Esa deuda perseguía a la selección argentina. Jamas en la historia de los Juegos Olímpicos, el fútbol argentino se había podido subir al espacio más alto del podio, dedicado para los campeones. Lo más cerca de romper ese maleficio había sido en Atlanta 1996, cuando el equipo dirigido por Daniel Passarella perdió en la final olímpica ante la recordada Nigeria de Kanú, Amunike, Taribo West y Jay Jay Ococha.
Después de aquella derrota que dejó una medalla de plata, pero que generó un profundo dolor por no haber conseguido el objetivo dorado, la gran oportunidad volvió aparecer ocho años más tarde. Con un plantel plagado de jóvenes futbolistas, muchos exitosos y con una carrera internacional por delante, la base del éxito se sustento desde la conducción en el banco de suplentes. Y se forjó después de una derrota más que dolorosa para el seleccionado argentino.
El 25 de julio, sólo 17 días antes del estreno en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, Argentina cayó ante Brasil en la final de la Copa América de Perú. Después de estar en ventaja en dos ocasiones -la última gracias al gol de César Delgado a tres minutos del final-, Adriano empató el partido en tiempo de descuento y mandó la definición a los penales. En los tiros desde los 12 pasos, el Scratch estuvo más certero y se quedó con un título que parecía teñirse de celeste y blanco.
De esa lista que disputó el máximo torneo de selecciones en Sudamérica, 16 jugadores acompañaron a Marcelo Bielsa a una experiencia nueva. Nunca antes vivida por estos futbolistas, ya acostumbrados al profesionalismo.
"La experiencia fue completamente diferente para nosotros. Vivir en la Villa Olímpica te muestra el mundo amateur, que nada tiene que ver con el fútbol profesional", le dijo Nicolás Burdisso a Infobae.
El actual director deportivo de Boca fue uno de los pocos que no fue parte del torneo que se jugó en Perú y si viajó a Grecia como uno de los Sub 23 que conformaron la lista final de 18 deportistas.
"Encontrarnos con lo más genuino del amateurismo fue hermoso. Fue una situación que no esperábamos pero que nos motivó para afrontar el torneo", agregó el ex marcador central surgido de las divisiones inferiores del Xeneize.
En una decisión que no siempre había sido elegida por la Asociación del Fútbol Argentino, el plantel de fútbol masculino se hospedó en el lugar común que usan la gran mayoría de los deportistas que clasifican a los Juegos Olímpicos. Vivir en un espacio dedicado exclusivamente para los verdaderos protagonistas del movimiento olímpico se transformó en un plus para la excursión de Argentina en Atenas.
“Ver a los jugadores de la NBA, a los mejores del tenis. Todos deportistas reconocidos, super famosos que hacen la vida de cualquiera ahí adentro”, agregó el futbolista que ganó tres Copas Libertadores y dos Copas Intercontinentales con Boca.
Después de asentarse a su lugar de residencia llegó la hora de salir a la cancha para el equipo de Bielsa. Protagonista del Grupo C junto a Australia, Túnez y Serbia y Montenegro, el primer rival fue justamente el conjunto europeo. ¿El resultado? Un triunfo categórico: fue 6-0 con un Carlos Tevez que marcó desde el inicio de la competencia que tenía listo todo su arsenal ofensivo para ayudar al equipo. Otras dos victorias ante los tunesinos (2-0) y los oceánicos (1-0) le dieron el pase directo a los cuartos de final del torneo.
Con otra actuación deslumbrante de Carlitos, que marcó un hat trick, el seleccionado goleó 4-0 a Costa Rica para avanzar hasta las semifinales. Ahí fue Tevez el que, gracias a una maravillosa tijera, abrió el marcador frente a la selección de Italia. Con otros dos tantos de los González, Luis y Mariano, el conjunto argentino Sub 23 clasificó a la final por la medalla de oro.
“Fue un grupo muy unido desde el comienzo”, le contó Burdisso a Infobae. ¿En que se basó esa unión entre los futbolistas? En aprovecharse de las capacidades individuales y seguir las indicaciones de un estudioso de este deporte como lo es Marcelo Bielsa.
Pero además del manual táctico del equipo, que mostraba en la cancha ser muy superior a sus rivales, una de las claves del éxito fue tener a jugadores con mucha experiencia como Roberto Ayala y Gabriel Heize. Y también a otro personaje que era un fiel ladero del entrenador en su paso por la Albiceleste.
“Mientras el Ratón (Ayala) y el Gringo (Heinze) se iba a su habitación a descansar, el Kily (González) nos reunía a todos en una pieza para escuchar sus anécdotas con Maradona cuando jugó en Boca y el resto de sus vivencias con las Selección y en Europa”, expresó Burdisso.
Después de superar a cinco selecciones, Argentina estaba en el lugar indicado. Bajo un intenso calor de verano en Europa, el partido por la medalla dorada se programó para las 10 de la mañana del sábado 28 de agosto, justamente para evitar que los futbolistas sufran las altas temperaturas en Grecia.
Hace 15 años, el único obstáculo que quedaba entre el título olímpico y la Selección fue la sorprendente Paraguay, que avanzó hasta la definición después de superar a equipos como el italiano, Corea del Sur y a Irak en las semifinales. Con dos históricos al comando del seleccionado como José Saturnino Cardozo y el capitán, Carlos Gamarra, la final fue 100 por ciento sudamericana.
Más allá de estudiar a su rival, el DT argentino tomó una decisión que por aquel entonces pareció intrascendente, pero que con el correr de los años tomó la relevancia que merecía.
¿Cuál fue el plan de Marcelo Bielsa para afrontar el partido contra los paraguayos? Nada tuvo que ver el análisis táctico, o tampoco el seguimiento a los principales futbolistas de la selección guaraní. Hubo una elección que fue clave para que los jugadores argentinos lleguen al partido de la mejor manera.
“Estuvimos tres o cuatro días preparando la final, levantándonos a las 6 de la mañana porque el partido se jugó a las 10. Hicimos como un simulacro durante esas jornadas para prepararnos para el horario: nos despertábamos, íbamos a desayunar en el comedor de la Villa Olímpica y a la cancha”, relató Javier Mascherano en el marco de su presentación como uno de los embajadores del deporte olímpico para Buenos Aires 2018, la tercera edición de los Juegos Olímpicos de la Juventud que se realizó el año pasado en la capital argentina.
Con esa premisa, el equipo de Bielsa salió a jugar el partido decidido. Y antes de los 20 minutos encontró el gol que le dio el triunfo de la mano de Tevez, que se erigió como el máximo goleador de los Juegos Olímpicos con 8 conquistas.
Aquella mañana calurosa en la capital griega, Argentina formó con Germán Lux; Fabricio Coloccini, Roberto Ayala, Gabriel Heinze; Luis González, Javier Mascherano, Cristian González; Andrés D”Alessandro,; Mauro Rosales, Carlos Tevez y César Delgado, que luego fue sustituido por Clemente Rodríguez en el cierre del encuentro. Los que también fueron parte del triunfo fueron Leandro Fernández -ingresó a la lista por la lesión de Burdisso-, Wilfredo Caballero, Nicolás Medina, Luciano Figueroa y Javier Saviola.
El 28 de agosto del 2004 fue un día especial para el fútbol argentino. También lo fue para el deporte nacional, ya que después de más de cinco décadas, Argentina volvía a celebrar una medalla dorada en los Juegos Olímpicos.
La consagración fue inmejorable. Por el juego del equipo, por la contundencia en el ataque, la seguridad en el arco de Lux, que terminó sin goles en contra durante el torneo, y porque se vio la versión de un equipo que supo reponerse del mal trago en la Copa América gracias al trabajo de su gran coductor. “Bielsa fue nuestro líder”, dijo Nicolás Burdisso.
Así fue el gol de Carlos Tevez en la final olímpica contra Paraguay