Si hay algo que mantiene José Gustavo “Pepe” Sand pese al inexorable paso del tiempo, es su profesionalismo. Sus cuidados con absoluto detalle (algo que todos sus compañeros admiran) y la pasión con la que sigue gritando sus goles, con el puño cerrado, son su sello característico y aunque todo indicaba que iba a convertirse en un goleador histórico de River Plate, terminó siendo el máximo anotador de la historia de Lanús después de que superara a Luis Arrieta y ya lleva 123 tantos con la camiseta granate.
Las cifras, a los 39 años, resultan sorprendentes: jugó todos los partidos (29) y todos los minutos (2.610) de Lanús en el 2019. Boca lo volvió a padecer en el 2-1 por la fecha 11 de la Superliga: le anotó por séptima vez en su carrera. “Apuesto al trabajo y gracias a Dios las cosas están saliendo bien”, afirma, humilde.
Pepe Sand nació el 17 de julio de 1980 en el seno de una familia muy pobre en la localidad correntina de Bella Vista, y tras dar sus primeros pasos como arquero, a los once años comenzó a jugar de centrodelantero y nunca más cambió de posición.
Alcanzó a jugar en el Deportivo Ferro de su ciudad, aunque su padre, Raúl, camionero, era presidente del vecino Club Barrio Norte y ya para 1993 decidió ir a probar suerte a Buenos Aires, nada menos que en River. Le fue muy bien y en el primer entrenamiento marcó cuatro goles y decidieron ficharlo, por lo que se quedó a vivir en las instalaciones que tiene la entidad para jóvenes del interior del país. Tuvo que ser fuerte. Al poco tiempo de llegar, se enteró del fallecimiento de su padre.
Sand, por ese entonces era “El Mono”, “Oreja” o “Joselo” y admiraba a Gabriel Batistuta y era el niño mimado de Rodolfo Talamonti, un amigo de Ángel Labruna que trataba de ayudar a los chicos del club. Es que Pepe pasaba todo el día en River y hasta llegó a hacer algunos trabajos de cadete para la Presidencia en sus horas libres, y compartía momentos con sus amigos Franco Costanzo, Gabriel Pereyra, Guillermo Pereyra y especialmente, el riojano Alesio Tagliaferri, su compañero de habitación. A esa generación pertenecen, entre otros, Martín Demichelis y Diego Escudero.
Sand, como otros cincuenta jóvenes, vivía en la pensión de River ubicada debajo de la tribuna del Monumental, cerca de la zona de los quinchos, con treinta habitaciones con dos personas en cada una aunque Pepe era un privilegiado porque dormía en la planta baja, donde sólo había dos personas y esto, sumado a su carácter, le permitía tener en su poder el control remoto de la única TV del lugar, por lo que todos tenían que mirar lo que él decidía, en un lugar en el que a las 20 se cenaba y una hora más tarde se cerraba la puerta quedaba a la calle y ya nadie podía salir y no había internet.
Para todos esos jóvenes, Sand era un personaje muy particular. Era grandote, robusto (1,82 metro y 79 kilos), y al mismo tiempo, impecable en sus cuidados para rendir al ciento por ciento en cada partido. Los que lo trataron de cerca cuentan que andaba siempre con sus galletitas de salvado y su té. No le gustaban la noche ni las salidas. Siempre estaba con su grupo cerrado y miraba con cara de malo, parco, fuerte y de gran personalidad, que le encantaba fajarse con los defensores rivales. Sus compañeros de aquel tiempo tienen un buen recuerdo y sostienen que “si te podía dar una mano, te la daba”.
Sin embargo, contra todo pronóstico, a Sand le costó demasiado llegar en River, especialmente cuando merodeó la Primera. Los que lo conocieron en esa etapa creen que se debió a que toda la ventaja que desde las categorías menores sacaba por su físico, se fueron diluyendo contra jugadores de talla o peso parecidos. Y comenzó a convertir menos goles.
Decidieron prestarlo a Colón de Santa Fe, con el que acabó debutando en Primera en el Torneo Apertura 1999, aunque apenas jugó cinco partidos y convirtió un gol. De allí fue a jugar a Independiente Rivadavia de Mendoza en el Nacional B, durante el primer semestre de 2000, pero no pudo marcar goles en los diecinueve partidos. Recaló entonces en 2001 en el Vitoria Bahía de Brasil (13 partidos y 4 goles) y ya en la temporada 2002-2003 pasó a préstamo a Defensores de Belgrano.
Recién para 2004 pudo regresar a River, cuando el director técnico era Leonardo Astrada. Alcanzó a ganar el Torneo Clausura, compartió equipo con Marcelo Gallardo, y permaneció por dos años, con 15 goles en 63 partidos, pero sin conseguir afianzarse como titular y de hecho, no se fue en buena relación con los hinchas, que lo llegaron a hostigar cuando regresó al Monumental con otras camisetas.
Pasó a Banfield en 2005 y en 2006 tuvo un breve pero fructífero regreso a Colón. El equipo era dirigido por el Huevo Julio César Toresani y cuando se acercaba el final de año, su compañero Claudio Enría le comentó que Lanús estaba interesado en sus servicios para 2007 y le dio buenas referencias del club granate. Efectivamente, días más tarde su representante, Juan Criuz Oller, le puso sobre la mesa dos posibilidades, la del Necaxa mexicano y la de Lanús, según cuenta Néstor Bova en su libro “97 Íconos de la Historia Granate”. Apareció entonces Toresani y le dijo “éste es el equipo para vos, el único que te puede hacer campeón. Dicho y hecho, Sand sería campeón con Lanús en 2007. Doce años más tarde, cuando Pepe se enteró de la muerte de su ex DT en Colón, llegó a publicar un aviso fúnebre en el diario El Litoral.
Su gran destape fue con Lanús en 2007, con Ramón Cabrero como DT. Fue campeón del Apertura (el primer torneo ganado por los granates en el profesionalismo), se clasificó para dos Copas Libertadores seguidas y fue goleador dos torneos seguidos (Apertura 2008 y Clausura 2009), algo que no lo conseguía nadie desde Diego Maradona en los dos torneos de 1980 (Metropolitano y Nacional).
A mediados de 2009 se fue a Al Ain de Emiratos Árabes Unidos por siete millones de euros. A fines de 2010 fue cedido al Deportivo La Coruña por 500.000 euros, pero jugó sólo cinco partidos, sin goles, y como el equipo descendió a Segunda, se fue a jugar al Tijuana mexicano. Un año después, a mediados de 2012, volvió a la Argentina para jugar en Racing pero en su debut ante Atlético Rafaela erró dos penales en el Cilindro, aunque dos fechas más tarde, metió los dos goles en el clásico de Avellaneda (2-0) por el Torneo Inicial. Lo extraño es que esos fueron sus dos únicos goles en el campeonato. Era el jugador mejor pago del plantel, jugó 24 partidos, pero sólo hizo 2 goles a Independiente. Se fue a Tigre y su primer gol fue frente a Racing (3-1 ganó el Matador), pero fue el único gol que convirtió con esa camiseta en 12 partidos. También tuvo un breve paso por Argentinos Juniors.
Allí se fue a jugar al Nacional B con Boca Unidos de su provincia, pero no logró el ascenso y marcó 4 goles en 15 partidos. Ya en febrero de 2015 pasó a Aldosivi, en Primera, donde recuperó totalmente su capacidad goleadora y eso lo volvió a depositar en Lanús, para 2016, a los 35 años y ese mismo año ganó el título con Jorge Almirón de DT, e hizo el tercer gol de la final en la que su equipo vapuleó 4-0 a San Lorenzo en el mismo Monumental que lo vio crecer, y meses más tarde ganó la Copa del Bicentenario al vencer a Racing en Avellaneda. Un año después, llegó a la final de la Copa Libertadores con Lanús por primera vez en la historia del club y para eso, participó en la remontada ante el River de Gallardo de un 0-3 con dos goles. Al terminar ese partido, caminó 83 kilómetros por una promesa que le había hecho a la Virgen de Itatí. “Me aguante las cargadas por 15 días. Me dijeron hasta cornudo”, dijo sobre los hinchas de River.
También anotó en la final como local ante Gremio de Porto Alegre, de penal, pero no alcanzó y perdieron 1-2 (1-3 en el global). En esa etapa con Lanús ganaría el título argentino, la Copa del Bicentenario y la Supercopa Argentina en 2016 y se convirtió en el goleador más veterano de la historia de la Copa Libertadores en la edición 2017 (37 años y 135 días) y en la suma de las dos competiciones, ese mismo año fue el máximo goleador argentino con 27.
Una vez terminada la participación de Lanús en la Copa Libertadores 2017 con la decepción de la derrota en la final, la dirigencia granate decidió apostar por los jóvenes y Sand fue uno de los que tuvo que emigrar, no sin polémica con los dirigentes, en especial con el presidente Nicolás Russo, quien al saber que se marchaba al Deportivo Cali, le preguntó “¿dónde quedaron las lágrimas de cuando volviste? Espero que a donde juegues te vaya como el culo”, a lo que Sand respondió: “Cumplía 38 años pero vos gritabas mis goles”.
Con el equipo colombiano tuvo algunas destacadas actuaciones y otras, fallidas, como cuando en los octavos de final de la Copa Sudamericana 2018, ante Liga de Quito, como visitante, perdió tres ocasiones clarísimas de gol, pero en la revancha, como local, terminó marcando el gol que le dio el pase a su equipo a la fase siguiente. En total marcó 14 goles y al terminar esta etapa hizo las paces con los dirigentes de Lanús y se produjo su regreso para una tercera etapa, y el pasado 6 de octubre, por la novena fecha de la Superliga y a los 39 años, pudo alcanzar a Luis Arrieta como máximo goleador histórico del club con 120 tantos (ahora tiene 122), al convertirle un gol a Rosario Central.
La historia goleadora de Sand no está exenta de polémicas. Por ejemplo, tiene acreditados dos goles más pero que no se le cuentan en la estadística. En 2017, Lanús le ganó a Chapecoense de Brasil 1-0 con un gol suyo, pero luego se le dio por ganado el partido al equipo argentino 3-0 por la mala inclusión de un jugador y por reglamento, los otros dos goles se le adjudicaron a él por ser ese día el capitán.
Hay tres discordias más por goles que sí le computan: Uno, en un clásico ante BAnfield que Lanús ganó 1-0. El gol lo hizo Maxi Velázquez pero Pepe participó de la jugada intentando empujar con el pecho un centro-remate del lateral izquierdo, pero nunca llegó a tocarla y con los años, lo reconoció. En 2016 ante Atlético Tucumán intentó empujar una pelota en el área y Nicolás Romat la introdujo en su propio arco. El tercero fue ese mismo año ante Unión cuando desbordó el paraguayo Miguel Almirón, tiró un centro rasante que Sand fue a disputar con Jonathan Fleitas, y el defensor tatengue introdujo sin querer la pelota en su propio arco.
En total lleva convertidos en su carrera 266 goles en 602 partidos y le marcó muchos goles a todos los equipos grandes, 12 a Independiente, 11 a Racing, 8 a San Lorenzo y 6 a River y a Boca. Y no es casualidad que destaque, de los delanteros actuales, a Lucas Alario y a Lautaro Martínez, de buena estatura y juego físico.
Llegó a ser convocado para la selección argentina por Alfio Basile en 2008 ante Chile por la clasificación al Mundial 2010, e ingresó por Esteban Cambiasso faltando ocho minutos, y en 2009, Diego Maradona lo citó para jugar un amistoso ante Panamá en Santa Fe, participó en los primeros 45 minutos, y fue sustituido en el entretiempo.
De su abuelo, heredó la pasión por los caballos de carrera. Tiene un haras que se llama Sand y allí cría especialmente cuartos de milla y tiene yeguas como Doña Fantástica y Doña Amanda. Esas tierras las compró en 2004, tras su paso por River.
Con Fantasía, la yegua que compartía con su hermano César y que murió luego de participar en una de las cuadreras (carreras de caballos clandestinas) el pasado 27 de agosto en el Jockey Club de Goya, Corrientes, llegó a ser imputado en la causa por “dopaje de animales, juego clandestino, ejercicio ilegal de la medicina y asociación ilícita”. La yegua cayó desplomada y muerta por un presunto “paro cardio-respiratorio debido al suministro ilegal de un cóctel de drogas, además realizado por una persona sin el título habilitante, que se le habría aplicado antes de la carrera para mejorar su rendimiento, y dentro de un previo e ilegal acuerdo basado en apuestas clandestinas a cargo de un grupo que conformaría una banda criminal encargada de organizar carreras de caballos ilegales denominadas cuadreras”, según aseguraron desde la Asociación de Abogados y Funcionarios por los Derechos Animales (AFADA).
A los 39 años, sostiene que el basquetbolista de la selección argentina Luis Scola, de su misma edad, lo motiva. “José es una pieza clave en la remontada de Lanús en el último tiempo y no me sorprende lo que hace. Lo veo día a día en los entrenamientos. Se cuida mucho y trabaja intensamente para estar bien en lo físico y no sólo es importante para definir sino también para asistir”, dice de él Luis Zubeldía, su director técnico, acaso citando uno de los principales secretos de la vigencia de Pepe Sand.
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