Es sólo un partido de fútbol pero no se trata solamente de un partido de fútbol. Aunque parezca increíble, el Superclásico revancha de semifinal de Copa Libertadores se convirtió en cuestión de días en el partido más custodiado de la historia argentina. Porque la Policía de la Ciudad, a cargo del operativo, montó cuatro caminos posibles para la llegada del micro de River, que en principio tomaría el Paseo del Bajo, pero según cómo esté la situación que será monitoreada desde el comando de control de las fuerzas de seguridad de CABA, podría tomar por el Metrobús o también por otras dos rutas que se guardan bajo hermetismo total. Semejante silencio de radio tiene que ver con la hipótesis con la que trabaja el Gobierno porteño y que llevó al secretario de Seguridad, Marcelo D’Alessandro, a hacer una denuncia preventiva en la 31 a cargo del doctor Carlos Rolero por posibles ataques al micro, tras un relevamiento por la web realizado por el área de cibercrimen. Cierto, lo que sucede en las redes a veces tiene poco contacto con la realidad pero en este caso, el Gobierno le da entidad. A días de las elecciones donde el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta busca su reelección, cualquier incidente podría perjudicar su imagen.
Pero por fuera de lo que circula en la nube, los uniformados que trabajan en Seguridad Deportiva tienen tres hipótesis de conflicto aún más preocupantes. La primera está sobre el grupo de La Boca de la barra brava xeneize, que en este tipo de partidos suele ocupar la bandeja inferior que da al Riachuelo. Desde allí por ejemplo se lanzó el drone del fantasmita y habían preparado otras sorpresitas para el clásico inconcluso de la Copa de 2015, el del famoso gas pimienta. Por entonces había quedado en la mira Hernán Cantón, hombre fuerte del grupo y sobrino del mítico capobarra Santiago Lancry, aunque finalmente logró zafar de la investigación judicial. Ahora se vieron movimientos algo extraños el viernes pasado, en el encuentro frente a Racing, y habrá vigilancia especial sobre ese grupo. También el viernes llamó la atención la presencia de un grupito de hinchas proveniente del barrio chino de la Villa 31, que generaron algunos disturbios en el ingreso de las puertas siete y ocho. Su referente es otro hombre que pisó fuerte en la barra, llamado Aldo, y no se sabe si lo de la otra noche pudo haber sido un preámbulo de este Súper. Allí habrá otro operativo especial. Y también sobre la segunda bandeja que da al Riachuelo, donde va la barra disidente, que hasta ahora no se ha hecho oír pero que una derrota de Boca podría poner el clima político del club al rojo vivo e invitarlos a actuar.
Alguien se podría preguntar por qué entonces no hay vigilancia extrema sobre el grupo oficial de La Doce, el de Rafael Di Zeo y Mauro Martín. La respuesta es sencilla: el negocio de la barra marcha sobre rieles y no parecen estar dispuestos a generar algún disturbio que ponga en riesgo sus pingües ganancias. De hecho, la recomendación generosa del club fue en ese sentido. Eso sí, en caso de que se encienda un fuego en otro sector, esta vez estarían lejos de ir a apagarlo o a acallar voces disidentes a la comisión directiva, como vino sucediendo en varios encuentros.
El otro punto que preocupa es la propia reacción de los hinchas comunes, ya que el temor es que muchos de ellos, en el caso de que Boca no pueda con River, se manifiesten con violencia en medio del match. Esto es más imprevisible y no tendrá en tribunas y plateas precaución policial, ya que sólo habrá hombres de seguridad privada en las gradas que llamarán a los uniformados sólo en caso extremo. En total, serán 800 los efectivos privados que se sumarán a los 1.500 que desplegará la Ciudad. Esto conforma un operativo de 2.300 policías, algo inédito.
“Venimos trabajando en inteligencia criminal. Realizamos una denuncia de oficio. Porque a través del departamento de cibercrimen detectamos que se venía convocando para realizar hechos violentos si el resultado es adverso, venimos trabajando fuerte en ese sentido. Venimos monitoreando las diferentes facciones, tanto de la barra como de algunos sectores del barrio”, afirmó D’Alessandro, quien agregó: “La principal preocupación es el traslado del micro de River. Hay 3 o 4 alternativas del ingreso del micro, pero no vamos a decir por dónde va a ir. Algunas facciones de hinchas de Boca estaban viendo por dónde ingresaba el micro, en una especie de revancha por lo del año pasado".
El traslado del micro ocurrirá después del banderazo que se realizará en el Monumental a las 17 horas para despedir al plantel. En principio, el micro saldrá a las 18 y tomará Lugones rumbo al Paseo del Bajo para después entrar al barrio de La Boca. Será encapsulado por el Grupo de Acción Motorizada con no menos de 30 motos y varios vehículos policiales más dos helicópteros que informarán en tiempo real si hay algún problema más adelante, lo que sumado a los drones y el globo aerostático y los sistemas de vigilancia de imágenes móviles podrán alertar si el camino elegido no es el correcto y se debe tomar alguna de las tres vías alternativas para llegar sin riesgo al estadio. Cabe aclarar que River tiene micro antivandálico, lo que permite que en caso de agresión externa con una piedra el vidrio se astille pero no se rompa. Insólito que se deba usar un vehículo así cuando se trata sólo de un partido de fútbol.
El estadio abrirá sus puertas a las 17:30, pero todo el operativo comenzará a las 10 y se extenderá hasta las dos de la madrugada con un foco concreto en el Obelisco, por si los hinchas del equipo que pase a la final deciden concentrarse en ese ícono porteño para festejar. También habrá un punto de vigilancia importante en la intersección de Almirante Brown y Pérez Galdós, ya que allí esperará la barra de Boca la llegada del micro xeneize para hacer durante unos diez minutos una muestra de apoyo que presumen masiva. Así se espera el Superclásico, que por más importante que sea sólo debería ser un partido de fútbol y no provocar este despliegue policial que se parece más a un operativo de guerra.
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