"¿Vos viste la cara de Tevez? Olvidate, pudrió el vestuario", "Tevez seguro lo habrá puteado a Alfaro por no jugar contra River", "Cuando Alfaro lo puso, entró caminando a la cancha; no quería jugar". Estas especulaciones típicas de la mesa futbolera de bar de lunes post Superclásico fueron adoptadas por varios medios. Los gestos de fastidio del 10 de Boca en su arribo al Monumental y la pasividad en el instante en que reemplazó a Mac Allister motivaron todo tipo de comentarios. Caía de maduro que esto podía suceder, fusionadas las necesidades del entrenador y las ganas de jugar del futbolista, que carga con un recuerdo reciente poco grato.
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El desfigurado rostro de Tevez se vio ante las cámaras durante su recorrido por parte del anillo del estadio de River hasta su refugio en el vestuario visitante. Pero ese semblante lo arrastraba hacía varias horas, cuando en las charlas previas y el último entrenamiento táctico empezó a percatarse de que iba a ir al banco.
Esa cara de pocos amigos simboliza nada menos que el orgullo de un futbolista con un dilatado recorrido profesional, con historia en clubes de talla mundial y una vitrina repleta. Existe un miedo dentro del propio Tevez que lo carcome: la chance de que la historia se repita.
No es referencia a la final perdida en Madrid, sino más bien a una situación personal.
Para comprender el malestar del capitán xeneize hay que remontarse a su retorno a la institución tras su experiencia en China. Guillermo Barros Schelotto le abrió las puertas dentro de un plantel bastante completo que tenía importantes e incipientes figuras.
El Mellizo le concedió la titularidad en la mayoría de los encuentros desde el primer semestre de 2018, donde Boca conquistó el bicampeonato de Superliga. Tevez jugó incluso de entrada en la final de Supercopa contra River y comenzó en el once inicial la Libertadores (0-0 con Alianza Lima en Perú). Una lesión lo marginó del segundo duelo copero ante Junior de Barranquilla pero volvió para hacer ruido como visitante ante Palmeiras, con un gol agónico convertido.
El Apache terminó siendo titular en la primera fase de la Libertadores antes de un quiebre durante la pretemporada. Guillermo pretendía darle un salto de calidad al plantel y alentar la competencia interna con la contratación bomba de Mauro Zárate. El ex Vélez rápidamente se ganó su plaza en el equipo y relegó a Carlitos.
En octavos ante Libertad de Paraguay, Tevez sumó minutos saltando desde el banco. El Mellizo le dio prioridad a los cuartos de Libertadores frente a Cruzeiro, rival contra el que ingresó en la ida y observó sentado como relevo en la vuelta. En medio fue titular en un mix para el Superclásico por Superliga. Y las semifinales serían más de lo mismo: Tevez fue suplente toda la serie con Palmeiras.
Guillermo lo incluyó en el epílogo de ambas finales contra River y Tevez mostró compromiso, aunque poco pudo hacer para revertir la historia. Con el fantasma de su retiro volando cerca, el Apache se tragó la bronca, optó por el silencio y finalmente decidió continuar con los botines puestos. Recién en enero se quitó el bozal y acusó a su ex DT de haberle faltado el respeto: "Por más que jugara bien, sentía que Guillermo no me iba a poner".
Aquí radica el temor de Tevez: el hecho de no ser considerado en instancias definitorias, ahora, con Alfaro.
"Carlos es el jugador emblemático por naturaleza que tiene este plantel, de más historia fuerte y contundente. Tenemos que apoayarnos en él", declaró Gustavo Alfaro en su primera conferencia. Fue una manifestación ambigua, ya que al mismo tiempo aclaró que adelante de la camiseta está el escudo de Boca y, atrás, el nombre de los jugadores, ordenando prioridades.
El importante trajín que produjo la seguidilla de encuentros a inicios de 2019 llevó a Alfaro a rotar la formación (Tevez incluido). No obstante dejó entrever que el 10 sería fija para la Libertadores: lo ubicó como titular en los primeros cuatro compromisos internacionales.
Una lesión de rodilla lo marginó del duelo con Deportes Tolima en Colombia y su reaparición -desde el banco- fue por Supercopa Argentina ante Rosario Central con nuevo título. Lejos de bajar su rendimiento, Tevez entró bien con Atlético Paranaense en el último duelo por fase de grupos en Copa y convirtió. Despidió el semestre siendo titular en la final de Copa de Superliga contra Tigre. Y, tras la pretemporada invernal, volvió a perder protagonismo.
El DT le dio un cuarto de hora en la ida de octavos ante Paranaense y lo incluyó 90 minutos ante Huracán por Superliga. Pero en la revancha con los brasileños fue suplente, igual que en el primer chico con Liga de Quito en Ecuador. Después Alfaro decidió meterlo de arranque para sentenciar la llave con los ecuatorianos que estaba 3-0 a favor y lo excluyó del último Superclásico.
"No vino a Boca a terminar su carrera, vino a buscar la gloria. Tiene que ser un jugador que nos sume desde todo lugar. Tiene experiencia, capacidad y ascendencia", había expresado Alfaro en enero. Y es la idea que mantiene hasta ahora. Las mismas explicaciones "tácticas" que expuso para argumentar la ausencia de Tevez el último domingo son las que le brindó en persona a él también. Porque ¿quién más que Alfaro, que sabe que quedará en el ojo de la tormenta ante un resultado adverso, pretende el beneficio de Boca?
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En la previa a la final con Central, el estratega se refirió a Tevez: "Hay jugadores que son importantes para cerrar los partidos". Tendrá defensores y detractores, pero Alfaro se aferró a sus ideas para salir ileso de su primer Superclásico frente a un rival que es vigente campeón de América. Y, dentro de ese engranaje, Tevez fue contemplado para el epílogo del derby, tratando de aprovechar su agilidad cerebral para lastimar a un River agotado desde lo físico.
Es tan lógica la mala cara de Tevez por su suplencia como los principios tácticos de Alfaro, que no negociará estilos en busca de los resultados. Ni el DT, que le da un trato especial merecido por sus pergaminos y liderazgo en el vestuario, le soltó la mano; ni Tevez, que respaldó públicamente a su "míster" desde que desembarcó en el club, le pudrió el vestuario.
Si hasta hace no mucho, Tevez declaró que a Alfaro lo único que le faltaba era el teléfono de Bianchi. Aunque claro, a Carlitos el orgullo de futbolista le sale por los poros y su rostro el pasado fin de semana habló por sí solo.
Tampoco es cierto que el estratega ya lo considere afuera del pizarrón en lo que resta de la Libertadores, aunque la presencia del 10 quedará sujeta totalmente a las necesidades del equipo. Le guste o no.
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