El "truco" del empeine: la imperdible anécdota de Enzo Francescoli con Juan Román Riquelme

El hoy manager de River supo compartir equipo con el ídolo de boca en la despedida de Diego Maradona. Y compartió con él un secreto futbolístico

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El relato de Francescoli sobre el consejo que supo copiarle Riquelme

El 10 de noviembre de 2001, Diego Maradona tenía su partido despedida en la Bombonera y acuñaba una frase que quedó grabada en la historia del fútbol: "Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha". En uno de los equipos que le rindieron homenaje sobre el césped, Juan Román Riquelme y Enzo Francescoli; un entonces incipiente ídolo de Boca y una leyenda de River, tiraron paredes, dialogaron con el talento, y hasta intercambiaron un truco…

Pero Riquelme aprovechó la ocasión para aprender. Y el ex delantero uruguayo narró la anécdota en su visita a CNN Deportes. "Cuando yo juego la despedida de Maradona, Riquelme tenía 17, 18 años -en realidad, tenía 23- y jugaba con él en el equipo resto del mundo", prologó la historia, que motivó la curiosidad del ex N° 10.

"Cuando vamos al entretiempo me pregunta por qué paraba la pelota con el empeine. Yo siempre ponía el pie así, me acostumbré para que el que venía de atrás le pegara a los tapones, porque antes venían de atrás y…. por lo menos sentían eso. Le expliqué y me dijo: 'Ah, mirá vos'. (Roberto) Cabañas y Hugo Sánchez usaban la canillera atrás, adelante y atrás; antes el fútbol era algo más permisivo", contó.

La anécdota no sólo describe la capacidad técnica de Francescoli, surgido de Montevideo Wanderers, con picos de rendimiento en River, Francia (donde enamoró a un joven Zinedine Zidane) e Italia, sino también el afán de aprendizaje de Riquelme, que en un partido amistoso supo advertir desde cerca la particularidad del "Príncipe" para luego hacerla propia.

En más de una oportunidad, Rodolfo D'Onofrio, presidente del "Millonario", comentó que Riquelme "tendría que haber jugado en River". Y aunque los caminos del Superclásico pusieron a Francescoli y a Román en veredas opuestas. Eso no les impidió hablar el mismo idioma futbolístico, como sucedió en aquel vestuario de la Bombonera.

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