A sus habituales cábalas (el rosario que lo acompañó en el Mundial de 1986, el anillo que le regaló el Dinamo Brest valuado en 300.000 euros, la gorra de Venezuela, los diálogos con su mamá durante el juego), le agregó otra: ingresó al campo del estadio Juan Carmelo Zerillo con una planta de ruda y la colocó junto al banco de suplentes. Pero ni así Diego Maradona consiguió espantar la mala suerte: Gimnasia volvió a perder como local 1-0 ante Unión (gol de Ezequiel Bonifacio, justo un ex Lobo) y encadenó su cuarta derrota en cinco encuentros con el Diez al comando del plantel.
Y eso que el ánimo del público tripero lucía renovado luego de la victoria de Gimnasia ante Godoy Cruz en la fecha pasada. Además, apareció en cancha una nueva mascota: un muñeco con la cara del astro, que hizo furor en las redes sociales. Ninguno de esos factores influyó. El conjunto tripero volvió a fallar en las áreas, donde se definen los partidos. Y la situación delicada en la tabla de los promedios se agudizó: el Lobo se halla último, a 12 unidades de Banfield, el último equipo que se está salvando de perder la categoría.
El ex capitán de la selección argentina, de 58 años, se mostró apesadumbrado tras la caída: no brindó su habitual conferencia de prensa y apenas dejó algunas sentencias todavía pisando el césped, ante las cámaras de la transmisión oficial. “Faltó el gol. Fue todo de Gimnasia y la única que tuvieron ellos fue gol. No se puede dar ventaja y se ve que la estamos dando”, dijo, entre lamento y autocrítica (o tirón de orejas a sus futbolistas).
Luego, le consultaron por el clásico de la ciudad de La Plata ante Estudiantes, pautado para el sábado 2 de noviembre a las 15.30 en el Bosque. Y allí fue terminante. “Nos jugamos muchísimo, nos jugamos la vida, la vida de toda nuestra familia”, subrayó. En realidad, el fixture marca que antes Gimnasia deberá probarse ante Newell’s en Rosario, el próximo martes 29 de octubre, por la fecha 11 de la Superliga. Allí volverá a vivir otro conmovedor homenaje, dado que pasó por la Lepra en 1993. Pero como ya dijo en ocasión de la derrota ante Talleres en Córdoba, “no quiero más reconocimientos, quiero puntos”. Y en ese plan está todo su cuerpo técnico.
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