El particular método de Marcelo Gallardo para planificar los Superclásicos ante Boca y la clave del factor sorpresa

El técnico de River sabe que los Superclásicos son una suerte de campeonato aparte y por eso prepara cada duelo de un modo particular. ¿Se viene otra sorpresa de las suyas para el martes, en la primera semifinal de la Copa Libertadores en el Monumental?

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El DT volverá a apelar
El DT volverá a apelar a la estrategia de aguardar a último momento para dar la formación (Foto: AP/Natacha Pisarenko)

Primero lo sufrió Rodolfo Arruabarrena y luego lo padeció Guillermo Barros Schelotto. Ante los últimos ex técnicos de Boca, Marcelo Gallardo le sacó lustre a su condición de estratega y especialista en las series mano a mano: desde que está en River, su equipo ganó 49 de las 60 que disputó entre competencias internacionales y nacionales. El entrenador de River superó en los duelos estratégicos al Vasco en las semifinales de la Copa Sudamericana 2014 y en los octavos de final de la Copa Libertadores 2015, y al Mellizo en la Supercopa Argentina 2018 y en la histórica final de la Libertadores 2018, en Madrid. Quizá por eso, porque Gallardo siempre echa mano a alguna fórmula ganadora en los momentos cruciales, los hinchas de River esperan antes confiados que preocupados el inminente cruce por las semifinales de la Libertadores ante Boca, que comenzará este martes a las 21.30 en el Monumental y tendrá su segundo capítulo el 22 de octubre en la Bombonera.

Esas cuatro victorias de River en los cruces “pierde, paga” que se jugaron desde 2014 hasta hoy tuvieron un denominador común: el factor sorpresa. En cada uno de esos triunfos, Gallardo apeló a alguna táctica o búsqueda diferente para intentar sorprender a su rival y los resultados le sonrieron. Ahora, en la previa del primer chico de las semifinales, en la intimidad del plantel de River suena con fuerza una frase enigmática: “Vamos a preparar algo distinto al partido de la Superliga. En algo vamos a cambiar”.

El domingo 1 de septiembre, en el Monumental, River y Boca igualaron sin goles por la quinta fecha de la Superliga. River lo vivió poco menos que como una derrota y Boca se fue de Núñez con una tenue sonrisa: después de todo, pareció que su objetivo principal fue no perder. Gustavo Alfaro hizo jugar a Boca con un esquema ultraconservador, al punto de que durante buena parte del partido pareció resignar las posibilidades ofensivas. Y River, que fue superior en el juego, mostró menos frescura que de costumbre para atacar, acaso porque tuvo apenas dos días de descanso tras haber jugado ante Cerro Porteño en Paraguay por los cuartos de final de la Libertadores, y desperdició las oportunidades de gol que generó, que no fueron tantas. Ahora, reconocen en River, algo deberán modificar para conseguir una ventaja que les permita dar un primer paso ganador en búsqueda de la tercera final en el ciclo Gallardo.

¿Será un cambio de esquema táctico, con cinco defensores? ¿Será una variante en la disposición que contemple la presencia de tres delanteros? ¿O habrá algún cambio de posición de algún futbolista puntual que se vuelva difícil de descifrar para Boca? Eso seguramente se sabrá recién cuando falte un poco menos de una hora para el comienzo del partido y Gallardo dé a conocer oficialmente la formación, ya que el “Muñeco” mantendrá el misterio sobre los once hasta último momento, como ya es norma en su estilo de trabajo.

Si se repasa de un modo cronológico, la “mano” de Gallardo comenzó a verse ya por las semifinales de la Sudamericana 2014, en el segundo Superclásico de su era: el primero, jugado 40 días antes por el campeonato local, finalizó igualado 1-1 en el Monumental bajo un diluvio y el gol del agónico empate “millonario” llegó con una aparición de Germán Pezzella, quien entró para jugar de centrodelantero por sugerencia de Matías Biscay, uno de los ayudantes de campo de Gallardo. En aquel choque de ida de la Sudamericana 2014, un 0 a 0 caliente y carente de buen gusto en la Bombonera, el “Muñeco” relegó a un segundo plano las formas estéticas que solía privilegiar su equipo y apostó por un juego friccionado y de pierna fuerte, al punto de que siete de los nueve amonestados que tuvo el clásico fueron de su equipo. Boca no esperaba una versión tan diferente de River, que completó su tarea en el Monumental con el gol de Leonardo Pisculichi que le dio el 1 a 0. Fue la noche en la que Marcelo Barovero le atajó a Emmanuel Gigliotti el penal que Ariel Rojas le cometió a Marcelo Meli a los 15 segundos de juego.

En el frustrado duelo de la Libertadores 2015, cuya revancha fue suspendida tras el primer tiempo por el ataque con gas pimienta del que fue víctima el plantel de River en la Bombonera, la sorpresa táctica de Gallardo tuvo a Leonardo Ponzio como principal protagonista. El Muñeco volvió a ponerlo como “doble cinco” junto a Matías Kranevitter, tal como había hecho en el choque de ida que River ganó 1 a 0 en el Monumental con gol de Carlos Sánchez de penal, pero esta vez lo mandó a Ponzio a presionar bien arriba sobre la salida del rival. Tanto, que muchas veces Ponzio pareció un delantero colaborando para ensuciar el juego de Boca desde el fondo. No fue la única novedad con la que Gallardo fue a la Bombonera, donde River maniató tácticamente a un Boca que estuvo lejos de quebrar el 0 a 0: Sebastián Driussi apareció como mediocampista por la izquierda, Gonzalo Martínez jugó de mediapunta al entrar como reemplazante de Teófilo Gutiérrez, expulsado en el Monumental, y Rodrigo Mora fue el único delantero definido.

En la previa de la Supercopa Argentina que jugaron el 14 de marzo de 2018, las especulaciones periodísticas indicaban que la dupla central de River estaría integrada por Jonatan Maidana y Lucas Martínez Quarta. Sin embargo, Gallardo decidió cambiar y se la jugó por la experiencia de Javier Pinola en lugar de Martínez Quarta. Desde entonces, Pinola se afianzó como el indiscutido segundo marcador central de River hasta ahora, que pelea por ese puesto palmo a palmo con el chileno Paulo Díaz. No fue un cambio que haya influido de un modo crucial en el 2 a 0 conseguido por River con goles de Gonzalo Martínez de penal y de Ignacio Scocco, pero sí da cuenta de la propensión de Gallardo a realizar algún movimiento táctico o de piezas para enfrentar a Boca.

Aquel partido jugado en Mendoza ofreció otra novedad de River que resultó mucho más influyente en el juego, en este caso vinculada a la planificación del encuentro: Gallardo buscó doblegar jugadores en todo el campo y le encomendó una doble tarea a “Pity” Martínez, quien jugó de enganche: ganarle la espalda a Wilmar Barrios cuando su equipo disponía del balón y hacerle marca personal al colombiano, habitual encargado de iniciar los ataques de Boca, cuando el conjunto que dirigía Guillermo Barros Schelotto intentaba salir jugando desde el fondo. La fórmula le dio resultado a River, que anuló a un Barrios que venía siendo el mejor jugador de Boca en los encuentros anteriores y que estableció un claro dominio territorial durante el primer tiempo.

El Superclásico que jugaron en la Bombonera el 14 de mayo de 2017 fue poco menos que paradigmático del “efecto Gallardo”. River ganó 3 a 1 y mucho tuvo que ver en ello el enroque de posición que ordenó el técnico con “Pity” Martínez, quien venía jugando sobre la banda derecha pero aquella tarde apareció por la izquierda, para intentar lastimar a la espalda de Gino Peruzzi. Martínez fue absolutamente desequilibrante por el carril de su pierna más hábil, y además anotó el primer gol de River y le sirvió el segundo a Lucas Alario.

En las dos finales de la Libertadores 2018, la mano de Gallardo se notó tanto en la Bombonera como en Madrid, donde el ingreso de Juan Fernando Quintero por Leonardo Ponzio resultó el gran rasgo distintivo de la influencia del técnico: el colombiano anotó el segundo gol del 3-1 y su talento resultó clave para que River celebrara en el Santiago Bernabéu. Quintero entró a los doce minutos del segundo tiempo con el marcador 1 a 0 para Boca y su presencia en la cancha coincidió con el inicio de la remontada de River, que llegó al 1 a 1 parcial a través de Lucas Pratto diez minutos después de la aparición de Juanfer en el campo de juego.

Casi un mes antes, en la Bombonera, Gallardo había sorprendido al poner a tres marcadores centrales (Jonatan Maidana, Lucas Martínez Quarta y Javier Pinola) y al sacar de la formación inicial a Ignacio Fernández. La suposición de que, con cinco defensores (los otros dos fueron Gonzalo Montiel y Milton Casco), River se iba a cuidar mucho más que de costumbre, se desvaneció no bien la pelota comenzó a rodar: controló el encuentro y fue claramente superior al rival. River manejó la pelota, tuvo la iniciativa y generó las situaciones más claras de gol, pero le faltó eficacia y Boca fue el encargado de marcar la apertura a través de Ramón Abila.

La línea de cinco, que en realidad bien podría leerse como de tres hombres porque Montiel y Casco se pararon como mediocampistas, se disolvió a los 22 minutos del segundo tiempo. Con el marcador 2 a 2, Gallardo mandó a la cancha a Nacho Fernández por Martínez Quarta.

En el último Superclásico, el de la Superliga que empataron sin goles poco menos de un mes atrás, no ofreció situaciones novedosas ni desde el aspecto táctico ni desde los nombres por el lado de River. Ahora, dicen por lo bajo alrededor de Gallardo, el técnico “algo va a inventar”. En breve sabremos cuán cierta es esa suerte de promesa futbolera tan propia del estilo del Muñeco en los Superclásicos.

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