En diciembre de 2018 decidió armar las valijas, romper con su zona de confort que tenía en Italia y volver al país que lo vio nacer. Ya no como aquel goleador histórico que tantas alegrías le dio al hincha argentino, sino en una nueva faceta: la de entrenador.
Después de 22 años viviendo en Europa, Hernán Crespo aceptó la oferta del Club Atlético Banfield y se calzó el buzo de DT. Tras sus primeros seis meses de adaptación en donde su filosofía de juego se pudo apreciar pero los resultados fueron un tanto esquivos (13PJ: 3G, 5E y 5P), Valdanito ya se encuentra asentado en el Taladro y se adaptó al ritmo que demanda el fútbol argentino.
En más de una hora de charla a solas con Infobae, el ex delantero de 44 años se muestra sincero y sin nada que esconder. Abre su corazón y también su cuaderno. Confía en que su equipo mostrará una mejoría esta temporada, pone arriba de la mesa su metodología de trabajo y cómo se convirtió en técnico. Lo hace con pasión y gesticulando por demás, como si no le alcanzaran las palabras para explicar todo lo que se le pasa por la mente.
– ¿Cuando quisiste ser entrenador?
– De jugador ya lo sentía, siempre me interesó partiendo de la base que siempre fui un apasionado del fútbol. Era un desesperado, desde siempre. A medida que pasaba el tiempo me gustaba la idea de seguir involucrado a este mundo. Como jugador, no teniendo características físicas que me permitan hacer la diferencia, yo necesitaba un conocimiento de mis compañeros. Tuve que convertir mi necesidad en virtud. Ejemplo: Bati tenía días que no la agarraba y jugaba mal pero si le quedaba una pelota en la derecha, le pegaba más fuerte que cualquiera y se salvaba. Yo no tenía nada físicamente para ser superior a los demás, entonces tenía que mejorar otros aspectos para poder hacer esa diferencia. Para esto necesitaba mucha información, por eso necesitaba las características de todos los que jugaban y mirarlos, mirarlos, conocimientos, conocimientos… Todo para que en base a mis características pueda hacer goles. Esa necesidad de mirar, observar y analizar la táctica se terminó haciendo natural y se convirtió en profesión. Así se fue dando y siempre me gusto este mundo. El único temor era el de volver a dejar a la familia y empezar a viajar de nuevo, que ya estaba un poco cansado de eso. Cuando dejé el fútbol empecé a estudiar, a prepararme y llegó.
– En distintas oportunidades destacaste de Carlo Ancelotti el manejo familiar del grupo, de José Mourinho la motivación y de Marcelo Bielsa la mejoría individual. ¿Tomaste de cada uno esos aspectos para tu perfil como entrenador?
– Sí, sí, sí y quiero hacerlo. No se si lo logré (risas), pero es como todo. Cuando arranqué a jugar al fútbol me gustaba Van Basten, también me gustaba un 9 elegante como Enzo (Francescoli), pero nunca iba a ser como ellos. Entonces empezás a ver y tomar cosas de cada uno. Robás movimientos, características y después formás tu propia personalidad como jugador. Entiendo que ustedes (los periodistas) quieran etiquetarme. No lo digo mal, pero pasa porque no tengo recorrido. No es que yo quiero ser como alguien, tomo cosas que me gustan de distintos entrenadores pero al final soy y conduzco a mi manera.
– ¿Y como conduce Crespo?
– Yo soy esto. Trato de ser lo más simple, directo y claro posible. Intento darle herramientas a los jugadores para que estén tranquilos. Mi metodología de trabajo parte de la base en el que en el fútbol actual: la pelota es un problema. Con las presiones que hay y con la gente que hay, tener la pelota entre los pies es complicado, te llena de ansiedad y no sabés qué hacer. Entonces hay que parar y darle las herramientas para que en esos casos cada jugador sepa qué opciones tiene en cada situación en la que se encuentre. La categoría de los jugadores hace que elijan mejor y hace que tu idea levante. Nadie inventó nada, acá es todo bastante simple, por lo menos para la gente que vivió toda una vida ligada al fútbol. Uno puede tener mil ideas pero al final de cuentas dependés de los jugadores. Por eso hay que tratar de que ellos se sientan lo más cómodos posible dentro del campo de juego.
Como entrenador trato de ser lo más simple, directo y claro posible. Intento darle herramientas a los jugadores para que estén tranquilos. Mi metodología de trabajo parte de la base en el que en el fútbol actual: la pelota es un problema.
– Decís que al final uno depende de los jugadores, ¿pensaste que siendo entrenador ponías en juego el prestigio que conseguiste como futbolista?
– No, son dos cosas diferentes. Nada ni nadie va a cambiar lo que hice como jugador, ni para bien ni para mal. Me parece que va más allá esto, es la esencia de cada uno. Yo no puedo estar en mi casa, entonces pienso en atacar y no en defender lo que tuve. Voy a salir, crear, descubrir, ponerme en juego. Para mi la vida es eso. La satisfacción personal de vivir lo que viví no me la va a sacar nadie pero tampoco hay que vivir del recuerdo. Hay que darle para adelante. ¿Me voy a equivocar? Sí, pero lo voy a hacer siempre con buena fe, desde la honestidad y la pasión de querer mejorar este deporte que amo. No existe el manual del entrenador ganador. Trato de vivir el fútbol y no lo veo como un riesgo que me vaya mal como entrenador. Simplemente veo que en la vida hay que ir para adelante y descubrir. Estuvo buenísimo lo que pasó pero ya está.
– Como jugador decías que alimentabas tu ego comprando los diarios después de los partidos en los que jugabas bien. ¿Hoy cómo alimentas el ego?
– Es distinto, es otra cosa. El fútbol es entusiasmo. Cuando jugás necesitas mucho de eso. En cambio, cuando dirigís necesitas más equilibrio. El entusiasmo te lo da el hecho de trabajar, el levantarte y estar en contacto con jóvenes a los que le podés transmitir tu experiencia y darle las herramientas para ser mejores futbolistas. Eso me genera entusiasmo. Poder seguir siendo parte del fútbol es hermoso.
– ¿Cuánta incidencia tiene un DT en el resultado de un partido?
– En los resultados no tiene incidencia. Ahora, hoy más que nunca, los DTs inciden. ¿Es mucho? No se. Habrá que preguntarle a los jugadores qué es mucho y qué es poco…
– Vos estuviste de los dos lados…
– Sí, pero era otra época. Cuando jugaba se hablaba de los once de memoria, no había toda la tecnología que hay ahora. No hay que olvidarse que las generaciones de futbolistas son diferentes también. Yo soy parte de la última generación que jugaba todo el día a la pelota, ahora dividen su tiempo entre la Play y el teléfono. Nosotros teníamos muchísimas horas de vuelo sin querer porque jugábamos todos los días con cualquier cosa y entrenábamos la técnica. Hoy no es así, tienen menos conocimiento. Está en nosotros transmitir eso. Otra cosa que cambió es la comunicación, no dentro de la cancha pero si afuera. Antes íbamos a jugar a la plaza y ya sabíamos como manejarnos porque aprendías a comunicarte a los golpes. Hoy se comunican con el teléfono y no pasa nada, pero no aprenden. Dentro de la cancha les cuesta comunicarse y les cuesta guiar al otro. Entonces, como DT, tengo que lograr que el jugador tenga opciones y las aprenda para poder comunicarse.
Yo soy parte de la última generación que jugaba todo el día a la pelota, ahora dividen su tiempo entre la Play y el teléfono. Hoy los jugadores tienen menos conocimiento.
– Cuando asumiste en Banfield declaraste que esperaran a ver como juega tu equipo para sacar conclusiones. Hoy, después de seis meses, ¿estás contento por cómo jugó tu equipo?
– Muy. Conseguí lo que buscaba. Creo que para los objetivos que estaban preestablecidos, alcanzamos todos con creces menos uno: la poca cantidad de puntos que sacamos. El resto fue espectacular. Obvio que los puntos no es un dato menor. Todos jugamos a ganar, a mi me gusta ganar. Creo que jugando bien vamos a tener más posibilidad de ganar. A veces no se logró pero conseguimos cosas como haberle dado identidad al equipo, haberle dado experiencia. Y reconozcamos que el calendario no nos ayudó. Así y todo pienso que podríamos haber funcionado mejor porque ningún equipo nos avasalló. Pero nos topamos con situaciones que son parte del fútbol, como la poca experiencia que tenía el plantel.
El equipo de Crespo no tuvo un buen comienzo en esta Superliga y cayó en la primera fecha ante Arsenal en Sarandí. Sin embargo, se pudo ver en el campo de juego una evolución en el equipo, adaptándose a otros sistemas tácticos y siempre con la posesión del balón como punto de partida. El resultado no acompañó a un equipo que sigue padeciendo no poder capitalizar los ataques generados pero el propio Valdanito había anticipado en esta entrevista todo lo que pretende de su equipo para esta temporada.
– ¿Qué buscaron mejorar en la pretemporada?
– Primero, buscar variantes en lo táctica. Ya con una base sólida de seis meses de trabajo le agregamos dos variantes tácticas en las que los jugadores se sientan cómodos y que durante los partidos podamos cambiar. En el mercado buscamos sumar gente de experiencia que no tiene el proceso anterior pero van a tardar menos en aprenderlo. Claro que van a tener menos energía física por una cuestión de edad pero eso hay que dejarselo a los jóvenes. La gente que llegó, viene por algo más allá del perfil futbolístico, buscamos jugadores que puedan enseñarle a los chicos cómo manejarse en un vestuario, como ser profesional, etc. Creo que se encontró equilibrio y se armo un plantel piola, siempre bajo las circunstancias y el poder económico que tiene el club. No se si alcanza para salir campeones, pero la intención nuestra es mantener la identidad, sumarle efectividad y valorizar el material que tenemos.
Se va a ver un mejor Banfield?
Yo creo que sí…
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