Estudiantes de Caseros es uno de los equipos sensación de 2019. Por resultados (ascendió de la Primera B a la Primera Nacional, donde está en zona de clasificación al Reducido; llegó a la semifinal de la Copa Argentina) y por juego, dado que practica un fútbol dinámico y ofensivo. El camino del Pincha se cruza con el de River multicampeón de Marcelo Gallardo en busca de la definición del certamen federal: será este jueves, desde las 21.10, en el estadio Mario Alberto Kempes.
El mentor de este Estudiantes que amenaza al Millonario se llama Diego Hernán Martínez, de 40 años. De profusa trayectoria en el Ascenso, el mediocampista por izquierda pasó por Almirante Brown, Cañuelas, Deportivo Morón, Ituzaingó, Gimnasia de Concepción del Uruguay, All Boys, Temperley y Estudiantes de Caseros, donde se retiró en 2011. En el exterior, tuvo su experiencia en Aurora de Guatemala, Deportivo Pereira de Colombia y Pierikos y Diagoras de Grecia. Un recorrido esforzado, en 14 años de camino. Cuando abandonó los botines se probó el buzo de entrenador. Y fue en ese rol cuando su nombre empezó a estar rodeado por luces más intensas.
Martínez formó parte del proyecto de Barcelona en Atlético Luján, que comandó Jorge Coqui Raffo; una iniciativa del club culé para detectar nuevos Messi en la tierra en la que nació. Esa posibilidad le permitió, por ejemplo, viajar en 2013 a Catalunya, donde pudo conocer al astro rosarino, sacarse una foto, y absorber la filosofía del blaugrana. En ese tránsito, su admiración por Pep Guardiola se hizo filosofía. Y a su modo, con sus herramientas, intenta trasladar esa idea a su Estudiantes. “Tratamos de ser un equipo ofensivo que piensa en el arco rival además de tomar recaudo en el nuestro. Nosotros tenemos nuestra forma de sentir el juego y tratamos de respetarla”, señaló el orientador, en diálogo con el programa Jogo Bonito, por Late 93.1.
Cuando Raffo pasó a manejar la cantera de Boca trabajó con las divisiones infantiles del Xeneize, pero en 2016 tomó una decisión arriesgada: optó por dejar el paraguas enorme que supone el Xeneize para asumir como técnico principal en Ituzaingó, que entonces militaba en la Primera D. En el León había conseguido un ascenso como futbolista, y el desafío pudo más que la comodidad.
Luego llegó el tiempo de buscar el hábitat ideal para desarrollar su idea: sin lograr títulos, tuvo momentos interesantes en Cañuelas y Midland; le fue mal en Comunicaciones, donde apenas consiguió dirigir cinco partidos. “No fue el paso esperado, pero salimos fortalecidos y confiados de hacer nuestro proyecto en otro lado”, explicó.
Pero el destino quiso que en su último club con los botines lograra el despegue como entrenador. En el trascendental cruce por Copa Argentina, “el partido más importante de nuestra carrera”, tendrá enfrente a Marcelo Gallardo, su espejo en el fútbol argentino. “Es un equipo que vemos mucho y nos sentimos identificados. Nos gusta cómo compite constantemente. Lo único que voy a hacer con #Gallardo es felicitarlo por el trabajo que está haciendo”, respondió.
“Vamos a competir”, asegura sin pruritos, ilusionado con llegar a la final (del otro lado de la llave aparecen Lanús y Central Córdoba de Santiago del Estero, que se medirán en La Rioja). Con la bandera de su idea. Con la consciencia del humilde camino recorrido como arma principal.
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