Hay un paraíso terrenal para el amante del automovilismo y ese lugar está en Alemania. Se trata de Nürburgring, el legendario circuito que es el más extenso y peligroso del mundo. Está en una zona que representa una meca del deporte motor por la atmósfera fierrera que se respira, dentro y fuera de un autódromo que es digno para temerarios. Por eso Sir Jackie Stewart, tricampeón de la Fórmula 1 en 1969, 1971 y 1973, lo bautizó como el Infierno Verde. No obstante, hubo argentinos que marcaron hitos y hoy sus méritos siguen presentes en el Ring, como también se lo conoce al escenario germano.
Comenzó a construirse el 1 de julio de 1925 y fue inaugurado el 18 de junio de 1927. En ese momento tenía una extensión total de 28,2 kilómetros y 176 curvas, unía el circuito norte, el Nordschleife de 22,8 kilómetros y el trazado del sur, el Südschleife, de 7,7 km, el cual hoy ya no existe y una parte se usó para hacer el Grand Prix Circuit, inaugurado en 1984 con una carrera con todos Mercedes-Benz 190 E en la que ganó el brasileño Ayrton Senna. Hoy si se toma la nueva versión del trazado hecho para la Fórmula 1 y el Nordschleife es un total de 25,3 kilómetros y 170 curvas. Esa extensión es casi cinco veces más que la media de los circuitos donde corre la Máxima.
La variante más larga, el Nordschleife, es angosta y está rodeada de árboles y de guardarraíls. Tiene sectores muy alta velocidad, subidas y bajadas con desniveles de hasta 300 metros. En algunas partes los autos suelen andar en el aire y esas son típicas postales que inmortalizan la acción en el Ring. El asfalto presenta un buen estado y hay muchas pintadas de los fanáticos que concurren, en especial a las 24 Horas, carrera que reemplazó desde 1970 a la recordada "Maratón de la Ruta", que eran las 84 horas donde en 1969 los Torinos se destacaron logrando uno de ellos ser el que más vueltas dio, 334, pero por una penalización terminó cuarto y con 315 rondas. Del 20 al 23 de agosto próximo se cumplirá medio siglo de la proeza lograda por la Misión Argentina.
En el video se puede ver una vuelta al escenario y queda claro que es solo para eximios volantes. Es muy veloz la zona en donde se accidentó Niki Lauda el 1 de agosto de 1976 (7.28 minutos), en aquel choque que casi le cuesta la vida. También el paso por El Carrusel, que luce igual que cuando corría Juan Manuel Fangio (8.39 minutos). Es una curva en U con peralte y que se hace en baja velocidad.
Antes del final impresiona la larga recta de tres kilómetros que es paralela a una ruta. Luego de ese tránsito se termina la vuelta. Este autódromo también se lo conoce como una "autopista paga". Es que los fanáticos pueden circular por el mismo si abonan 150 euros al llamado "Taxi Ring". Es un auto conducido por un experto del trazado. También por 30 euros, un particular con su auto pueden dar cuatro vueltas en el circuito. A su vez se puede alquilar un coche para girar cuyos precios van desde los 89 hasta 139 euros si se quiere cargar más nafta y sumar rondas.
El ingreso de Nürburgring es imponente. Parece la entrada de un aeropuerto internacional. El predio tiene de todo: desde un shopping, parques, un centro temático de automovilismo, un mini museo, un micro estadio llamado "Ring Arena" debajo de la tribuna principal y hasta una montaña rusa que atraviesa ese sector. De lunes a viernes, se puede estacionar gratis dentro del complejo del circuito.
Con seguridad Nürburg no sería lo mismo sin el emblemático circuito que lo rodea. Este pequeño pueblo alemán y sus localidades cercanas parecen un parque temático de automovilismo. Muchas de sus casas y comercios tienen identificaciones tuercas. Es común ver varios sectores del circuito desde algún punto. La gran extensión del Ring generó que haya seis puentes que atraviesen Nürburg y su pueblo vecino, Adenau, donde Fangio solía hospedarse en su época de piloto. Es común que en épocas de carreras los habitantes de la zona convivan con el sonido de los motores. Al ser tan largo es complicado que una grúa llegue a retirar los autos que hayan abandonado. Por eso el Infierno Verde tiene varias vías de escape que se conectan con las calles de los pueblos.
Nürburg y sus localidades adyacentes son muy tranquilas. Sus comercios cierran a las seis de la tarde, a pesar de que en la época de las 24 Horas (verano europeo) anochece recién a las 22.00. Para ese evento suelen concurrir unas 250.000 personas que se ubican en los campings del circuito con cientos de carpas, autos y casas rodantes. Varios restaurantes tienen imágenes y banderas de diversas categorías, marcas y carreras. Por ejemplo un supermercado luce cuadros de autos de carrera arriba de sus góndolas.
Por si todo esto fuera poco, el escenario también rodea un castillo cuya construcción data del año 1160 y que también puede visitarse. Desde lo más alto de su torre es un lugar de lujo para seguir las carreras en Nürburgring. El acceso cuesta 4,5 euros y tiene visitas guiadas.
Desde 2016 el autódromo es propiedad del ruso Viktor Kharitonin (empresario farmacéutico), el escenario tiene un buen mantenimiento y sus instalaciones son envidiables. La sala de prensa tiene una capacidad para 250 periodistas. En la parte opuesta a su ingreso está el panel donde se realizan las conferencias de prensa. En frente al ingreso de la recta principal se ubica el hotel Dorint que tiene vista preferencial para sus visitantes. Tiene más de cuatro décadas y es una de las postales del Ring. Luego del hotel comienzan las tribunas en la recta principal que llegan hasta la primera curva, donde está el clásico sector de Mercedes-Benz. Son dos bandejas y en cada una hay butacas y baños en perfecto estado para el público.
En tanto que Nürburgring también es muy cercano a los sentimientos de los argentinos. Más allá de la hazaña de los Torinos en 1969, el propio Fangio ganó allí tres veces seguidas. La última, en 1957, constituyó la mejor carrera de su vida cuando hizo una remontada y obtuvo su quinta corona en la F-1. Contemporáneo al Chueco y muy querido por él, Onofre Marimón, perdió la vida por un choque en este escenario, el 31 de julio de 1954.
Otro compatriota que dejó su sello es Carlos Alberto Reutemann quien se impuso el 3 de agosto de 1975 con el recordado Brabham BT 44. Fue la penúltima vez que se completó una carrera de la F-1 en el escenario largo ya que después de 1976, por el choque de Lauda, nunca más la categoría corrió en el Nordschleife.
Tiempo más tarde otro santafesino, Oscar Rubén Larrauri, festejó en cuatro ocasiones en la Fórmula 3 Europea, dos en 1981 y dos en 1982, temporada en la que consiguió el campeonato de forma anticipada. Poppy es el argentino más ganador allí y nada menos que en monopostos.
También celebró en el Ring el cordobés José María López en el Campeonato Mundial de Autos de Turismo (WTCC por su sigla en inglés) en 2015 y 2016. El porteño Esteban Guerrieri hizo lo propio en la Copa Mundial de Turismo llamada WTCR en 2018. Y desde 2009 un puñado de corredores albicelestes, la mayoría sin muchos pergaminos, pero con sobrada pasión participa de las 24 Horas recreando la Misión Argentina. Para correr allí, aparte de la licencia deportiva de cada país, todo aquél que debute en el trazado largo debe realizar el curso de aspirantes con cualquier auto patentado que tenga como mínimo 150 caballos. Puede ser nacional o extranjero. El lugar está debajo de unas tribunas que se ubican en la conexión del trazado viejo con el nuevo.
Los nombres de todos los ganadores en el trazado largo en carreras importantes, figuran en una placa que está en uno de los extremos del túnel que conecta uno de los accesos principales con los boxes. Del lado externo se conservan en perfecto estado los boxes originales y saliendo de ellos hay un monumento a Fangio que es similar al que está en Puerto Madero y en los circuitos de Montmeló y en Monza. El balcarceño es muy admirado en Alemania e incluso afuera del circuito hay una plaza rodeada de locales y uno de ellos es un restaurante llamado "El Chueco".
El automóvil se inventó en Alemania en 1885 y este país es una de las mecas del automovilismo. Nürburgring es un lugar único donde el ambiente tuerca no se limita al autódromo. Es una zona de influencia para el que le corre "nafta" por las venas y cuyo corazón se acelera al escuchar un motor de competición. Es poner quinta a fondo a la pasión. Vivir un fin de semana de carrera allí es el pasaporte a la gloria. Para un fierrero el Infierno Verde está encantador.