El 3 de noviembre de 1978 la selección argentina juvenil estaba naciendo. En realidad, el fútbol argentino estaba reinventándose de la mano de César Luis Menotti y aquel equipo que perseguía la clasificación al Mundial de Japón del año siguiente era un fruto de la semilla plantada por el Flaco. El ex Cosmos de Pelé estaba comandado ahora por el Kaiser Franz Beckenbauer y era una interesante medida en la preparación rumbo al Sudamericano de Uruguay.
La Argentina juvenil de Diego Maradona y Ramón Díaz se impuso por 2-1 en el Estadio de San Martín de Tucumán y el mítico futbolista alemán no tuvo dudas en que serían los próximos campeones mundiales. "Diego se acopló con nosotros y su primer partido fue ese contra el Cosmos de Beckenbauer, Carlos Alberto y Chinaglia. Cuando terminó, Beckenbauer fue al vestuario y le dijo a Menotti: 'Este equipo va a ser campeón del mundo'", recuerda el arquero Sergio García ante Infobae.
El camino rumbo a Japón 1979, el segundo mundial juvenil de la historia, parecía sencillo. Pero la clasificación estaba minada de complejidades: el Uruguay de Rubén Paz, Paraguay con "Romerito" y Brasil con su potencia habitual. Por eso, debían recurrir a fuerzas superiores para no truncar el sueño según rememora entre risas Osvaldo Escudero: "Hacíamos una macumba en Uruguay… Nos juntábamos a la noche, prendíamos un fueguito y bailábamos alrededor. Nos reíamos. Decíamos que si ganábamos el próximo partido lo hacíamos de vuelta. Nació un día después de un partido que fuimos a la playa, a alguien se le ocurrió hacer un fueguito, nos pusimos a bailar y dijimos esto es un tipo de ritual que vamos a hacer cada vez que ganemos. Esas vivencias tuvieron mucho que ver para unir al grupo".
Creer o reventar, aquella cábala los guió hacia el Mundial juvenil con 3 triunfos, 2 empates y 1 derrota en ese Sudamericano de Uruguay en el que el local fue campeón por apenas un punto de diferencia.
LA SOCIEDAD MARADONA-RAMÓN Y EL "SEGUNDO DIEGO"
Los protagonistas de aquella gesta repiten un mismo término cada vez que se habla de la relación futbolística entre Diego Maradona y Ramón Díaz: "Una más de las pequeñas sociedades que intentaba buscar el Flaco Menotti".
"La sociedad más famosa terminó siendo la de Maradona con Ramón. Se entendían. El Pelado era 10 en River, no era 9. El Flaco lo tuvo que convencer. Lo empezaron a trabajar y lo convenció. Le terminó transformando la carrera", describe García. "Ramón en su categoría era 10, un Beto Alonso pequeño. Lo tenía que poner en algún lado y lo puso de 9. El Flaco le encontró el puesto, estaba permanentemente enseñándole a definir. Le decía que tenía que amagar siempre, esperar", agrega Juan Barbas.
La conexión fue trascendental: Ramón se llevó la Bota de Oro con 8 goles en ese torneo y Diego, que marcó 6, se quedó con el Balón de Oro al mejor jugador del torneo. El periodista Guillermo Blanco –que publicó recientemente el libro "El fútbol del sol naciente" como homenaje a ese logro– ayuda a descifrar aquel vínculo: "¡El Pelado tenía una velocidad! En el gol que hace Maradona en la semifinal contra Uruguay, la jugada es del Pelado y por el otro lado aparece Diego; ahí te das cuenta que estaba preparado para ser asistidor. Yo creo que hoy en día ni ellos deben saber por qué se distanciaron con el tiempo. La verdad es que él nunca se reverenció ante Diego, hacía la suya. No es que el resto de los chicos se reverenciaban, pero sí sabían qué lugar ocupaba Maradona".
Barbas, además de las figuras de Maradona y Ramón, elige recordar a aquellos que se quedaron en el camino por el corte final, como es el caso del Polaco Zacharski: "Era un segundo Diego. Un rubio que jugaba en Independiente… Pero arriba lo tenía a Diego. Pasaron grandes jugadores que después no tuvieron la chance de ir. El Flaco tuvo que elegir a 16 jugadores. El Polaco jugaba bien pero después no tuvo lugar porque teníamos a Diego y encima apareció (Juan José) Meza, que también era un jugador extradordinario. Si era por Menotti llevaba a 22. A punto tal que con nosotros viajó Guillermo Hoyos, que era un futbolista brillante e iba a ser el futuro capitán de la selección que venía después de nosotros".
LA CÁBALA DE DOÑA TOTA, LA GUERRA DE TOALLAS MOJADAS, LA VUELTA AL PAÍS Y LA DICTADURA
"Diego no pateaba los penales, los pateaba Alves. Eso se decidió en un torneo de penales que hicimos en la práctica: los dos iban anotando todos, hasta que Diego erró el último y Hugo lo hizo. Ahí ya quedó él. Si miras el video de la final, le quiere sacar la pelota en el primer penal pero no se la dio. Diego como persona era excelente, un pibe jodón, el primero en cambiarse, muy autocrítico con él", repasa García.
"Le gustaba jugar a todos los deportes y todos los hacía bien. Jugábamos al tenis o al básquet y lo hacía bien. Al ping pong te mataba. Nació para el deporte. No le podías ganar a nada –afirma Escudero. Armamos una batalla de toallones mojados a los que le hacíamos un nudo en la punta. Éramos los de las piezas de arriba contra las de abajo. Una vez lo acorralamos entre cuatro y ¡no arrugaba! Se la aguantaba. Lo matábamos a toallonazos y seguía. Tenía unos huevos impresionantes. Otros estaban dos contra uno y ya se metían en la pieza. Pero Diego no; así era en la cancha también".
Un 5-0 en el debut ante Indonesia, un trabajado triunfo 1-0 sobre Yugoslavia con gol del "Pichi" Escudero y un 4-1 sobre Polonia fueron los argumentos suficientes para acceder a los cuartos de final. Allí despachó a Argelia (5-0), batalló para superar a Uruguay en semifinales (2-0) y alzó la copa tras un 3-1 sobre la Unión Soviética con gritos de Alves, Ramón y Diego.
Blanco, quien con el tiempo fue jefe de prensa de Maradona, cubrió la final para El Gráfico en la casa familiar del diez: "El partido fue a las 7 de la mañana y lo recuerdo mucho. Me quedó para siempre porque lo vi en la vieja casa de Diego de la calle Lascano en Villa del Parque. Los partidos eran de 40 minutos y en el segundo tiempo Argentina iba perdiendo 1-0. Doña Tota, de cábala, se metía en la cama. Hizo el gol Alves y vino corriendo para verlo. Otra vez se metió en la cama y volvió corriendo para ver el del Pelado Díaz… ¡Te imaginás el quilombo que fue con el gol que hizo Diego!".
El éxito de aquel equipo, que paralizaba las madrugadas argentinas, fue mayúsculo. "No me voy a olvidar nunca –relata Barbas– que nos fueron a buscar a Brasil con un avión privado del ejército, desde ahí a Aeroparque y después en helicóptero hasta la cancha de Atlanta. Cuando subimos al micro veníamos por la calle Corrientes y estaba toda la avenida llena de gente al costado. Te hablo de eso y me voy acordando toda esa imagen. Es emocionante…".
La dictadura militar que gobernaba Argentina bajo la figura de Jorge Rafael Videla también intentó sacarle provecho al éxito. "Hubo un manejo político del evento. Acá había una Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El plantel volvió apurado, por más que se quería quedar unos días más allá, porque Videla los obligó a volver rápido acá porque quería la foto con ellos. El defensor Jorge Piaggio, por ejemplo, es uno de los que bajó del micro para ir a Casa Rosada. Estaba rodeado de gente que lo saludaba para felicitarlo pero sin saber que en ese mismo momento había una tía, hermana del viejo, que estaba haciendo la cola a unos metros para hablar con los de los derechos humanos porque tenía un hijo desaparecido. Él tenía un primo desaparecido sin saberlo, porque había ocurrido mientras estaba jugando el Mundial", pinta la escena política Blanco.
"Justo el país estaba viviendo momentos difíciles y aprovecharon que salimos campeones para hacerle ver al mundo como que acá estaban las cosas bien. Fuimos utilizados para tapar lo malo y nosotros ni lo sabíamos", se sincera Escudero.
40 años después de aquel 7 de septiembre de 1979 todavía se habla del juego, el funcionamiento y el fervor que se generó. García resume el impacto que provocaron: "Un poco nos contaban lo que pasaba, pero lo vivimos en carne propia cuando llegamos acá. Campeones juveniles hay varios, pero que después de 40 años te crucen por la calle y te digan 'me levantaba a las 4 de la mañana para verlos' o te reciten el equipo de memoria… Decís ¡a la pelota!".