La jueza María del Carmen Mora justificó en 80 páginas lo que podría haber dicho con una sola frase: “Bebote, no te creo nada”. Porque eso se desprende de la sentencia a tres años y medio de prisión para Pablo Álvarez, el famoso Bebote, el ex líder de la barra brava de Independiente, por el intento de extorsión al ex entrenador del club, Ariel Holan, del 19 de octubre de 2017, cuando le exigió 50.000 dólares para viajar con otros violentos al Mundial de Rusia. Y el fallo que se conoció este mediodía se constituyó en un mojón histórico en la lucha contra la violencia en el fútbol. Porque por primera vez un capo barra es condenado por apretar a un técnico, versión lunfarda de la académica “tentativa de extorsión”, delito que se le probó tras cuatro audiencias de debate. Bebote no asistió a la lectura de la condena y sólo estuvo presente uno de sus abogados, Alejandro Pérez, una abogada del estudio Iezzi-Varone, que representaba a Holan, la fiscal Mariana Monti, quien había pedido cuatro años de reclusión e Infobae, único medio presente. El fallo no lo devuelve al barra al penal de Melchor Romero, donde pasó 23 meses, sino a su casa, ya que desde el mes pasado cumple prisión domiciliaria tanto por este hecho como por la causa de asociación ilícita donde se lo acusa de ser jefe y aún no tiene fecha de juicio.
Para la jueza Mora, los ocho testigos que fueron llamados al estrado fueron concluyentes sobre la extorsión de Álvarez. No sólo consideró los relatos de quienes compartieron el vehículo donde se produjo el delito (su ayudante de campo Fernando Tellechea y su amigo Daniel Ramos) quienes dejaron en claro que el episodio había sido violentísimo. “Tenía miedo de que sacara un destornillador e hiciera algo más”, aseguró Ramos ante el Tribunal. También mensuró los cuatro amigos de Holan que almorzaron con él minutos después del apriete, en el club El Progreso, de Avellaneda. Todos relataron lo mismo: que el ex DT estaba nervioso, que dijo haber sido apretado y que estaba pensando en dejar de dirigir. Y narraron que durante el almuerzo cuatro barras de Independiente se pasearon por el lugar en actitud amenazante. También fue importante la declaración de Juan Manuel Lugones, el titular de la Agencia de Prevención en Violencia en el Deporte y denunciante del caso, quien afirmó que lo llevó él a la Justicia, porque Holan tenía miedo de represalias si lo hacía él mismo.
Otro punto no menor fue el dato confirmado por el entrenador que desde aquel día y aún hoy vive con custodia policial. El único testigo que relativizó un poco el tenor de la situación fue uno de los ayudantes de Holan, Leandro Stilletano, pero al no haber estado presente en el lugar ni en el almuerzo posterior, su testimonio no tuvo la misma contundencia que todos los anteriores. La jueza también desestimó la estrategia de la defensa de decir que estaba todo armado por el gobierno bonaerense, porque Holan admitió que no pagaba los abogados y que éstos eran docentes en el Ministerio de Seguridad que maneja Cristian Ritondo. Para la magistrada, lo que importa es si el hecho existió o no, y lo dio por probado. En sus últimas palabras y tal como había reflejado Infobae la semana anterior, Bebote había dicho que “yo le pedí una colaboración como a todos los técnicos que pasaron por el club. El que quería ponía y el que no, no pasaba nada. Este juicio es un circo que montaron para sacarme del medio porque era el opositor con mayores votos para ser presidente de Independiente”. Pero la Justicia no le creyó y teniendo en cuenta el mínimo y el máximo de la pena (va de dos años y medio a cinco), la titular del Tribunal Oral 5 eligió tres años y medio, que es efectiva (hasta tres se considera en suspenso). Utilizó como agravante que Bebote fue con al menos otros seis barras que estaban en dos motos y dos vehículos más, y eso de por sí generaba mayor grado de intimidación. No valoró en cambio los antecedentes penales del barra, cuyo último problema con la ley penal data de 15 años atrás, por lo cual ya no es reincidente.
¿Cómo sigue la historia ahora? Por un lado, Álvarez continuará con prisión domiciliaria con tobillera electrónica, porque si bien por el tiempo que transcurrió en prisión podría tener libertad condicional, aún tiene en proceso la causa por asociación ilícita. Mientras, su abogado Alejandro Pérez le confirmó a Infobae que apelará la pena. “Es una sentencia arbitraria. Tenían que condenarlo para justificar el tiempo que lleva preso, pero jamás probaron que Pablo lo amenazó porque eso no sucedió. Es una causa armada por el Ministerio de Seguridad. Vamos a apelar y la Cámara va a revocar este fallo injusto”, aseguró. Distinta fue la visión de la fiscal Monti: “No vengo del mundo del fútbol y no conocía a Álvarez hasta este juicio. A mí no me importa si es referente de una barra, como se autodenominó, o no. Logré probar lo que hizo. Lo único que me sorprende es cómo el mundo del fútbol se ampara en los códigos para no condenar estas actitudes delictivas”.
Sobre este último tema, la jueza Mora, quién ya había condenado a barras de Lanús años atrás y hablado de connivencia con autoridades y fuerzas de seguridad, fue concreta en su sentencia: “Para finalizar, no puedo evitar señalar que expresiones como submundo del fútbol, códigos, resultan eufemismos para designar y naturalizar conductas violentas que han producido incluso muertes y que subsisten con la connivencia de dirigentes y otras personas allegadas al deporte que resguardan intereses económicos de gran envergadura por encima de los clubes que dicen defender”. Clarísimo. Tanto como que este fallo puede ser un hito que anime a otros actores del fútbol a denunciar cada vez que un barra los apriete dando un paso adelante en la solución a este mal endémico que corroe al fútbol argentino.
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