Fue una premonición. O tal vez una consecuencia del saber que una de sus primeras tareas como entrenador de Boca iba a ser sacar del subsuelo anímico al plantel. Gustavo Alfaro presentía que iba a cruzarse en un mano a mano con River tarde o temprano y fue preparando psicológicamente a sus dirigidos desde su asunción.
Incluso en una de sus primeras entrevistas con el medio oficial se refirió a la mentalización de sus jugadores. Aunque siempre es cautivador, el buzo de DT azul y oro estaba en llamas tras la caída en Madrid. Había mucho para perder y poco para ganar durante el tránsito de una época dorada para el rival de toda la vida.
Guillermo Barros Schelotto había elevado mucho la vara. Pese a las críticas al juego de su equipo y el histórico 1-3 en el Bernabéu, el Mellizo dejó a un Boca bicampeón local aunque un tanto lejos de la punta de la Superliga que finalmente se adjudicaría Racing. Y Alfaro sabía que esta oportunidad única en su carrera le iba a demandar un arduo trabajo que excedía sus funciones de ordenador táctico. Motivador nato, no tuvo inconvenientes en sentar al grupo en el diván.
Lechuga se autodenomina como "ladrón profesional" dentro del fútbol por no haber gozado de las enseñanzas de un padre espiritual que marcara su camino. Él asegura haber buscado en solitario su propio perfil robando ideas ajenas. En sus inicios se entrevistó con el Viejo Carlos Timoteo Griguol y Daniel Passarella, que en ese entonces comandaba a la selección argentina. Escuchó consejos de César Luis Menotti y también de Carlos Salvador Bilardo como para no hacer diferencias de estilo y prestar oído a las dos campanas. Y además se empapó en la materia con Carlos Bianchi, a quien aprecia y considera una suerte de padrino dentro del fútbol.
El Superclásico de Superliga ya se había llevado a cabo en el segundo semestre de 2018 y la única forma de cruzarse con los de Núñez en el primero de 2019 era en la Copa de la Superliga. Esa chance se evaporó por la eliminación de los de Gallardo ante Atlético Tucumán en los cuartos de final.
Alfaro, paulatinamente, fue moldeando al plantel y adoctrinando a los futbolistas. Y los resultados lo ayudaron: terminó tercero en el torneo (sacó boleto directo para la Libertadores 2020), ganó la Supercopa Argentina ante Rosario Central y llegó a la final de la Copa de la Superliga. En paralelo avanzó a los octavos de final de la actual edición de la Copa y arrancó la nueva temporada eliminando a Atlético Paranaense y Liga de Quito y obteniendo 10 puntos sobre 12 en juego en la Superliga. El lunar desde su asunción es la inesperada eliminación -por penales- con Almagro en Copa Argentina.
El Xeneize fue desandando el camino continental siempre vislumbrando a River en el horizonte. Dio la casualidad que justo en la semana en la que se confirmaron las semifinales superclásicas de octubre van a verse las caras en el Monumental por el campeonato doméstico.
Sin saber lo que acontecería ni que el destino cruzaría nuevamente a los que aparentan ser los dos clubes más importantes de América en la actualidad, Alfaro le exigió un compromiso absoluto a su plantel. "No fue el fin de año que todos soñaban, pero el fútbol nos puso por delante esta chance y esta oportunidad. El futuro está por venir y este es el plantel más ganador del fútbol argentino de los últimos dos años. Acá hay con qué". La declaración del rafaelino parece de esta misma semana, aunque corresponde a principios de año.
Es probable que muchos resten importancia al partido de este fin de semana por la relevancia que tomó la serie copera. No para Alfaro, que al margen de utilizarlo como ensayo oficial de cara a octubre mantiene la convicción de sostener a Boca en lo más alto de la tabla y más adelante ir por el premio grande. Acertar con el primer golpe para tener groggy al oponente y después sí dar el gancho al mentón para noquearlo.
"El campeón no es el que gana un campeonato sino el que lo repite y tiene un compromiso con la obligación de ganar. De la misma manera obligan las derrotas. Las derrotas, por más duras o dolorosas que sean, también obligan. Ese es el compromiso que nosotros tenemos", fue su premisa motivacional.
Boca tiene bajas importantes como Mauro Zárate, Wanchope Ábila y Toto Salvio, pero Alfaro confía en los elementos que dispone. Tendrá al grupo encerrado durante 48 horas en un hotel cerca de Ezeiza, alejado del ruido, las especulaciones y debates previos.
El capitán y voz cantante adentro del vestuario es nada menos que Carlos Tevez, quien se alineó de inmediato a las ideas del DT. El Apache supo saborear las mieles del éxito internacional contra sus "primos" hace mucho tiempo y también vio de cerca la lona en España, sin negociar su rendición. Ya sea de titular o ingresando desde el banco, Alfaro le dará minutos. Él querrá estar siempre.
"Ojalá pase River", deseó tras la clasificación de Boca antes del último duelo del cuadro de cuartos en Paraguay. Y su anhelo se cumplió. Pero a un mes de la ida de las semis, otra historia se escribirá en Núñez, donde debió jugarse la revancha de una final que nunca fue. Donde Boca planea allanar el terreno para su desquite en la Bombonera.
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