Fue campeón en el Boca de Riquelme y Palermo, pero ahora está desocupado y tuvo que vender su auto para sobrevivir

A los 39 años, Adrián Guillermo busca trabajo. “Escobillón”, aquella promesa que llegó a la Selección Sub 20 convocado por José Pekerman, habla de sus dos años de gloria y de su duro presente

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Adrián Guillermo hoy, en un asado con amigos donde cuenta historias de su pasado en Boca. Ayer, con su explosiva aparición en el equipo azul y oro.
Adrián Guillermo hoy, en un asado con amigos donde cuenta historias de su pasado en Boca. Ayer, con su explosiva aparición en el equipo azul y oro.

Con tan solo 18 años Adrián Guillermo debutó en la primera de Boca en 1998, en la victoria 3-0 sobre Estudiantes. Y no fue un cambio cualquiera: en esa tarde calurosa, Carlos Bianchi lo mandó a la cancha por Guillermo Barros Schelotto cuando faltaban pocos minutos para terminar el encuentro. A la semana siguiente volvió a ingresar, pero esa vez por Chicho Serna en el Nuevo Gasómetro, cuando restaban unos 20 minutos y con el partido 1-1. El 3-1 final frente a San Lorenzo no solo dejó a Boca de cara al título, sino que además convirtió a Adrián Escobillón Guillermo en una variante muy valiosa para el equipo. El delantero estaba muy bien conceptuado por todos. Parecía estar destinado a la gloria.

-En tus comienzos se te conoció por un apodo, Escobillón. ¿Quién te puso ese sobrenombre?

-El loco del Pepe Basualdo. Estaba de moda un jugador de Estados Unidos: Cobi Jones. Era parecido y un día en una práctica me dijo: ¡¡Es Cobi Jones!! Pero me quedó Escobillón.

Puntero derecho, veloz, habilidoso y carismático. Tenía gambeta y atrevimiento, cosas que no abundan. La idea de Bianchi era ir llevándolo de a poco. Por eso, una semana después del partido contra San Lorenzo, volvió a convocarlo para jugar ante Talleres de Córdoba, en una Bombonera pasada por agua. Con el encuentro 1-1, reemplazó a Pepe Basualdo faltando tan solo tres minutos y, bajo un diluvio, pidió la pelota con desfachatez, hizo un desborde clave de cara al arco de Casa Amarilla y mandó un centro preciso a Palermo. Fue gol sobre la hora, locura y avalancha de flashes sobre el juvenil.

Gabriel Milito intenta detener el atrevimiento de Adrián Guillermo. La irrupción del juvenil deslumbró a José Pekerman que lo convocó a la Selección Sub20. (FotoBaires)
Gabriel Milito intenta detener el atrevimiento de Adrián Guillermo. La irrupción del juvenil deslumbró a José Pekerman que lo convocó a la Selección Sub20. (FotoBaires)

Boca finalmente ganó el campeonato y Adrián Guillermo vivía su momento más glorioso. El año siguiente no pudo empezar mejor: el gran José Pekerman lo convocaba para la Selección Sub 20. Pero lo que era un sueño cumplido terminó siendo una pesadilla. Una lesión en una de sus rodillas generó una polémica con Boca. Desde la AFA decían que el juvenil se había roto los ligamentos, pero juraba que sus dolores eran por jugar infiltrado. Hubo cruces y acusaciones mutuas entre el club y la Selección. Incluso, en un momento se llegó a decir que el delantero se había lastimado en un partido de barrio con amigos, que en el fútbol profesional es sinónimo de irresponsabilidad. Lo cierto es que nunca se operó.

Los rumores sobre su vida continuaron en los medios, se hablaba de algunas actitudes poco profesionales y de cierta indisciplina. Cosas que él negó siempre con mucho énfasis. Sin embargo, tal exposición, en el Mundo Bianchi, significaba ir al freezer, es decir, no ser tenido en cuenta siquiera para ir al banco de suplentes. Así como el 98 había sido el año del despegue, el 99 fue el que lo hizo retroceder dos casilleros. “Es habilidoso, pero problemático”, pensaban los dirigentes.

A principios de 2000 el jugador se fue a préstamo al inolvidable Badajoz de España, con Marcelo Tinelli a la cabeza. Luego pasó por Estudiantes, Jorge Wilstermann de Bolivia, San Telmo, El Porvenir, Huracanes de Colima en México, Deportivo Morón, Argentino de Merlo, Sportivo Luqueño de Paraguay, J. J. Urquiza, Defensores de Belgrano, la Academia de Entre Ríos, Compañía General de Salto y Club Atlético Smith de Carlos Casares. La gloria y los flashes de la Bombonera habían quedado lejos. Ya ninguna estrella lo vio brillar tanto.

Hoy la realidad de Adrián Guillermo es como la de muchos futbolistas que son catalogados como grandes promesas y terminan buscando su destino lejos de las canchas, con dificultades que tienen la mayoría de los ciudadanos, pero no aquellos que logran salir campéon en Boca y que suelen pasearse por los programas de televisión con trajes caros y autos de lujo. Porque aquel juvenil que brilló en una tarde de lluvia en la Bombonera tiene 39 años, carga con sacrificio la SUBE para viajar en colectivo y hace todo lo que esté a su alcance para poder alimentar a sus hijos.

-¿Cómo es eso de haber jugado en Boca, España, México, Paraguay y no tener auto?

-Malas decisiones. No voy a echarle la culpa a nadie. Hacía cumpleaños para cien personas y ahora somos cinco… Me separé y tuve que vender hace tres años el auto. También me dí el gusto de invitar a muchos amigos de veraneo a Mar del Plata. Hay veces que tomamos el tren con mis hijos (Camila y Dalmiro Román) y ellos me miran como diciendo: ‘¿En serio jugaste en Boca?’ Les pongo los videos y ahí me creen.

Guillermo agradece jugar en el equipo senior de Boca, aunque pese a sus 39 años no le disgusta la idea de intentar un año más en la alta competencia.
Guillermo agradece jugar en el equipo senior de Boca, aunque pese a sus 39 años no le disgusta la idea de intentar un año más en la alta competencia.

-Más cuando ves que hoy un jugador con tu proyección es casi millonario...

-Son otros tiempos. Yo jugaba en Primera e iba a entrenar en tren. Aunque a veces zafaba porque me llevaba el padre del Vasco Arruabarrena. Cuando dirigió a Boca lo fui a ver y me regaló un par de botines. Hoy día al jugador se lo prepara un poco mejor en todo sentido.

Adrián Guillermo contó que hace dos años trabajó como cartero, pero que ya abandonó ese oficio. Hoy vive de lo que gana en sus visitas a las peñas de Boca y los partidos que juega con el equipo Senior. También tiene algunas changas, que le van surgiendo, pero extraña la tranquilidad económica que le daba un trabajo fijo. Porque estar afuera de las canchas no solo lo golpeó en lo emocional, sino también en el bolsillo, y con hijos para alimentar.

-¿Te reconocía la gente en tu etapa de cartero?

- Por suerte no. Y digo por suerte porque como soy muy tímido no hubiera sabido qué contestar. Igual fue solo un tiempo para darle una mano a mi tío. Pero siento que lo mío es el fútbol. Sé que no soy un pibe, pero aún no descarto volver a jugar.

-¿Te fuiste bien de Boca cuando eras futbolista?

- No, y fue el peor error de mi vida. Estuve mal manejado por Settimio Aloisio, que en ese momento representaba a (Claudio) Caniggia y a (Gabriel) Batistuta entre otros. Me sacó del club por la Patria Potestad (legislación que sostiene el derecho del padre a trasladar a su familia de país). Y todos sabemos que eso no está bien visto en el mundo del fútbol. Entonces fue simple, me fui a España, Boca nunca mandó el transfer para poder jugar y en seis meses en Europa me comí toda la plata.

Adrián Guillermo en uno de los entrenamientos con la Primera de Boca, dos décadas atrás. (FotoBaires)
Adrián Guillermo en uno de los entrenamientos con la Primera de Boca, dos décadas atrás. (FotoBaires)

A partir de allí comenzó a deambular por clubes del ascenso en nuestro país o en pequeños conjuntos de Bolivia, Paraguay, México o de donde lo llamaran, sin importar el color de camiseta, la cantidad de hinchas o la categoría. Había que jugar para comer, no podía frenar para elegir.

Cuando la palabra Selección surge en la entrevista pareciera que su sistema de defensa se acentúa. Porque si bien era el comienzo de su carrera, hoy siente que fue el principio del final: las presiones de un representante, un médico apurado y la ansiedad lógica de su inexperiencia le jugaron en contra.

-¿Cómo fue ese paso por la Selección Sub 20 de Pekerman?

- Ahí me arruiné la carrera. Hacía cualquier cosa por jugar. Me infiltraba muy seguido y eso se paga. Cuando volví a Boca no me podía mover. Al día de hoy tengo dolores terribles.

-Siempre se dijo que te lesionaste en un partido con amigos…

- ¡Eso es mentira! Estaba hasta Pekerman presente cuando el doctor me infiltraba.

-Si tuvieras la máquina del tiempo, ¿qué cambiarías?

- Yo podría cambiar muchas cosas, pero la realidad es que lo que aconsejo es tener cuidado de quién te maneja. Hacen cosas a tus espaldas que después te pasan factura. Muchas personas hablan sin saber. Si te dicen a los 18 años que con una infiltración vas a poder jugar con Brasil, ¿que harían?

La teoría de que “cuando uno llora, nunca llora por lo que llora, sino por todas las cosas por las que no lloró en su debido momento” aplica a la perfección. Adrián mira el video del centro a Palermo y las lágrimas inundan sus ojos. Imposible no conmoverse.

-¿Hoy de qué vivís? ¿Alguien te ayuda económicamente?

- Vivo con lo justo en mi casa de Moreno. Apenas llego a fin de mes. Voy a las peñas con otros ex jugadores y ahí hago unos pesos. La verdad es que nadie sabe por lo que paso. No me gusta molestar, soy tímido. Si vos no me preguntaras nunca va a salir de mí contarte. Agradezco mucho al Turco Sleiman que me deja jugar en el Senior del club con Morel Rodríguez, Lalo Maradona y otros jugadores. Eso me mantiene vivo.

- ¿Encontrás alguna similitud del Boca de Alfaro con el de Bianchi?

- En ese Boca los colombianos se bañaban con agua fría... ¿Me explico? No conozco mucho la interna de este equipo, pero en aquellos años Bianchi marcaba diferencias. Un líder y padre para muchos de nosotros.

Adrián Guillermo se emociona con los recuerdos, pero sueña con torcer este presente difícil. En su intimidad espera un llamado mágico, que le devuelva de alguna manera la felicidad que tuvo en su juventud. “Si me das a elegir, que me llame Burdisso, para hacer lo que sea, si por mí fuera viviría en Boca”, esboza con una sonrisa. Mientras tanto limpia los botines con dedicación, no sea cosa que en el teléfono no esté el manager del Xeneize sino un técnico de algún equipo para volver a jugar en Primera. En ese caso, Escobillón irá en colectivo, tren o corriendo si hace falta. Porque se puede perder la fama, la gloria o hasta el dinero, pero lo último que se pierde es la esperanza.

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