Emiliano Fernández camina con naturalidad por la avenida Figueroa Alcorta, a la altura del Monumental, como si las secuelas que le dejó una feroz represión policial no le pertenecieran. Es una de las víctimas de la desmesura con la que la Policía Bonaerense reprimió a decenas de hinchas de River en el partido de anoche ante Godoy Cruz, por la Copa Argentina, en la cancha de Lanús: en su cuerpo quedaron las marcas de tres balazos de goma, uno en la mano izquierda, uno a la altura de la panza y otro en la nuca. "La represión fue una locura. Tiraron balazos de goma para todos lados y no estábamos haciendo nada", comenta a Infobae en la puerta de ese estadio al que dice ir "a todos los partidos".
Anoche se fue a dormir poco antes de las dos de la mañana, con heridas que nunca imaginó recibir en una cancha de fútbol y sin haber podido ver a River in situ: le dieron los balazos casi sobre la hora de arranque del partido y lo debieron trasladar a un hospital de Lanús para ser atendido por médicos y por enfermeras. "Soy un hincha común, no tengo nada que ver con la barra de River. Pagué 550 pesos la popular y solo quería alentar a River como siempre, junto a mis amigos", se apura a aclarar ante la consulta, y cuenta que tiene "Tu lugar en el Monumental", una suerte de abono anual que le permite acceder a todos los partidos que el equipo juega en condición de local.
Cuando amaneció, pensó que estaba viviendo una pesadilla. Le sangraba mucho la mano izquierda y fue a una salita de primeros auxilios de San Martín, la localidad bonaerense donde vive, para que le realizaran las curaciones pertinentes. "Ahora también estoy tomando antibióticos por las heridas", dice, vestido con un buzo de River de color rojo, un pantalón corto con el escudo del club y una gorra de color negro con la insignia de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
Luego de cumplir su jornada de trabajo en una fábrica, a las 18:30 fue hacia la cancha de Lanús desde San Martín en una camioneta con cuatro amigos. "Llegamos casi sobre la hora. Estacionamos a unas cinco cuadras de la cancha, calculo, y un trapito nos pidió 300 pesos para cuidarnos el auto. Lo pagamos. Las colas para entrar eran larguísimas y el clima estaba pesado, pero no pasaba nada. Me acerqué a la fila por donde ingresaban las mujeres para tratar de evitar que la policía me pegara, porque vi que estaban repartiendo muchos palazos con los caballos. Y en un momento, de la nada, un policía que estaba a menos de dos metros míos, me tiró los balazos de goma", relata, y en su tono y en sus gestos no se perciben resabios de rencores. Lo cuenta como si contara que fue al cine a ver una película y se muestra agradecido por el interés en conocer su historia. Aunque se pregunta: "¿Sirve de algo que cuente todo esto? Yo no creo. Si después siempre termina pasando lo mismo".
Fanático de River, se hace un tiempo para elogiar a Marcelo Gallardo, el arquitecto de este equipo multiganador que con el Muñeco ya consiguió siete títulos internacionales y tres a nivel nacional, y jura que seguirá yendo a la cancha porque "esta –afirma– es una pasión muy grande para mí". Hoy fue al Monumental con el objetivo de retirar su entrada para el Superclásico ante Boca del 1 de octubre, por las semifinales de la Copa Libertadores. "Pero la hice mal. Pensé que se retiraban hoy las entradas para el partido contra Boca y en realidad entregaban para venir el domingo contra Vélez. No me sale una", se lamenta con una media sonrisa, y se va, caminando sin dificultades a la vista y como si nada le hubiera ocurrido.
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