El 10 entendió que fue el momento de armar una estrategia para desairar al Tano y jugarse de lleno a la oposición (ya habiendo descartado a Beraldi como opción).
“Traté de enamorarlo”, reveló Ameal sobre la primera charla formal que tuvo con JRR. Dialogaron de fútbol, del proyecto, de sus funciones y le hicieron entender al ex jugador que era conveniente que se postulara como vicepresidente segundo, con la misión futbolística, antes de candidatearse para presidente en 2023. Haría una especie de curso acelerado antes de ir por el sillón mayor de la Bombonera.
Fueron varias rondas de mate y puntos suspensivos. Mientras Román coqueteó con el oficialismo, comenzó a convencerse de la otra opción. Pero se mantuvo callado.
Si Riquelme se mantenía en la neutralidad de nuevo, Ameal iba de punto a las elecciones. Su adhesión fue clave, el golpe de efecto necesario para imponerse en las urnas. Pero además, el nuevo presidente se sorprendió por la manera en la que se involucró el inexperto 10 en el barro político. Arengó a los socios a presentarse a votar, fue duro contra Angelici e insistió con la idea de terminar con la era macrista. Un bastión dentro de su campaña que contó con la anuencia de otras estrellas como Sebastián Battaglia, el Chelo Delgado y Alfredo Cascini.
Con los puños victoriosos en alto, ahora a Ameal le llegó el tiempo de gobernar. El desafío será mantener la armonía institucional y controlar su ego de presidente, para que goce de buena salud junto al de un poderoso comunicador como Pergolini y el del máximo ídolo de Boca.
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