Previo al desembarco en Gimnasia y Esgrima La Plata que marcó su regreso al fútbol argentino, en el que cada fin de semana es ovacionado y reconocido en cada estadio que pisa, Diego Armando Maradona resurgió como entrenador en México al frente de Dorados de Sinaloa de la Segunda División. Allí, el Diez no solo revolucionó la ciudad de Culiacán sino que se reencontró con su mejor faceta como DT.
Este miércoles se estrena el documental Maradona en México, producido por Netflix. La serie constará de siete capítulos, en los que queda retratado el paso del campeón del mundo de 1986 en el Gran Pez y también su vida personal en una ciudad asociada con el narcotráfico y la cuna de Joaquín El Chapo Guzmán.
En la antesala de su publicación por la plataforma digital, Infobae pudo hablar con responsables de la producción y así develar las perlitas detrás de los más de siete meses de filmación.
SU RELACIÓN CON LAS CÁMARAS Y LAS ANÉCDOTAS PARA ROMPER EL HIELO:
El 12 de octubre de 2018, un mes después de su llegada a México, las cámaras comenzaron a rodar y a perseguir al Diez por todos lados. Con un equipo en la última posición de la tabla y un duro trabajo por delante, Maradona no se mostró cómodo ante la presencia de los encargados de realizar el documental. Caras de disgusto, poca paciencia y hasta algún fastidio por parte del entonces flamante DT se hicieron sentir, pero con el paso de los días Pelusa se fue soltando con la producción.
“Diego se transformó en un personaje de humor. Nos hacía morir de risas con sus anécdotas y rompía el hielo constantemente. Nos divertíamos tanto que fue cada vez más fácil acercarnos y grabar sus intimidades”, asegura una voz que estuvo del otro lado del lente. Quienes formaron parte de la producción coinciden en que los momentos más distendidos se vivían durante las sesiones de kinesiología que Diego tomaba con Christian Delgado, el argentino que se encargó del tratamiento de la pierna derecha del técnico y consiguió que vuelva a caminar sin dificultad. “Antes de iniciar con sus masajes, Diego contaba todo tipo de historias de sus experiencias alrededor del mundo y era imposible no reírse por la forma en el que las relataba”, cuentan desde México. Aquellas conexiones entre el astro nacido en Villa Fiorito con los realizadores del documental hicieron que estos últimos se sorprendieran y conocieran la clase de persona que en realidad es. “Siempre nos trató de una manera increíble, todos te hablan cosas malas de Diego, pero no es cierto. Una vez que nos ganamos su confianza nos dimos cuenta de que era un tipo fenomenal”, confiesan.
EL ÚNICO LUGAR PROHIBIDO PARA LAS CÁMARAS:
Los camarógrafos, microfonistas y productores tuvieron acceso a todos lados, desde los entrenamientos del equipo hasta al cumpleaños de Diego o incluso de su hijo Dieguito Fernando. O casi todos los lugares, ya que hubo un sitio al que les prohibió rotundamente meterse: las charlas técnicas antes del los partidos. “Ese espacio en específico fue el que siempre nos negaron. Era lo único que mantuvieron en privado, como un núcleo inalcanzable”, explican.
Tanto los empleados de la institución de Sinaloa como el entorno personal de Maradona se mostraron dispuestos a colaborar con el documental, pero nunca permitieron a los hombres de Netflix meterse en el vestuario minutos antes de cada juego. No había problema en filmar a los futbolistas vistiéndose o festejando después de las victorias, tampoco con caras largas luego de las derrotas, pero las conversaciones que Diego mantenía con sus jugadores eran sagradas. “Eran momentos muy sensibles y delicados, los que Diego siempre prefirió guardarse para él y su grupo”.
LAS IMÁGENES QUE NO SE VERÁN PREVIO AL FINAL FELIZ:
Maradona no llegó en las mejores condiciones de salud a Culiacán. Desde que puso un pie en América del Norte, arrastró un problema en una de sus piernas, que lejos de mejorar se agravó al sufrir una sinovitis aguda en su rodilla derecha, la cual no le permitía caminar y le causaba mucho dolor (al punto que cuando regresó al país se sometió a una operación y le colocaron una prótesis). Si bien Diego siempre se mostró positivo y nunca impidió que su lesión afectara su trabajo al frente del plantel de Dorados, había algo que lo frustraba y estaba a la vista: no poder patear una pelota durante los entrenamientos con sus jugadores.
Desde la productora confiesan que hay varias tomas del Diez intentando patear un balón, imágenes de dolor, secuencias de él en el piso después de caerse en el intento. Sin embargo, gracias a la rápida evolución en su recuperación se produce un hecho de suma felicidad: Diego sale al campo de juego acompañado por su ayudante de campo y amigo Luis Islas. Mientras el plantel de jugadores realiza ejercicios con el preparador físico, el Diez se acerca a la bolsa con pelotas y toma una. Se para adelante del esférico, toma impulso y lo patea con su zurda. Éxtasis. “Estoy pateando balones”, grita eufórico delante de las cámaras de filmación.
LA CHARLA QUE MARCÓ UN QUIEBRE EN EL PLANTEL DE DORADOS:
A lo largo de todo el rodaje hay un punto cumbre en cuanto a la emoción sentida por Maradona en sus diez meses de estadía en Culiacán: la primera final del Ascenso MX perdida ante Atlético San Luis. El Gran Pez había ganado la ida 1-0 y fue con la ilusión de coronarse al estadio Alfonso Lastras Ramírez, pero un 4-2 en contra tras una prórroga acabó con el sueño de la coronación. Entre lágrimas, los jugadores estaban desplomados en el vestuario visitante. Fue allí cuando apareció el Diez con su motivación que lo caracteriza.
“Ese días conocimos la sensibilidad de Diego ante la situación y cómo el tipo se fue emocionalmente hasta el suelo y cambió en un instante. Expresó su dolor con todos sus jugadores y momentos después les dijo ‘los quiero ver llorar pero también quiero que entiendan que este es el principio para lo que viene’. Les dio fuerza y ánimo a los jugadores, que se levantaron, y se comprometió a estar en la siguiente vuelta. Dicho y hecho lo cumplió, prometió volver a la final y allí llegó”.
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