Ariel Ortega fue el heredero del rol de fantasista en la Selección que dejó Diego Maradona en 1994. Se transformó en ídolo de River, donde ganó 7 títulos, incluida la Copa Libertadores en 1996. Jugó en Italia, en España, en Turquía; también supo brillar en Newell’s y en cada cancha por la que pasó sembró quiebres de cintura y perlas de su talento. Hoy, a los 45 años, trabaja en las divisiones inferiores del Millonario. Y ese pasado de gloria, todavía fresco (se retiró en 2012), a veces es necesario recordarlo...
Durante una entrevista con CNN Deportes, el Burrito explicó cómo es relacionarse con las nuevas generaciones a la hora de aportar como formador. “Vos tenés que adaptarte a los chicos, hoy por hoy, suena chocante contar lo que pasaba en mi época, te lo toman para mal. Trato de aggiornarme yo a ellos”, describió y puntualizó su estrategia.
A modo de ilustraicón, el ex enganche o mediapunta contó lo que le sucedió en sus comienzos como entrenador en la cantera del Millonario: “En los primeros días de entrenamientos con los chicos; la mayoría son del Interior, y uno me dijo: ‘Vos jugaste en algún lado?’ ‘No, yo llegué a Cuarta, Quinta, nada más’, le contesté. Y a los dos días, cuando lo volví a ver me dijo: ‘¡Cualquiera, me mentiste!’”.
Claro que el panorama en la época en la que el jujeño hizo su presentación en la élite era bastante diferente. Los referentes del plantel cobraban una especie de derecho de admisión en las primeras prácticas. “Tengo buena relación con los chicos, te dicen la verdad. Las épocas cambian. A mí me tocó jugar durante mi última etapa en el fútbol con chicos de 20 años, 18 años. Y te acomodás. Cuando debuté me marcaban Carlos Enrique, el Pipa Higuaín y Juan Amador Sánchez. Y te acomodaban un poco...”, concluyó con una pastilla de su experiencia, que lo forjó como el crack que terminó siendo.
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