Fue el encargado de darle la última pátina de barniz a una obra de arte. Matías Godoy, dorsal 9 de la Selección Sub 17, recibió la perla de Matías Palacios, esa asistencia de pisada y taco, una jugada de tal repentización que ni siquiera tiene nombre. ¿Un chiche de Ronaldinho? ¿Una pincelada de Riquelme? Y el atacante de Atlético de Rafaela le puso la rúbrica: enganche y remate cruzado para el 3-1 de Argentina ante Tayikistán, que confirmó el pasaje a los octavos de final del Mundial. “Mati es uno de los mejores, de los distintos, lo aprovechamos de la mejor manera. Fue la primera vez que me dio un pase así y lo fui a buscar para abrazarlo en el festejo. Cuando llegamos al hotel después del partido, todos le dimos un aplauso muy grande”, revela Godoy la intimidad de uno de los mejores goles de la Copa del Mundo de Brasil.
El atacante de la Crema es el goleador del seleccionado argentino en el Mundial, con dos gritos (también le anotó a Camerún; la misma cantidad tiene Franco Orozco). Fue, además, el máximo anotador en el Sudamericano de Perú, en el que la Albiceleste se consagró campeona (tres conquistas). Esta misma camada también celebró en el Sudamericano Sub 15 de 2017. Todo, bajo la impronta de Pablo Aimar y Diego Placente, dos ex participantes de la época de gloria de los juveniles con José Pekerman y Hugo Tocalli, que hoy transmiten el mismo contenido, con el mismo éxito. “Nos conocemos desde hace tres años, nos adaptamos muy rápido a la idea de juego y a los valores que nos identifican. Ya somos una familia, cada uno conoce las intimidades del otro. Y no hay titulares y suplentes; el que juega, lo hace bien”, da el clavo en uno de los pilares de esta etapa.
El combinado nacional avanzó a la próxima fase como mejor segundo de la zona E. España (por diferencia de gol), se quedó con el primer puesto. “Es un Mundial están los mejores equipos del mundo y por algo están acá; sabíamos que ningún partido iba a ser fácil. Clasificamos con justicia. No sé si nos quedó una espina por no ser primeros. Jugamos de igual a igual con España y empatamos. Después nos tomamos revancha contra Camerún, partido en el que dimos una muestra de carácter importante, porque empezamos perdiendo, pero terminamos ganando 3-1”, describe el camino recorrido.
Para cualquier espectador, el imparcial y el involucrado, es un placer ver un partido de esta Selección (el jueves a las 20 buscará un lugar en la semifinal ante Paraguay). Por propuesta y por actitud. “Es difícil solo mirarlos sólo como técnicos a Pablo (Aimar) y a Diego (Placente), más que nada por la trayectoria que tuvieron en el fútbol. Aprendemos cada día de ellos. Este equipo tomó sus enseñanzas, sus valores. Por eso el otro día, en lugar de festejar después de ganarle a Tayikistán, fuimos a consolar a los rivales. Si estábamos del otro lado, no nos hubiese gustado que nos festejen en la cara”, explica Godoy con una sencillez que asombra.
No es la única virtud que resalta en la bajada de línea del seleccionado. “Son varias cosas. Saludar cuando llegamos no cuesta nada, levantamos los platos de la mesa para ayudar a los ue nos atienden; son cosas que nos hacen mejores personas”, detalla el juvenil.
Lo de Godoy tiene doble mérito. En un plantel plagado de chicos que prometen, junto al arquerito Federico Losas es uno de los futbolistas que llegó al Mundial militando en un equipo que juega en la Primera Nacional. Pero esa pequeña desventaja no lo privó, por ejemplo, de picarle un penal a Brasil en un amistoso histórico, dado que estos chicos lograron vencer al Scratch por primera vez como visitantes en esta categoría. O de, además de mostrar su capacidad realizadora, desbordar como un wing y asistir, como en el 2-1 de Orozco en el último partido. “No me gusta estar tanto sin tocar la pelota, tiro diagonales, me gusta tanto asistir como hacer goles. Si hay un compañero mejor ubicado, la paso. A todos nos gusta convertir, y en este equipo es más fácil por los compañeros que tengo al lado, te hacen mejor jugador y te simplifican las cosas. Tienen mucha jerarquía, te llevan la pelota al área y tenés que definir”, reparte méritos.
Pero desde Atlético de Rafaela (club al que recaló a los 9 años) ya colecciona miradas de todo el mundo. Porque no sólo el fútbol grande de la Argentina lo observa desde cerca para incorporarlo (Rosario Central y Colón, por ejemplo, lo sondearon), sino que un gigante como el Chelsea le viene haciendo un seguimiento pormenorizado. “A uno lo llena de orgullo. Con mi familia hicimos una sacrificio muy grande para llegar hasta acá, y que Chelsea te siga te conmueve un poco. Lo tomo de la mejor forma, tranquilo, trabajando. Ya estar en la Selección es un orgullo grande. Desde chiquito uno sueña esto, más viniendo desde Rafaela, un equipo que la pelea en la B Nacional”, subraya.
En la Crema debutó en Primera con apenas 16 años, y cuando los compromisos con la Albiceleste se lo permiten, es tenido en cuenta en el primer equipo. Y todo Ceres, ciudad de la provincia de Santa Fe de la que es oriundo (de alrededor de 30.000 habitantes) se moviliza cuando le toca jugar. “Tanto en Atlético como en mi pueblo valoran que estoy en la Selección, me lo hacen sentir cuando estoy allá”, infla el pecho esta admirador de Luis Suárez. “Me siento reflejado, pero me falta mucho para compararme con él”, apunta.
En Ceres lo respaldan su papá, su mamá y sus hermanos. El más grande, también futbolista, pero marcador central. ¿Y cuándo se dan los cruces entre los Godoy, quién se impone? “Gana el delantero”, se divierte Godoy.
La Selección le abrió otra puerta impensada. Le permitió vivir “el momento más feliz de mi vida”. ¿Un gol? ¿Los títulos en los Sudamericanos? No. “Pude sacarme una foto y compartir un entrenamiento con Messi. Verlo jugar en la práctica es más fuerte todavía que hacerlo desde la tribuna, o por la tele”, se emociona.
La Selección nunca consiguió el título en un Mundial Sub 17: se subió al podio en tres oportunidades; en las ediciones de 1991, 1995 y 2003, cuando se quedó con el tercer puesto. ¿Podrá quebrar el estigma esta generación de Pablo Aimar? ¿Con qué se conforman los chicos? “Argentina no se conforma con nada, con lo único que nos conformamos es con el título”, define Matías, con la misma convicción con la que mira a los ojos al arquero dentro del área.
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