Daniel Osvaldo pasó por los estudios de Infobae
Cuando era futbolista, la música eran los cimientos de su vida. Escuchaba todo el día música, escribía temas y tocaba como un hobby que algún día sería el espacio dominantes de sus horas. Daniel Osvaldo un día explotó. Decidió romper con el status quo. Le puso punto final a su extensa carrera por Argentina, Inglaterra, Italia y España con apenas 30 años y muchas ofertas alrededor del mundo.
Formó su banda "Barrio Viejo" con la que tocará el 21 de septiembre en el Club Lucille (Palermo) para presentar su segundo disco "Un país con buena gente" que mezcla un poco de lo que vivió en su pasado como deportista: "Habla del que vive hablando de los demás. De la opinión, que parece ser como el deporte nacional".
Aquel chico que debutó en Huracán y a los 19 años emigró a Europa –llegó a jugar en la selección italiana–, le dijo adiós a su estadía en Boca tras una discusión luego de un partido y empezó a ser el "jefe" de su propia vida.
El fútbol le dio la posibilidad de ayudar a su familia. De cumplir el sueño de decirle a su padre que no trabajase más. Ademas, le permitió viajar y conocer el mundo y cambiar su forma de pensar. Pero también -como asegura- le quitó la libertad y la "libertad no tiene precio ni se negocia".
— ¿De que habla tu nuevo disco "Un país con buena gente"?
— Habla del que vive hablando de los demás. De la opinión, que
parece ser como el deporte nacional. Opinar y hablar de los demás.
— ¿Lo viviste mucho?
— Sí, muchísimo. Después te acostumbras, pero sí, es molesto sobre todo gente que no te conoce.
—¿Extrañabas Argentina?
— Sí, el comer asado con mis amigos. Hasta los ensayos son diferentes acá, no sé, es todo diferente, a mí me gusta. Me gusta el quilombo (risas). Me gusta estar acá.
— Tu primer disco se llama "Liberación", ¿de qué te liberaste?
— Sí. Me sentía liberado literalmente de algo que me pesaba. Me cansó todo el ambiente del fútbol. Estar todo el tiempo en el foco de atención, que cada cosa que hagas sea noticia. También la violencia que se genera en el fútbol, sobre todo cuando vine a Argentina. La gente que por ahí porque es hincha de River te insulta por la calle, y vos decís ¿por qué me insultaste? En los medios también, tienen que hablar de algo entonces siempre te inventan cosas, o no, pero simplemente se meten en tu vida y no está bueno. Quería alejarme un poco de todo eso, vivir más como vive la gente normal. Poder ir al kiosco de la esquina y que nadie me rompa los huevos, ¿no? (Risas)
— Qué loco por que me imagino que tantos quisieran estar en tu lugar…
— Sí, es que yo al fútbol le debo todo igual. El fútbol fue y seguirá siendo mi vida. Porque me dio absolutamente todo y yo amo jugar al fútbol. Lo que pasa es que no soportaba más, me sentía un poco sapo de otro pozo. No aguanté más y dije qué precio tiene tu sufrimiento; y no tiene precio. No tengo ganas de sufrir, que sufra mi familia, ni mis amigos.
— ¿Pero por qué se la agarraban tanto con vos?
— Porque yo soy de pocas pulgas. Capaz que contesto siempre con los tapones de punta cuando me parece que es algo que no tiene nada que ver. No sé convivir en ese ambiente. No la puedo caretear. La tenés que caretear para convivir en ese ambiente.
— ¿Y lo de Boca fue cierto lo del cigarrillo?
— Sí, sí, sí. Pero bueno, fumé toda mi vida, no me va a decir Guillermo Barros Schelotto si puedo fumar o no. Me echaron, me echaron. Pero bueno, eso quedó en el pasado, ya está. Ahora hago rock and roll, estoy feliz, y todo eso quedó en el pasado gracias a Dios.
— ¿Y el resto de los jugadores la caretean?
— Y sí, pero hacen bien igual. Son más inteligentes seguramente, yo no la puedo caretear, es imposible. Así que dije esto me está haciendo mal, vengo por acá que estoy cómodo. Y estoy feliz, la verdad que fue un cambio abismal en mi vida, en todo.
—¿En qué por ejemplo?
— En todo. Yo cuando hago música soy feliz, es en el único momento en que soy realmente feliz. Cuando estamos ya sea ensayando, lo que sea, cuando estoy tocando la guitarra, cuando estoy componiendo, lo que sea. Vivo 24 horas para la música. Y un poco me pasaba antes cuando jugaba también, porque me levantaba con música, me iba a entrenar con música en el auto, volvía a mi casa y tocaba la guitarra, o escribía también canciones. Hay muchas canciones del primer disco que las escribí mientras jugaba.
— ¿Extrañas jugar?
— Sí. Ahora cuando prendo la tele miro un partido y digo "uh, qué ganas de
jugar que tengo", pero después me acuerdo de todo lo demás y digo que no. Yo nunca jamás hubiese dejado el fútbol si no hubiese tenido nada para hacer o no sabía qué hacer.
— ¿Cómo son tus días hoy?
— Estoy como en una fase de que hago lo que quiero. Si yo mañana
me quiero ir, no sé, dos días a Mendoza porque, no sé, me puedo ir. No sé, si quiero ir a estar con mis hijos el fin de semana estoy con mis hijos el fin de semana todo el fin de semana con mis hijos, no estoy encerrado en un hotel concentrando. Mi situación personal también, yo tengo cuatro hijos, dos que viven en Argentina y dos que viven en Italia. No tenía tiempo para verlos la verdad, entonces no los veía nunca. Antes era papá pero como podía. Ahora me siento un padre que está cuando tiene que estar o está presente. Que tiene el tiempo para estar con sus hijos todo el tiempo que quiera. Yo si mañana me quiero ir a ver a mis nenas a Italia me voy a ver a mis nenas a Italia. No le consulto a nadie, soy como el jefe de mi propia vida, no dependo de nadie.
— También resignaste la parte económica del fútbol…
— Sí, es que la viví esa vida, y me parecía que me alejaba de mi gente.
Porque mi vieja no vive así. Mi mejor amigo no vive así. Mi hermano no vive así. Viví en una nube de pedos durante 12 años donde viajaba en avión privado, me iba de vacaciones en un yate de 40 metros. Estuvo buenísimo y no me arrepiento de nada y lo volvería a hacer mil veces. Pero era también como que nada… Llega un momento en el que tenés todo y no valoras nada tampoco, es como que todo te parece normal. Ahora me pongo contento de ver esas fotos con mis amigos disfrutando en un lugar paradisíaco y llevar a todos mis amigos del barrio a conocer esos lugares. Pero me lleno con eso, ya está, ya lo hice. No quiero vivir así toda la vida, no es real, la gente no vive así. Sí, pero una vez que ya lo hiciste ya está. Yo soy de Lanús, de Monte Chingolo, yo no vivo así, a mí me gusta comer asado con mis amigos del barrio.
— ¿Cómo son los jugadores europeos?
— Tienen menos hambre digamos. Son muy coquetos. Yo aprendí a vestirme en Italia, porque me vestía horrible. Me vestía como podía en realidad, con lo que tenía.
— ¿Por qué decís que sos autodestructivo?
— Y un poco sí. No me siento cómodo con la normalidad o con la calma, con la felicidad absoluta. Me parece todo como muy irreal, me siento cómodo. Y enseguida me mando alguna cagada para arruinar todo lo lindo del momento. En la vida en general. Después me doy cuenta y me quiero morir igual, pero es como que no lo puedo evitar viste. Yo creo que tengo dos diablitos, porque el angelito a veces desaparece y la única opción es mandarme la cagada. Después me arrepiento por ahí.
— ¿Te arrepentiste muchas veces?
— Sí, un montón…