Un auto, dos armas, tres barras, un video anunciando tiempos aún peores y una tribuna que se recalienta al calor de la nueva era. Todo eso quedó condensado en apenas unos minutos, lo que le costó a la Policía perseguir durante unas 17 cuadras y atrapar un Chevrolet corsa gris conducido por dos ex jefes de la barra brava de Independiente que supieron sembrar terror en la tribuna y quieren volver a ser. Uno de ellos fue muy famoso: César Rodríguez, alias Loquillo, líder de la facción Somos Nosotros que estuvo al mando de la popular entre 2012 y 2014. El otro tiene un nombre poco conocido para iniciados pero que pesó y mucho entre fines de los 90 y los primeros años de los 2000: Matías Daniel Olivera, alias Sting. Ambos cuentan con un prontuario de temer y un objetivo claro: volver a liderar la popular de Independiente desde 2020, caído en desgracia Pablo Bebote Álvarez, quien la semana pasada fue condenado a tres años y medio de prisión. Y la detención con armas en las calles de Temperley (aun cuando Loquillo fue liberado este mediodía) es un llamado poderoso de atención para un estadio que tras la caída de los máximos líderes había pasado a ser un lugar seguro para cualquier hincha del Rojo.
Las detenciones (también quedó aprehendido Ezequiel Sosa) se dieron cuando efectivos de la Comisaría Tercera de Lomas de Zamora le dieron la voz de alto al Corsa que venía a toda velocidad y zigzagueando por la avenida Pasco. El auto presuntamente conducido por Sosa huyó y fue interceptado bastante más adelante. Ahí se dio la primera sorpresa: debajo de uno de los asientos delanteros había un revólver 32 corto con dos cartuchos listos para ser disparados mientras que en la parte trasera se encontró una pistola calibre 22. La segunda fue la identidad de los detenidos que quedaron a disposición del fiscal Gerardo Loureyro. ¿Por qué la preocupación? Porque ambos ex líderes habían formado una alianza en julio de este año y esperaban la estocada final de la Justicia contra Bebote Álvarez para intentar el regreso a La Caldera del Diablo. Y estaban reclutando gente de todas partes y con prontuarios temibles para lograrlo.
De hecho, el grupo de Sting viene yendo en forma silenciosa a la popular Norte hace un tiempo. Si bien la barra formalmente quedó desarticulada tras la investigación por asociación ilícita que llevó a prisión a Álvarez y toda la cúpula, sigue habiendo un grupo con cierto manejo que tiene por cara visible a dos viejos barras, uno apodado Caniche y otro Bera. El primero de ellos es un compañero de correrías de Sting, quien a fines de la década del 90 formó parte de la violentísima facción de Dock Sud que gobernaba la tribuna del Rojo, junto a dos pesos pesados como Walter Linardi y el Gordo Raúl. El primero lleva años de prisión y el segundo terminó asesinado en 2004, poco tiempo después de que Bebote saliera de prisión y asumiera, tras el deceso de Raúl, el poder. Casualidades del mundo barra.
Sting además se hizo fuerte en dos grupos clave de la barra de Independiente. Uno, el barrio 4 de Junio, muy cerca del estadio, donde tenía por lugarteniente a Richard Moreira, también asesinado. El otro grupo es el de Dock Sud, que lideraba junto a Jonathan Ramos, alias Pichón, al que un sicario mató de tres tiros en un caso que jamás se resolvió. Sting, de fluida relación con varios sindicatos, como por ejemplo el de Panaderos, se alejó del mundo barra tras caer en prisión hace un tiempo largo por homicidio y robo. Pero diez meses atrás salió del penal de Ezeiza y empezó a juntarse otra vez con la gente del tablón y con el grupo de Dock Sud, cuya bandera se sigue viendo en el Libertadores de América.
Para formar un ejército más consistente para ganar la popular, recomenzó relaciones con otro viejo conocido y también ex presidiario, César Rodríguez. Loquillo hace tiempo que intentaba volver al sitial que supo conseguir en 2012. En 2011, tras salir de prisión, Bebote Álvarez lo había llevado como su segundo. Era la época en que Javier Cantero había ganado la presidencia del club. El último acto conjunto de ambos barras fue apretarlo en el despacho presidencial al mandamás de la institución. Tras eso, Bebote se refugió en Ibiza y Loquillo asumió todo el poder. Cuando Álvarez volvió de su periplo europeo intentando regresar al trono, Loquillo le explicó que ya no había lugar para ambos. Así empezó una larga guerra en la cual Rodríguez terminó perdiendo y con dos balazos incrustados en el tórax. Para 2014, con la asunción de Hugo Moyano como presidente, la barra volvía a manos de Bebote.
Recuperado, Loquillo intentó varias veces dar pelea por la tribuna y siempre perdió: la última, en el torneo de verano en Mar del Plata en 2017. Ahí se llamó a silencio pero tras la detención de la cúpula vio una hendija para volver y empezó a tejer la telaraña. Otra vez con la gente del 4 de Junio que aún le quedaba fiel, con grupos de Longchamps y una alianza estratégica con la facción del Docke de Sting. Ese sueño parece haberse roto ayer por la tarde, cuando la Policía los detuvo a ambos, y aunque Rodríguez recuperó la libertad este mediodía (no así Sting y Sosa), quedó en el ojo de la tormenta. Una tormenta que ojalá se disipe antes de que se desate con toda su furia sobre Avellaneda.
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