Norma Saralegui se levanta con dificultad de la silla ubicada en una de las canchas del predio Tita Mattiussi. El bastón que lleva en una de sus manos le da un aspecto de fragilidad que se esfuma cuando le acercan una pelota y empieza a dar pases con sus ex compañeras de "La Academia", aquel equipo de fútbol femenino de Racing que brilló entre los años 1971 y 1981.
Junto a María de los Ángeles Fernández – más conocida como "Marita"-, Beatriz Porcel ("Bea") y Betty García, Norma fue parte de un emotivo encuentro con las actuales jugadoras del conjunto Avellaneda, que a partir del próximo fin de semana comenzarán su participación en la primera edición del torneo profesional femenino. La capitana Florencia Romero, junto a las recientes mundialistas Milagros Menéndez y Natalie Juncos fueron quienes disfrutaron de las divertidas anécdotas y recibieron las enseñanzas de sus antecesoras.
El conjunto de "La Academia" jugaba bajo ese nombre ya que oficialmente no formaba parte de Racing. "A la directiva no la conocíamos", cuenta Bea sobre este grupo de futbolistas que tuvo su época de gloria en la década del 70', luego del éxito de la selección argentina en el Mundial de México 1971 en el cual consiguió una histórica goleada por 4-1 ante Inglaterra.
Al volver del país "Azteca" tres jugadoras de aquel conjunto nacional -hoy conocido como "Las Pioneras"- armaron el combinado femenino del elenco de Avellaneda. Ellas fueron Betty García, Marta Soler y Virginia Cattaneo. "Se formó un lindo equipo", recordó Betty, que desde el primer día ofició como capitana.
Por aquellos años no existía una liga de fútbol femenino oficial (la AFA recién la creó en 1991), por lo que las representantes de Racing jugaban en torneos que se armaban entre conocidas y de los que participaban equipos como Excursionistas, Yupanqui o San Fernando. El resto de los denominados "clubes grandes" no tenían equipos de mujeres.
Los entrenamientos eran en una de las canchas auxiliares del Cilindro y el director técnico era Roberto Valverde, que por esos tiempos también se desempeñaba como preparador físico del conjunto masculino. Sus dirigidas lo recuerdan con gran cariño hasta el día de hoy ya que él era quien les conseguía la ropa de la institución y el que contrataba los micros de la línea de colectivos 247 para llevarlas a los partidos.
Las que habían ido al Mundial de México ya jugaban con botines. El resto de sus compañeras tenían zapatillas. La experiencia -incluso internacional- de varias de las integrantes de "La Academia" hacía que su éxito fuese arrollador en cada competencia en la que se presentaban. "Los otros equipos no querían que participáramos más, nos gritaban muchas cosas, nos decían 'momias'", comentó con humor Bea, quien hoy tiene una escuela de fútbol para nenas junto a Marita.
"Nosotras jugábamos para divertirnos, no jugábamos por la repercusión", aseguró Norma y coincidió con sus compañeras a la hora de asegurar – en forma de chicana hacia las actuales futbolistas – que "las de ahora no tienen sangre". "Nosotras entrenábamos con la cuarta (categoría) de los varones. O te hacías fuerte o te hacías fuerte", recalcó Betty.
La tragedia puso fin a ese equipo histórico del fútbol femenino nacional. Virgina Cattaneo se enfermó gravemente y murió a los 33 años. Su fallecimiento golpeó con dureza a esas mujeres que habían conformado un grupo de amigas. Finalmente, "La Academia" se disolvió y dejó de competir.
Betty García sostiene el cuadro con la foto de aquel plantel, el cual que muestra a las 11 titulares formadas en la previa de un partido. "Genia, genia. Qué emocionante. Decime cuál sos", le dice Florencia Romero, que recién llega de su trabajo y que se prepara para el entrenamiento diario. "Qué orgullo", agrega Mili Menéndez, la delantera que se sumó hace algunas semanas a Racing luego de haber disputado el Mundial de Francia con la Selección y de haber sido la autora del primer gol del elenco nacional en el empate 3-3 ante Escocia.
"Se logró mucho en poco tiempo", sostienen "Las Pioneras" de Racing, ya sentadas en ronda con las actuales jugadoras profesionales de "La Academia". Se las nota orgullosas de las metas que han alcanzado sus colegas más jóvenes.
A pesar de la diferencia de edad, a todas ellas las unen los prejuicios y los estereotipos que tuvieron que enfrentar, los cuales les decían que no podían jugar al fútbol por ser mujeres. "Nosotras de chicas no queríamos muñecas, queríamos la pelota", señaló Romero, a lo que Betty respondió: "Hoy ustedes tienen gente que las defiende. La lucha de las mujeres es muy importante. A nosotras nos decían de todo hasta que nos veían jugar y se callaban".
En los 70', las futbolistas trabajaban, estudiaban y jugaban al mismo tiempo. Esa historia no cambió del todo: en la actual etapa de semi-profesionalización, muchas jugadoras firmaron contratos, pero los montos de los salarios muchas veces no alcanzan para dedicarse exclusivamente al deporte. Aún así, todas reconocieron que se trata de un avance, de un primer paso hacia algo más grande. "Nada vino de arriba, todo comenzó desde las bases", planteó Norma, a lo que Betty añadió: "El fútbol militante también es importante".
"Estamos re contentas, nosotras anhelábamos eso", valoró Marita respecto de la profesionalización, a lo que la actual capitana de Racing contestó: "A ustedes tendrían que haberlas reconocido". Norma consideró: "No es tarde, peor es nada", y Bea recordó a sus compañeras fallecidas o a las que quedaron en el camino y lamentó: "El tema es que a muchas no les llegó".
La tarde en el Tita Mattiussi transcurre entre anécdotas de fútbol y risas. Norma reitera: "Yo jugaba para divertirme", y Betty le retruca: "Hablá por vos, yo jugaba para ganar". Desafiante, la primera cierra: "Es que yo ya me sabía ganadora".
Florencia, consciente de ser protagonista de un momento histórico, las mira con admiración y reflexiona: "Tenemos que aprovechar esta euforia para recordar a quiénes estuvieron detrás nuestro y no fueron reconocidas".
En las canchas linderas entrenan los equipos de distintas categorías infantiles y juveniles masculinas de Racing. Ahí cerca, cuatro mujeres de más de 60 años forman una ronda y pelotean como si estuvieran en sus épocas de esplendor. Ya nadie las mira de reojo, ni les cuestiona su pasión por el fútbol.
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