“¡Castro, a vos te gusta más la City (por la discoteca) que el arco”, le gritó Mostaza Merlo en un entrenamiento de la Selección Sub 17, a modo de broma. Días antes del Mundial, le comunicó que no pasó el último corte de la lista que disputó la Copa del Mundo de la categoría. “Me quedé afuera del Mundial una semana antes de que empezara. Y desde ahí no jugué más al fútbol”, supo revelar Luciano Castro en una entrevista con TyC Sports.
Sí, Luciano Castro es Luciano Castro. El actor, buque insignia de toda novela exitosa, hoy protagonista de la tira Pequeña Victoria, por Telefe, y noticia en las últimas horas por la filtración de una foto íntima. Antes de embarcarse como uno de los jóvenes que acompañaban a Cris Morena en el programa Jugate Conmigo jugó al fútbol con suceso hasta que colgó los guantes. Era arquero, se formó en Argentinos Juniors, categoría 75, la misma que integraban, por ejemplo, Leonardo Pininito Mas o Sebastián Vignolo; el Pollo, hoy relator y periodista. Y tenía un año más que Sebastián Pena, Juan Pablo Sorin, Andrés Grande o Marcelo Trapasso, aunque también supo mezclarse con ellos a medida que avanzó en las divisiones inferiores.
“El que me inculcó el deporte como forma de vida fue mi viejo”, recordó Castro, también ferviente apasionado por el boxeo. Su padre fue arquero, pero en Chacarita Juniors. “Pedro Lozano era el club de mi barrio. Fui y jugué un partido contra Parque, creo que nos ganaron 30-0. Y Petrocelli, el arquero de Chaca campeón del 69, estaba viendo el partido junto a mi viejo. Y le dijo: 'Le voy a decir a Maddoni -célebre formador de Parque- si necesita un arquero. Y a la semana estaba entrenando ahí”, contó Luciano la génesis de su vínculo con el fútbol.
La pelota lo llevó a vincularse con varias promesas que luego se transformaron en estrellas. “En Parque estaban Sorin, Pena Cambiasso, Pocho Insúa. Con Sorin se generó una relación; con el Cuchu no tanto, porque es categoría 80 y no era tan atorrante como nosotros”, comentó hace unos años en una nota con el programa Tarde Extra.
Ahora bien, ¿cómo era Luciano como arquero? “Era arriesgado y tapaba muy bien las pelotas abajo”, lo define Carlos Balcaza, su entrenador en Octava y Novena División, ante la consulta de Infobae. “Mientras lo tuve yo, el titular era Raúl Sanzotti, que en ese entonces ya tenía un físico más de arquero y tenía muy buen saque; se destacaba por la pegada”, apunta el director técnico sobre el luego guardameta del Bicho, Defensores de Belgrano y Belgrano; quien también posteriormente se dedicó a la dirección técnica.
“Era una muy buena persona, aplicado; hacía todo lo que le pedían. Y cuando no le tocaba jugar, apoyaba a los compañeros. Era una muy linda categoría; salimos campeones en Novena. Se trataba de un grupo de chicos que vivía para el fútbol”, continuó Balcaza con su radiografía sobre el hoy actor. Cuando Castro logró continuidad, se hizo lugar en las selecciones juveniles que comandaba Reinaldo Carlos Merlo, entonces ayudante de campo del Coco Basile en el combinado Mayor. “Jugué Sub 15, Sub 16 y Sub 17”, reveló el galán.
Ya entonces lo deslumbraba un joven desgarbado con una pegada prodigiosa; hijo de futbolista, como él. “La Bruja Verón... A los 15 años llenaba la mitad de cancha de pelotas y jugaba a pegarle al travesaño mientras nosotros ya nos estábamos duchando y tomando coca. Me gritaba 'Castro, haceme la gamba, quedate en el arco. Y te atendía desde donde quería”, relató. No fue el único que lo hizo padecer... Alguna vez comentó que el Burrito Ortega, clase 74, lo hizo revolcar con una gambeta, al punto que quitarse la tierra de la cara “me llevó cuatro o cinco días”.
“En es esa época, cada categoría de Argentinos tenía tres o cuatro jugadores que se distinguían, y todos intentaban jugar. Ahora siguen haciéndolo, pero los chicos tienen otras distracciones”, rememora Balcaza. En ese sentido, Castro supo revivir una anécdota que ilustra que el estilo del Bicho no se negociaba. “Sebastián Pena era el 2 más raro del mundo. Yo lo he visto contra Ferro bajarla de pecho y tirarle un caño de costado al 9 para salir jugando. Era un lujo verlo jugar”, remarcó.
Pero el destino, en lugar de colocarlo bajo las luces del estadio, lo relacionó con las luces de neón. “En una época era vecino y, cuando me lo cruzaba por la calle, me hacía bromas y recordaba que no lo ponía como titular. También me ha pasado con Vignolo, un muy buen enganche o mediocampista izquierdo, que me cargaba con que yo le había dado el pase libre”, concluyó Balcaza. De los pósters a las marquesinas, tal vez, hay un solo paso.
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