Apenas pasadas las 4.30 de la madrugada del miércoles, las llamaradas que salían del vehículo estacionado en San Juan y Azopardo alertaron a los vecinos. Uno de ellos llamó rápidamente a los bomberos, pero cuando arribaron ya era tarde: el auto estaba con destrucción total. Primero se pensó en un nuevo ataque de la banda de los "quemacoches", pero cuando apareció la dueña, la hipótesis se diluyó y comenzó a tallar otra que la misma propietaria alimentó: era una venganza de una de las facciones de la barra brava de Boca. Es que la titular era nada más ni nada menos que Marta Tato, viuda de Fernando Di Zeo y cuñada de Rafael, el líder de La Doce. Y si bien poco fue lo que se instruyó hasta ahora judicialmente, Infobae pudo reconstruir la interna familiar que suma negocios, traiciones, dinero por doquier y estancias en la cárcel.
La historia lleva bastante tiempo, pero explotó el 5 de enero pasado, tras la muerte de Fernando, quien por entonces era la cara visible de la barra en La Bombonera. Impedido desde 2017 de ingresar a los estadios por derecho de admisión, Rafa había delegado el manejo adentro de la cancha en su hermano menor, quien en la tribuna ostentaba un prestigio de barra con códigos de antes, facultad que en el paravalanchas se perdió hace décadas.
Salvo por una interrupción tras una operación de rodillas, Fernando siempre estaba en la cancha. Pero fuera de ese radio, la relación con la política, el club, los sindicatos y la Policía seguía siendo propiedad del mayor de los Di Zeo, quien siempre se jactó de tener en su agenda todos los números del poder. Esa relación, claro, produce beneficios económicos incalculables que no se reparten por igual. Y en el caso de la familia Di Zeo esa tensión terminó por explotar tras el fallecimiento del menor, a punto tal que 24 horas después la cuñada acusó a Rafa de haberle robado pertenencias en su propio lecho de muerte, incluyendo dinero, anillos, relojes y camisetas.
La guerra fue en aumento y el mismísimo Di Zeo debió hacer un video que distribuyó por whatsaap entre los miembros de la barra para reafirmar su liderazgo que empezaba a ser cuestionado. Desde entonces, los mensajes cruzados siguieron con dos acusaciones gravísimas: Tato dejó entrever que su cuñado estuvo presente el 21/7/13, el día en que la barra de Boca se enfrentó en las inmediaciones del Nuevo Gasómetro y terminó con dos muertos y decenas de heridos. Por ese caso, Di Zeo está elevado a juicio oral como instigador a cometer crímenes con pena pasible de prisión perpetua. Él siempre negó haber estado allí (hubo una pericia a favor y otra en contra sobre su parecido a un hombre con casco que daba indicaciones a los barras minutos antes del enfrentamiento) y los dichos de la cuñada podrían complicarlo sobremanera. También distribuyó por redes sociales que estaba al tanto de muchos de los negocios turbios de Rafa y hasta sugirió que podría haber sido quien disparó en otro enfrentamiento de la barra en la autopista Rosario-Santa Fe, el 26 de agosto de 2012, que dejó cuatro heridos de bala y ningún detenido.
El video del incidente con el automóvil
Ese in crescendo tuvo un aviso el domingo pasado cuando Marta Tato hizo público por Twitter que un ladero de Di Zeo, apodado "Dientón", que se llama Martín Pérez, lideró la barra de Excursionistas y está acusado de apretar socios en la platea para que no insulten al presidente Daniel Angelici, le avisó que Rafa había mandado a quemarle el auto. Visionaria o no, lo cierto es que tres días después, su vehículo apareció incendiado. La guerra, claro, se enmarca en dos cuestiones. Por un lado, los distintos niveles de vida que ostentan los familiares. Mientras el líder de La Doce se mueve en autos lujosos, viaja por el mundo y tiene participación en negocios y propiedades, la vida de Fernando fue siempre mucho más austera.
La acusación de robo a sus sobrinos tendría que ver, según fuentes de la barra, con cosas que quedaron a nombre de terceros pero eran en realidad de la familia. Se verá. Por otro lado, siempre estuvo vigente la acusación de que Rafa era la cara de la barra, pero el cuerpo lo ponía Fernando. De hecho, recibió un balazo en un ojo el 30 de enero de 2000 en otro cruento episodio interno de la barra que dejó un muerto. Después, cuando fueron a juicio por el ataque a los hinchas de Chacarita del 3 de marzo de 1999, Rafa aseguró tener bajo siete llaves la promesa del sobreseimiento. Pero en 2005 fueron condenados el mayor a cuatro años y tres meses de cárcel, y el menor a tres años y diez meses. Lo que terminó ratificado por Casación y la Corte Suprema en marzo de 2007. Y mientras Fernando se entregó a la Justicia, su hermano pasó un tiempo en clandestinidad negociando su futuro en el penal. Ambos fueron alojados con el resto de la barra en un pabellón VIP del módulo Uno del penal de Ezeiza, pero cuando el menor le recriminó a Rafa que todo había terminado mal por su culpa, por su exposición en los medios y el desafío al poder reinante (Di Zeo había decidido jugar a dos puntas para la elección en Capital a jefe de Gobierno que enfrentaba a Mauricio Macri con Daniel Filmus), éste lo echó de la celda donde había televisores plasma, bebidas alcohólicas, teléfonos y otros placeres mundanos, como se descubrió en una requisa en 2009. De hecho, Fernando también tuvo problemas con su hermano por defender a otro barra preso, el "Oso" Pereyra, histórico de la barra y desterrado por Rafa al salir de la prisión. Pereyra terminó asesinado tras recibir siete balazos en un ajuste de cuentas en el barrio Don Orione en 2017.
Ahora comienza a salir a la luz la pelea familiar. La cuñada acusa a Di Zeo de traición, negocios turbios, robo y más. Un auto quemado puede ser la clave si la Justicia investiga y apaga las llamaradas de una historia que amenaza con echar más leña al fuego de La Doce en los próximos días.
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