Primer acto. En su primer entrenamiento sin público al frente de Gimnasia La Plata, superadas las palpitaciones por la multitudinaria y cálida presentación, Diego Maradona invitó a desayunar en Estancia Chica a todos los integrantes del cuerpo técnico de las divisiones inferiores. Uno a uno, le fueron apuntando los jóvenes valores en condiciones de ser promovidos. Mariano Messera, director técnico de la Reserva, y hombre con el que Pelusa tiene un feeling especial, le dio el nombre de un mediocampista ofensivo, con la cadencia de un enganche a la antigua. El astro prometió acercarse a verlo en vivo y en directo en una práctica.
Segundo acto. Sin las cámaras que siguen hasta su sombra, Maradona se arrimó al ensayo de la Reserva para ver en acción al protegido de “Messerita”, tal como lo llama el Diez. Unos minutos bastaron para que se robara su atención. “Lo quiero entrenando con Primera”, le dijo.
Tercer acto. Transcurría el primer tiempo del encuentro entre Talleres y Gimnasia en el estadio Mario Alberto Kempes. Franco Mussis, referente del Lobo y volante tapón, se lesionó y pidió el cambio. Sebastián Méndez, ayudante de campo de Diego, se sentó en la heladerita ubicada junto a la silla roja de oficina en la que se ubicó el DT, a la vera del campo de juego. “¿Llamamos a José?”, le preguntó. Maradona asintió sin dudarlo. “A José, apuralo a José”, le gritó el Gallego el AC al preparador físico.
Cuarto acto. José hizo su debut en la Primera de Gimnasia, pero se desenvolvió sin presiones. Forzó con una pelota deliciosa la acción que derivó en el córner que cabeceó Guaminí para el 1-1 parcial. Y se reveló como el hombre más claro del Lobo, que saboreó el punto en Córdoba, pero no pudo asegurarlo.
Quinto acto. “Diego está enamorado del juego pibe”, le aseguran a Infobae desde el entorno del Diez. El pibe, o José, es Paradela, dorsal 26, 20 años, un aire a Ignacio Piatti, el juvenil al que apuesta Maradona para encontrar el juego que levante a Gimnasia. Apenas cerró su arribo a Gimnasia, el entrenador coincidió con los principales referentes de su cuerpo técnico (el citado Méndez, Adrián González y el profe Hernán Castex) en que el principal déficit del plantel radica en la ofensiva. Ante la lesión del joven Lautaro Chávez, analizó la posibilidad, primero, de incorporar un hombre de desequilibrio (sonó Ricardo Centurión) y luego un 9, dado que Claudio Spinelli y Pablo Velázquez no consiguieron hasta el momento afianzarse como punta de lanza.
Sin embargo, como el club no logró cerrar los nombres apuntados (Lucas Barrios y Javier Toledo, entre otros), Maradona y compañía bucearon en la cantera para encontrar soluciones. De hecho, por citar otro caso, ayer Diego subió al plantel a Matías Miranda, fantasista clase 2000 al que apodan Confite; toda una definición de su afición por los lujos. En ese contexto, Paradela ganó posiciones rápidamente. Sin embargo, el chico no es un producto puro de las inferiores triperas.
“Volante creativo clásico”, tal como se definió en el diario El Día, oriundo de Quiroga, provincia de Buenos Aires, debutó en Rivadavia de Lincoln (Federal A) en 2016 y jugó más de 40 partidos en la máxima categoría del Interior. En agosto de 2018 se probó en el Lobo y, luego de varios test en Estancia Chica, se incorporó a la Reserva, bajo la tutela de Messera y Leandro Martini.
“Me gusta pedir la pelota, es lo que siento”, señaló hace un año, a modo de presentación. He ahí otro punto de empatía con Maradona que, ante las bajas de Mussis y el Caco Matías García, ya dio indicios de que su pollo tiene grandes chances de ser titular ante River, soñando con el gran acto final: Gimnasia, salvado del descenso, con gran influencia de Paradela, la primera gran apuesta de diego en el Lobo.
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