Cuando llegó a Israel, Gabriel Burstein tenía 19 años y, por sacar número bajo en el sorteo, recién había evitado el servicio militar en Argentina. Había viajado para visitar a su padre, que hacía ya un tiempo que vivía allí, y el país le gustó tanto que decidió quedarse. Paradójicamente, lo primero que tuvo que hacer fue ingresar al ejército, según la obligación que pesa sobre todos los jóvenes -varones y mujeres- allí. "Fue como una campamento", recuerda.
Casi 25 años después de aquella decisión, el argentino atraviesa su desafío profesional más grande: hace poco más de un mes asumió como entrenador de la selección femenina de fútbol de Israel.
La carrera de "Gabi", como todos lo conocen, en el fútbol israelí comenzó como jugador, con pasos por clubes de la segunda y la tercera división. A muy corta edad, decidió colgar los botines y ponerse el buzo. Sus primeras experiencias como director técnico fueron cuando tenía 26 años, en equipos de juveniles. Como entrenador de arqueros llegaron sus mayores logros: con el Hapoel Tel Aviv participó de la Fase de Grupos de la Champions League.
Hace casi diez años, Burstein recibió una propuesta para ser DT de un equipo de fútbol de mujeres y así comenzó su vínculo con el fútbol femenino. "Mi hermana jugaba al softbol en Argentina y yo la seguía a todos lados. Me empezó a gustar entrenar mujeres. Fue una linda experiencia y un gran desafío, porque es muy diferente", relató a Infobae en comunicación telefónica desde Ramat Hasharon, la localidad cercana a Tel Aviv en la que reside.
Los clubes grandes que juegan en la Primera División masculina de Israel (como el Maccabi Haifa o el Hapoel Tel Aviv, entre otros) no cuentan con equipos femeninos. Los tenían hasta hace unos 20 años, pero poco a poco los fueron desarmando. La Liga de mujeres, en su actual formato, se conformó con la participación de conjuntos menores, que se organizaron con el objetivo de tener competencia y de oficiar como una suerte de "cantera" para la Selección nacional. En la máxima categoría ("Ligat Nashim") este año participarán ocho equipos (el año pasado eran nueve) de todo el país. Se juega en dos rondas de todos contra todos. Posteriormente, los cuatro mejores pasan a los playoffs por el título y los cuatro de abajo se cruzan por no descender.
El Maccabi Holón -ganador de seis Ligas y siete Copas entre 2003 y 2010- le dio a Burstein su primera oportunidad de dirigir a un equipo femenino de renombre. Desafortunadamente, el argentino llegó cuando el elenco estaba en pleno desmantelamiento y siguió su carrera en Ramat Hasharon, donde alcanzó su gran consagración: ganó el campeonato y la Copa, y fue elegido entrenador del año tres veces seguidas. Luego, volvió a Holón y, en el medio, estuvo al frente de un equipo de varones de la Segunda División.
Hace algunos meses, la Asociación de Fútbol de Israel abrió una postulación para que entrenadores pudieran llevar sus proyectos para la selección femenina. Burstein acercó el suyo -que hace hincapié hincapié en el trabajo a largo plazo- y fue seleccionado. Así, el 1° de julio pasado asumió de manera oficial en el cargo.
Su primer encuentro al frente del equipo será el próximo martes 20 de agosto, con un amistoso ante el Chelsea de Inglaterra, que es uno de los cuatro mejores equipos de Europa (fue semifinalista de la última Champions League). El duelo se disputará en el estadio Moshava de Petah Tikva y prueba del furor que comienza a nacer en Israel por el fútbol femenino es que la Asociación ya ha recibido 10 mil pedidos de entradas (son gratuitas).
Luego vendrán los primeros compromisos oficiales, válidos por la clasificación a la Eurocopa femenina 2021. El primero será el 29 de agosto ante Italia (que recientemente llegó a los cuartos de final del Mundial de Francia) y el segundo, el 3 de septiembre ante Dinamarca. Ambos serán en Israel.
"No digo que podemos ganar, pero podemos hacer un buen papel. Para eso tenemos que entrenar más", consideró Burstein, que desde que asumió el cargo de DT pidió a la Federación más apoyo y que le permitan tener más prácticas con las jugadoras.
En Israel, las jugadoras cobran por jugar al fútbol (las de la Selección, además, reciben viáticos por cada entrenamiento del que participan). Los equipos realizan entre dos y tres prácticas semanales. Sin embargo, los sueldos -que pueden llegar a rondar los 1500 dólares- no llegan a cubrir el costo de vida en un país que se caracteriza por ser caro.
"Acá está todo muy lento en el fútbol femenino todavía. Los estadios y las canchas no son muy buenas. Hay muy pocos clubes que tienen buenas instalaciones para brindarles a las jugadoras y para que se sientan profesionales", lamentó el DT argentino, de 43 años, y agregó: "No hay mentalidad para que sean iguales todavía".
Burstein se jacta de haber visto todos los partidos de los últimos cuatro años de la Liga femenina de Primera División. Los encuentros son filmados y transmitidos a través de plataformas como Youtube o Facebook. Eso le permite al entrenador tener conocimiento de todas y cada una de las jugadoras. También sigue a las que juegan en el exterior (hay una en Alemania y tres en universidades de Estados Unidos). Su primera convocatoria tuvo 40 citadas, y hoy está trabajando con 24, de las cuales 18 integrarán la lista para los partidos clasificatorios a la Eurocopa.
Más allá de la seriedad con la que aborda los desafíos del presente, la ilusión más grande del DT está puesta en la formación temprana de las próximas generaciones de jugadoras israelíes. Para eso, presentó un proyecto para que el Ministerio de Educación promueva la inclusión del fútbol femenino en la currícula escolar desde el nivel primario. También busca obligar a los clubes grandes a abrir divisiones inferiores para mujeres. Desde su visión, la formación mixta es ideal hasta los 12 o 13 años ya que hasta ese momento no hay diferencias de fuerza o de velocidad.
"Una chica puede tener la misma técnica que un chico", aseguró Burstein, y expresó su deseo: "Quiero atraer a las chicas a que vengan a jugar al fútbol porque todavía hay un estigma de que es algo de hombres, y eso es algo que pasa en todas partes del mundo".
En Israel no existen clubes de barrio tal como hay en Argentina. Las nenas que hoy quieren jugar en ciudades como Tel Aviv, Ra'anana, Netanya o Kiryat Gat van a escuelitas con varones, pero no hay mucha oferta de espacios. "Los padres las llevan porque entienden que en el fútbol, más allá del juego, hay otros valores. No es lo mismo hacer una actividad individual que estar dentro de un grupo", señaló Burstein.
Consultado sobre las claves para el crecimiento de la disciplina en el país asiático, el argentino apeló a un ejemplo "Albiceleste": "Quiero que haya una figura y que las chicas digan 'Yo quiero ser como ella'. Eso no existe hoy y en el futuro las va a atraer a jugar al fútbol. Eso pasó en su momento con Las Leonas: las nenas decían que querían ser como 'Lucha' (Aymar) y por eso iban todas a jugar al hockey. A mí me gustó mucho ese proyecto y lo tomé como base para lo que yo quiero hacer acá".
"Una chica de 30 años que empezó a jugar a los 16 en Israel, comparada con una joven de la misma edad de Holanda o de Alemania, tiene una diferencia de 3 mil horas de entrenamiento. Así es bastante difícil hacer algo a mediano plazo. Hay que hacer un boom ahora para agrandar el fútbol femenino y los resultados los vamos a ver en cuatro años", recalcó.
La Selección femenina de Israel nunca jugó un Mundial ni una Eurocopa. De hecho, en las dos décadas que pasaron entre 1977 y 1997 ni siquiera compitió. Luego de sus partidos ante Italia y Dinamarca, el equipo seguirá su camino dentro del torneo clasificatorio de la UEFA con duelos ante Malta, Bosnia y Georgia.
"Necesito mostrar que el potencial existe", sostiene el entrenador argentino, que es hincha fanático de River (de hecho, en sus 25 años en Israel no se hizo simpatizante de ningún equipo local) y que tiene como referentes en la profesión a Pep Guardiola, Marcelo Bielsa y Diego "Cholo" Simeone.
El compromiso de Burstein también pasa por conseguir más apoyo y mejores condiciones de trabajo para las jugadoras. Para eso, se informa constantemente respecto de las luchas que han emprendido las futbolistas en los últimos tiempos en distintas partes del mundo, con especial hincapié en la pelea que dieron las integrantes de la selección argentina para lograr reconocimiento y en la demanda que inició Macarena Sánchez, que derivó en la profesionalización de la Liga femenina nacional.
"El Mundial de Francia dio un empuje muy grande. El nivel sorprendió a todo el mundo, pero a mí no, porque sigo al fútbol femenino. La gente entendió que la diferencia entre hombres y mujeres puede ser física y de velocidad, pero de inteligencia y de entender el fútbol no. La mujer puede jugar al fútbol y puede recibir las cosas de manera igualitarias, como el hombre. En este momento, la diferencia de dinero es porque se vende menos, pero cuando el fútbol de mujeres empiece a vender en cuanto a merchandising, entradas, derechos de televisión o sponsors, el dinero va a crecer. Yo les digo a las chicas tienen que mejorar para poder vender y les pongo como ejemplo a la selección argentina, que hizo un cambio de visión muy grande. Ellas se decidieron a ir al Mundial a pesar de que no les daban las cosas. Nadie hubiera pensado que luego harían giras internacionales o que crearían una liga profesional en el país", concluyó.
SEGUÍ LEYENDO: