Un 14 de noviembre de 1976, Argentinos Juniors visitó a San Lorenzo de Mar del Plata en el desaparecido estadio San Martín, por el Torneo Nacional. Y Diego Maradona, con flamantes 16 años, se dio el gusto de convertir sus primeros goles en Primera. Fueron dos, en la goleada del Bicho por 5 a 2 (Carlos Álvarez anotó las otras conquistas de la visita; Norberto Eresuma y Juan Miccio descontaron para el anfitrión).
Rubén Lucangioli fue el arquero de aquel San Lorenzo: nacido en La Plata, se afincó en la ciudad Feliz, donde se transformó en referencia y llegó a disputar 12 torneos Nacionales. Y olfateando que Maradona podía transformarse en una leyenda, guardó como un tesoro los guantes de aquella jornada y... la pelota. El botín quedó guardado bajo mil llaves, hasta que en 1998, una discusión lo sacó a la luz...
“Un día, en una charla con el viejo sobre fútbol, me dice: ‘Andá a buscar el recorte de la nota de tal partido que está guardada arriba’. Nosotros teníamos un altillo. Saco la bolsa, y ahí estaba todo, la pelota y los guantes. Tengo un nene que hoy tiene 25 años. En ese momento tenía cuatro. Como todo nene, cazó la pelota y se fue afuera a jugar con la pelota. Y teníamos una perra que se llamaba Pinky que moría por jugar a la pelota. Agarró la pelota, se la sacó a Santiago. Fue a la plaza y... La destrozó”, detalló Fabián, heredero del guardameta, ante las cámaras del programa Interior Futbolero.
“Mi papá no sabía que Santi se había llevado la pelota, estábamos discutiendo de fútbol con los recortes. Y mi hijo no sabía qué era esa pelota. Y se perdió. La destruyó la perra; volvió con un cachito de cuero en la boca. Mi viejo lo vio, se enojó y lo tiró. No te puedo decir lo que dijo mi viejo en ese momento”, completó la triste anécdota.
“Hasta ese día no me había hablado nunca de que la tenía. A mi viejo le habían ofrecido plata por la pelota. Y él dijo que no, era algo personal de él”, agregó Fabián. Lucangioli falleció en 2005, pero la familia conserva los guantes de ese día histórico. Diego alcanzó los 380 goles oficiales en su carrera, ganó el Mundial de México 1986 con la Selección y se transformó en ícono del fútbol mundial. Rubén fue el primero que lo sufrió en el arco, pero la pelota que hizo celebrar a Pelusa en la élite sintió primero la caricia de sus botines en 1976 y padeció el ímpetu de la perra Pinky 22 años después.
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