-¿Sos malo o es parte del personaje?
-Soy malo o no según para qué y para quién. Yo soy un pibe muy común que se maneja con los códigos de antes de la calle.
-¿Por qué desde afuera se ve el Cascini malo, el de la cancha, el que mete miedo?
-Siempre me dicen que meto miedo. Es más: mis amigos me repiten que tengo todo el día cara de orto. Es normal para mí. Apenas me ves, pensás que soy malo. Pero cuando me conocés te das cuenta de que nada que ver. Pasa que siempre fui muy desconfiado. Eso hizo que me pusiera un escudo con todos.
-¿No te genera stress ver todo el tiempo por dónde viene la bala del otro?
-No. No estoy midiendo eso. Cuando se acerca alguien tengo una charla normal, soy muy abierto. Lo único es que hasta que yo no te conozca bien no te doy confianza. Al ser conocido pasa que se te acerca gente que parece de buena onda y te termina queriendo cagar. Entonces te cerrás. Y a veces juzgás mal.
-¿El desconfiado es el Cascini que llega a Primera o ya de pibito eras así?
-De chico ya era así. Por eso me quedó un ejemplo de cuando entré al vestuario de Primera, en Platense. Acercarse a Alejandro Nannini, el delantero, resultaba imposible. Era peor que yo. Después entramos en confianza y ahí una vez le dije: “Yo pensaba que eras un sorete”. Él me miró, se sonrió y me respondió. “No juzgues a las personas hasta no conocerlas. Recién una vez que las conocés, pensá que el otro es un sorete o no”. Esa enseñanza me quedó.
-¿Qué te dicen tus hijos de esa fama de malo?
-Ellos lo saben. A veces vienen y me dicen "papá, saludalo bien" al hombre. O al que fuera. Pero me sale así. Tendría que corregir algunas cosas pero es difícil a esta altura de mi vida.
-¿A los periodistas también te gustaba meterles pánico?
-Los periodistas me odiaban. Como yo los odiaba a ellos. Digo odio entre comillas. Pasaba eso sin conocernos en realidad. Era una pared que yo ponía. Es más: cuando dejé de jugar me puse a pensar que si hubiera sido un poquito más vivo me habría ido mejor en algunas cosas... Yo he visto jugadores, que estaban al lado mío, que para el diario ya entraban con 6 ó 7 puntos. Yo nunca fui de esa manera. Recién hice alguna amistad en Boca, de grande.
-¿Pero por qué ese rechazo?
-Iba a decir que ahora entiendo el trabajo de ustedes. En realidad siempre lo entendí. No era que no quería dar notas. Yo consideraba que mi tiempo era sagrado. Siempre fui muy familiero. Entonces para mí era ir a entrenarme, divertirme, estar de buen humor con mis compañeros... Pero al terminar me quería ir a mi casa. Hoy me pasa igual. Termino 90 Minutos y me voy a los pedos para mi casa.
-¿Qué es lo que más te sorprendió de los jugadores cuando pasaste del otro lado?
-Me enloquece que haya jugadores que hablan por atrás con los periodistas. Cuando me di cuenta me sentí un pelotudo terrible. Porque yo si bien no era capitán de Boca, o de Independiente, cada vez que hacíamos reuniones me metía y echábamos a todos del vestuario... Solo quedaba el plantel. Uno pensaba que ahí nadie hablaba. Nunca sospeché. Pero al venir a Fox, los periodistas a veces me mostraban el teléfono y me decían “mirá tu compañerito”. Porque había uno que seguía jugando y filtraba a lo loco... Yo me quería morir. Me dolió mucho. Porque me crié con tipos grandes que me enseñaron otra cosa. En Platense me bajaron línea Juan Amador Sánchez, Nannini. En Independiente lo hicieron monstruos como Burruchaga, Serrizuela, Gareca, Gordillo. Ahí había muchos códigos.
-¿Sentís que si hoy entrás a un vestuario de Primera te agarrás a piñas día por medio?
-No sé si me agarraría a piñas, pero seguro que viviría echando jugadores. El vestuario es una de las razones por las que no dirijo. Aunque en Los Andes la pasé bien con el Chelo Delgado. Mi personalidad es de pocas pulgas. Y no sé hasta dónde llegaría porque no sé negociar. No me gusta negociar. Yo soy un pibe que habla una vez sola.
-Pero no hay secretos entre 30 personas.
-Iré a la casa del jugador que habla y cuando lo agarro se tendrá que ir. Es él o yo.
-¿Te irías a la casa de los 30 a ver quién habla? Ni Bilardo se animó a tanto.
-No. Esto es chiquito. Si yo dirigiera hoy, con lo que sé del manejo, sería muy raro que se me escape quién habla...
Raúl no anda con el traje de malo por los pasillos del canal. Saluda a los otros periodistas que pasan por el comedor mientras habla con Infobae. Que fue un 5 campeón del mundo con Boca solo se descubre en uno de los tantos tatuajes que viven en su cuerpo. No es una postura con el resto. Es uno de los primeros en llegar para las reuniones de 90 Minutos, el programa que hace de lunes a viernes en Fox Sports. Y alrededor de las 12 del mediodía almuerza liviano con el equipo. Ahí se lo trata como uno más. Sus compañeros últimamente le mandan -y le leen en voz alta- los famosos hilos de Twitter que lo tienen como protagonista. Se trata de una cadena en la que hacen hablar a cada protagonista del programa -con su estilo definido- sobre un tema cualquiera. Desde rock hasta automovilismo. Así Vignolo arranca con su famoso “dameló, dameló” después del saludo de bienvenida. El Cabezón Ruggeri recuerda momentos de México 86 respondiéndole al Pollo. Y Raúl plantea situaciones en las que sugiere algo oscuro sin decirlo del todo. Ahí llega el remate que está para leyenda de remera: “Ya se va a saber la verdad”. A los 48 años, y esta vez sin patearle ningún penal al Milan para ser campeón del mundo con Boca, Cascini se hizo viral...
-¿Cómo te llevás con los memes y los hilos de Twitter con tu frase?
-Hoy ya me río. Mirá que soy un loquito. Cuando lo vi por primera vez lo quería ir a buscar al que lo escribía. O al que hacía el meme. Les dije a mis compañeros “vamos a llamarlo a éste, que venga acá a un día”. Ahora me cago de risa. Más que nada porque les causa gracia a mis hijos. Ellos me pasan todo lo que sale. O me mandan mis amigos.
-¿Tus hijos te dicen ya se va a saber la verdad?
-Sí. Me joden con eso. Me quiero morir, ja. Todo surgió por lo que digo en el programa. Yo a veces sé más cosas de las que digo al aire pero prefiero callar por mis códigos.
-¿Cuándo se va a saber la verdad sobre River? Vos decís que está bien en todos lados...
-Todo se sabe cuando las cosas andan mal. Es cuestión de esperar...
-Vos insististe mucho cuando apareció el rumor del dóping en River y vendieron a Driussi.
-No fue rumor. Saltaron dos positivos.
-Corrijo: el rumor fue que dieron positivo más jugadores.
-Eso sí. Eran más. Es incomprobable. Pero yo pienso que eran más...
-¿Y vos creés que por eso River vendió a Driussi?
-Sin ninguna duda.
-¿Con el VAR también ya se va a saber la verdad?
-Yo pienso que todos tenemos la tecnología en la mano y está bárbaro. Pero no todos sabemos usarla al ciento por ciento. No digo que el VAR no sirva. Sirve y mucho. Pero la van a seguir usando seres humanos. Y siempre puede fallar. Hay algunas jugadas que son raras...
-¿Cuáles?
-El penal de Pinola a Benítez...
-¿No creés que fue un error?
-No. El día que podamos escuchar las conversaciones sabremos quién tiene la culpa. Porque después empezaron con el “yo te llamé”, “vos no me escuchaste”. Y quedan las sospechas... Hubo muchas cosas extrañas con el VAR en la Libertadores. No lo invento yo. Si fue penal la jugada de Más en el Monumental, también fue penal de Pinola a Salvio en la Bombonera. Meterse es complicado. Pero uno que caminó, que anduvo en la cancha, piensa cosas...
-¿Cuando caminaste con la camiseta de Boca también sentiste que te ayudaron?
-El jugador nunca se entera. No viene uno y te dice "tranquilo que el árbitro va a estar bien, no se va a cagar". Porque a veces los problemas son más que nada de visitante. Hay canchas que son jodidas. Pasa. Son seres humanos. Vos ibas a Colo Colo y decías "acá el árbitro éste se caga todo".
-¿En tu momento Boca estaba bien en todos lados también?
-Estábamos bien en todos lados porque ganábamos... Vos tenés que conseguir que el árbitro sea imparcial. Después, andá y ganá el partido. Y tiene que estar bien de local y de visitante. Acá nos olvidamos. Decimos “de local te ayuda”. Sí, pero después vas de visitante y la pasás mal porque ayuda al otro. Si el árbitro no se equivoca, jugamos. Eso es estar bien. No que el árbitro vaya y te la ponga. Si te la puso es porque dormiste. Sos un Carlitos.
-¿Qué era Bianchi?
-Un maestro. Más allá de su sabiduría con el fútbol. Cuando un técnico te dice algo y después eso pasa en la cancha, decís “mierda, éste es una fiera”. Bianchi le erró solo una vez, justo en la final del Mundo con el Milan...
-¿Cómo qué le erró ese día?
-Sí. Porque dijo "el que hace un gol, gana". Y el primero que hizo el gol fue el Milan. Es más: ahí nos miramos todos. Te lo juro. Dijimos "cagamos". Por suerte empatamos enseguida...
-¿Por qué te enoja tanto la comparación de Bianchi con Gallardo?
-Porque está mal. Gallardo es hoy para River el mejor de todos. Como para Boca lo es Bianchi. Pero a Gallardo le falta para alcanzarlo...
-¿Qué le falta?
-¿Para alcanzarlo a Carlos? Le faltan un montón de Copas... Le falta la Copa del Mundo...
-¿No puede Gallardo significar para River lo mismo que Bianchi para Boca?
-Es el mejor para el club. Y puede ser como Bianchi. ¿Por qué no? Por ahí mañana se va a dirigir a Vélez y sale campeón como Carlos...
-Es una chicana.
-No. ¿Por qué? Por ahí tiene la suerte de ganar en otro club como Bianchi. No va a dirigir 50 años a River. O quizá se va a dirigir a Europa y gana la Champions, qué sé yo.
-¿Gallardo fue lo peor que le pasó a Boca en los últimos años?
-Noooo. Para nada. Lo peor que le pasó a Boca no es Gallardo. Lo peor que le pasó a Boca es que en estos años no supo mantener equipos. Esa es la falla. No tuvo estabilidad. Que vos digas “voy a la cancha a ver a estos 11”. Fue variando. En el medio de la Copa se fueron jugadores como Benedetto y Nández... Eso pasó. No Gallardo.
-¿Quedó pica con Gallardo de la noche de la Copa del 2004, la del arañazo al Pato Abbondanzieri?
-No, no. No sé, bah... Yo lo crucé solo una vez después. En el Country de Estudiantes. Él fue a ver a su hijo y yo al mío. Nos saludamos ese día.
-Esos partidos dejan huellas. Antes de agarrarse con el Pato fue con vos.
-Lo mío nunca fue con Gallardo. Yo era contra Martín. Porque el árbitro la tenía conmigo. Después se armó todo el quilombo y Gallardo se quiso llevar a uno. Y punto. Ahí cualquiera se puede pelear. Pero estábamos todos pensando en la final. Pasamos y no pude jugar el primer partido contra Once Caldas. Si me agarraba a piñas no jugaba nunca más. Que a veces te dan ganas es verdad. Te sale el barrio de adentro. Pero te tenés que medir.
-¿Ya saliste del jugador corporativo en la TV? Antes no hubieras dicho que Alfaro debía irse ahora mismo.
-Es verdad. Pero no es que haya cambiado mi forma de actuar. No me gusta criticar demasiado. Pasa que esta vez lo dije después de sus declaraciones. Un jugador se puede equivocar. Ahí lo caga a pedos el entrenador, que además puede sacarlo. ¿Ahora el técnico se puede equivocar? No. Desde ese lugar me salió. El día después de una derrota es difícil para mí, como jugador, enfrentar a un técnico al que veo muerto. Yo también estoy mal. Pero necesito que vos que sos mi jefe me levantes.
-¿Cómo es el día después de perder algo pesado en Boca?
-Terrible. Cuando perdimos con Once Caldas no salí a comer durante un mes. No fui a ningún lado. Y hoy, aunque pasaron 15 años, sigo pensando cómo puede ser que hayamos perdido esa final de Libertadores. Fue muy doloroso.
-¿Los jugadores de hoy sienten la derrota así? ¿Creés que hoy no salen durante un mes?
-No lo sé. Por eso lo que decía antes. Hoy me costaría dirigir. Imaginate que dirijo, me toca perder la final y me entero de que a los dos días mis jugadores están en un boliche. O andan de joda... Más allá de que la vida continúa y lo puedo entender, hay momentos. Después de perder no lo podría aceptar.
-¿Qué harías? Perdés una final y a los dos días un jugador tuyo está en un boliche.
-Lo llevo al confesionario a hablar...
-Ahí te dice “estoy mal, Raúl, pero la vida continúa”.
-No, a mí eso no me lo puede decir. Sí, la vida continúa: andate a tu casa, comé, dormí, pensá... Yo no digo que agarres un revólver y te mates. Pero también continúa tu imagen. Y el dolor del hincha, de la gente que está a tu alrededor, tu propio dolor. Si no te duele perder una final no tenés sentimientos.
-¿Te sentís una de las voces de Boca aunque estés afuera del club?
-Me siento escuchado porque estoy en uno de los mejores programas deportivos del país, si no es el mejor. Pero no más allá de eso. Yo no le cambio la ecuación a Boca.
-El hincha te escucha. El otro día se sintió reflejado cuando dijiste “este con River es un partido que si hay que agarrarse a piñas en el vestuario para ganarlo, hay que hacerlo”.
-Eso lo digo porque lo viví. Si hay que agarrarse a piñas en un vestuario no es la muerte de nadie.
-¿Vos te agarraste a piñas muchas veces en un vestuario?
-Dos veces. Una fue porque un compañero me levantó los brazos en la cancha. Le dije que no. Y me lo volvió a hacer. Ahí me calenté y me agarré a las piñas.
-¿El que hacía gestos era un pibe de Boca?
-No fue ahí... En Boca no me agarré nunca a piñas.
-¿Faltan hoy de esos jugadores?
-No lo sé. Hace mucho que no estoy en un vestuario. Puedo estar errado en lo que digo, pero yo siento que hoy los jugadores no le dan tanta importancia al partido, al día a día, a seguir al rival. A hacerlo ellos solos, digo. Sin la necesidad de que te lo marque el entrenador. Hablo de estar las 24 horas pensando en lo que viene. Para dónde te va a arrancar el rival. Saber contra quién te enfrentás. Yo no sé si los jugadores están tan empapados cómo lo hacíamos nosotros. Yo veía todo. Me encantaba.
-Y encima el penal al Milan te cambió la vida.
-El penal va a quedar. Pero lo más importante fue traer la Copa del Mundo. Eso va a quedar en la historia. En el Museo está la Copa Intercontinental, no el gol de Cascini.
-¿Qué pensaste desde que arrancaste a caminar hasta agarrar la pelota para patear?
-En el cagazo que tenía... En qué mierda iba a hacer cuando estuviera parado frente a la pelota, ja. Yo le dije a Carlos que estaba para patear. Pero cuando me vi en la lista para el cuarto penal pensé “¡¿para qué mierda le dije?!”. Ja. El peor momento es cuando estás parado en la mitad de cancha. Van pasando tus compañeros y llega tu momento... Ahí te querés morir. Es feo de verdad.
-Bilardo llegó a decir que había que acompañar al jugador en ese camino hacia el penal.
-Yo también lo escuché una vez decir que se tienen que parar los 11 jugadores en la raya del área grande y caminar desde ahí. Así el trayecto es más corto. Tiene razón. La mitad de la cancha es muy lejos. O mejor dicho: es una distancia normal pero a vos se te hace eterno.
-¿Te acordás qué sentiste cuando viste entrar la pelota?
-Lo primero fue en ir a buscar a mis compañeros. Después ya no quería que me abrazaran más porque me estaban matando. Estaba abajo de todo en una torre de cien tipos, ja. Casi me muero ahogado. Más tarde, en los festejos, cuando levantás la Copa, se te vienen un montón de cosas a la cabeza. La familia, la carrera... Ganar es muy lindo. Y no es fácil ganar. No son muchos los que tienen la suerte de ganar en el fútbol.
-¿Te hiciste hincha de Boca?
-El fútbol nos lleva a hacernos hinchas de las camisetas que usamos. Yo de muy chiquito era de Chacarita. Iba a verlo a todos lados, hice las Infantiles ahí. Después me jugaba la vida por mi camiseta. Era ganarle a mi rival porque sentía que me estaba choreando la plata.
-¿Hoy decís menos mal que no me convenció Ramón Díaz para ir a jugar a River?
-Esa historia fue brava. Yo estuve tres veces por ir a River. Ramón siempre me quiso llevar. Dos veces Independiente me declaró intransferible. Y la última, con el pase en mi poder, los jugadores inhibieron y no se pudo hacer el pase. Muy loco el fútbol. Después voy a Boca y tenemos la suerte de ganar todo.
-¿Te pusiste a pensar qué hubiera pasado si te ibas a River?
-No. Una vez que fui a Boca nunca pensé en River. Por ahí iba y hacía sapo.
-¿Por qué con todo lo que hiciste nunca jugaste en la Selección?
-En Independiente tuve uno de los mejores momentos de mi carrera. Pero se ve que a Passarella no le debía gustar... Estaba Astrada, que es amigo. Además había muchos más jugadores a la vista. Durábamos más acá. Yo de hecho jugué seis años en Independiente. Hoy, al nivel que tuve, no duraba un año que me vendían. Peleaba con Galetto; Peralta, que después fue a Boca; Almeyda; Mancuso...
-¿Te quedó la sensación de que los jugadores de River tenían ventaja?
-Un poquito de ventaja tenían los de River... Y sin querer, Menotti me sacó de la Selección. Le dijo en público a Passarella que el mejor volante central de la Argentina era yo. Y que no entendía cómo no iba a la Selección. Me terminó de liquidar. Le dije "Flaco, gracias, pero nunca más voy a la Selección, ja". De hecho yo gané los dos premios Clarín al mejor volante central. Los dos años a Astrada. Una terna la completaba Galetto y la otra Gancedo.
-¿Hay un Cascini en la actualidad, un volante central en el que te veas reflejado?
-Es difícil, porque los 5 como yo están desapareciendo con el fútbol moderno que defienden algunos. El 5 más clásico, más tapón, más posicional, no está. Pasa lo mismo en la Selección, que juega Paredes.
-¿Pero vos seguís pensando que el 5 de Boca es Giunta, Serna, Cascini?
-Sí. Yo sigo pensando que los 5 de los equipos grandes tienen que ser de ese estilo.
-¿Creés que va a volver ese clásico?
-Según quién esté al mando y quién dirija a Boca.
-¿Quién fue el mejor técnico que tuviste?
-Se me hace difícil. Tengo un amor incondicional con Pedro Marchetta. Lo amo como persona.
-¿Cuál es la mejor anécdota con él? Es un personaje tremendo.
-Pedro es lo más grande que hay. Sigo hablando con él. Las charlas eran lo mejor del mundo. Se ponía de espaldas, con los 11 rivales anotados en una pizarra y arrancaba desde el arquero a matarlos a todos. Las cosas que decía, ja. Después salíamos a la cancha, los mirábamos y nos reíamos por la charla.
-Una vez Ruggeri contó que de él dijo “el Cabezón no se cae, se desmaya”.
-Se lo quería comer esa vez el Cabezón. Una vez jugábamos Independiente-Ferro. Y Marchetta dice en la charla: "A Cancelarich, el arquero de Ferro, le tirás un colchón y es gol". Ese día 10 puntos le puso El Gráfico. La rompió, ja. Y así, diez millones. "El Ruso Prátola: se pone una media de cada color y se caga a patadas solo". El Negro era divino. Tuve también a Menotti, que me marcó. Me hizo cambiar la forma de jugar. A Bianchi en el cierre de mi carrera. Al Maestro Tabárez, un monstruo. A Miguelito Brindisi...
-¿Todos esos valores y esas experiencias le transmitiste a tu hijo futbolista? ¿Le contás tus enseñanzas o lo dejás ser?
-No, lo dejo ser. Por ahí cuando terminan los partidos me escribe y me dice "pa, cómo me viste". Si él me pregunta yo le digo. Si no, nada. Lo malo le digo nada más. No lo bueno. No lo acaricio nunca.
-Otra vez te sale el Cascini malo.
-Es que al jugador de fútbol no hay que acariciarlo. Le tenés que exigir todos los días para que no se conforme. Yo pienso así. Si le pegué bien a la pelota, si hice un cambio de frente, si cerré bien, lo sé. Ahora, si no le pegué bien, si hice cinco pases y se la dejé en el pecho al rival, lo sé pero le busco una excusa. Yo entonces te tengo que marcar el error. Por qué le pegaste así, por qué no cortaste la contra...
-¿Es difícil para Bautista ser el hijo de Cascini?
-Sí. Le costó. En este país cuesta ser hijo de un jugador. En Estudiantes le costó mucho. Y no sé por qué... Más siendo un chico del club, que tiene amor por la camiseta que le enseñó todo, hincha de Estudiantes como toda la familia. Le tocó debutar en la Primera y lo hizo bien. Tenía un futuro enorme en el club. Pero de un día para el otro desapareció. Me preguntás que pasó y ni idea. Aunque sí puedo asegurar que el apellido juega...
-¿Aunque te duela creés que hoy es mejor que esté afuera?
-Sí. Y eso que antes nunca hablé de mi hijo. Dejé pasar las cosas por amor a Estudiantes. Pero sufrimos. Le hicieron mucho daño a mi familia. Ninguno entendía nada. Venía todo el mundo y te decía "no entendemos por qué no juega". Yo, conociendo el paño, traté de no meterme. Recién a lo último fui para que me lo den. Igual me equivoqué cuando la vi bien y no hice nada. Dejé correr el tiempo al pedo. Después fue peor... Ahora ya está: que se la juegue afuera (Fotbal Club Botoșani de la Primera de Rumania) y que le vaya bien. Pero él quería triunfar en Estudiantes.
-¿Y cuando fuiste te dieron alguna explicación de qué había pasado?
-No me interesa que me den ninguna explicación porque sé que me van a mentir. ¿Para qué preguntar? ¿Para que se me salga la cadena y empiece a destrozarlos por todos lados? Yo no hago esas cosas. Aunque quizás algún día hable de Estudiantes y Bautista. El día que se me salga la cadena se va a saber la verdad...
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