Los Santos siguen marchando, pero este es su último viaje. Fue allá por 1979, cuando los echaron de su casa, y empezaron a peregrinar. Siempre detrás de una utopía, aunque esta es la más grande, la más deseada de los últimos 40 años ¿Más que la Copa Libertadores? "Este es el hito más importante de la historia de San Lorenzo", repiten unos y otros. Y eso que el trofeo continental que se les negó durante 49 años era su obsesión: "Pero volver a la casa que te robaron es recuperar tu identidad", dice Juan José López (56) abrazado con su hijo Joaquín (24).
Pasaron cuatro décadas para llegar a esta última peregrinación que se dirige a Avenida La Plata y Avelino Díaz donde cerca de cien mil cuervos se reúnen para celebrar que recuperaron sus tierras. Y el punto de partida no podía ser otro: México 4050. Sí, la iglesia del padre Lorenzo Massa, el hombre que allá por 1908 cedió el terreno de su iglesia para que los pibes no jugaran sobre la vía del tranvía y fundó este club. Ahora se entiende por qué estos tipos nunca pierden la fe.
A las ocho de las tarde-noche, en la caravana se ven vírgenes con los colores del Ciclón, miles de padres y abuelos que caminan con sus hijos y nietos tratando de explicarles lo que significa esta vuelta, aunque ellos ya lo saben: "Nuestros abuelos nos transmitieron esta pasión. Ellos nos hablaron de este estadio y hoy estamos acá porque recuperamos nuestra historia, saldamos una cuenta con el pasado. Esta noche a las doce vamos a recuperar nuestra identidad", dicen los hermanos Lucas y Julieta Vivas.
Y ellos no son los únicos que vienen persignarse y mirar al cielo, a rendirle tributo a ese cuervo que ya no está. Es el caso de Lucía Bodo, que perdió a su papá, Juan Carlos Bodo (socio 44028) en el Gasómetro, el día que San Lorenzo le ganó 5 a 0 a Bolívar en la semifinal de la Copa Libertadores. Lucía es una entre los miles que se mezclan en esa marea humana que ya abarca cerca de diez cuadras en Avenida La Plata hasta llegar al 1700 donde se levantaba el Viejo Gasómetro.
San Lorenzo va por el tercer estadio en sus 111 años de vida y Roberto y Claudio Pando (padre e hijo) sueñan con al menos poner un trazo en este nuevo sueño. Estos dos arquitectos fueron los artífices del Nuevo Gasómetro. "Es muy fuerte para mí todo lo que pasa porque también tuve la suerte de participar en los grupos que se generaron para la vuelta a Boedo y en las charlas con Carrefour donde se negoció qué superficies quedaban para cada uno", dice Claudio, el hijo, cuando el playón del ex hipermercado ya explota de gente. Y ya piensa más allá: "Este momento de San Lorenzo es de refundación. A las doce va ser el gran momento de goce para nosotros. Pero mañana ya tenemos que empezar a pensar en el San Lorenzo del Siglo XXI, en un estadio sustentable, tanto en lo ecológico como en lo económico", dice el arquitecto. ¿Si le gustaría participar en el nuevo estadio? "Obviamente, sería una forma de seguir devolviéndole al club todo lo que me dio", cierra.
Están lloviendo estrellas
Si de algo pueden jactarse los cuervos es de la cantidad de hinchas notables que cuentan en sus filas. Si tiene alguna duda, anote: podemos arrancar por Norberto Pappo Napolitano, ir de Viggo Mortensen a Marcelo Tinelli y llegar al Papa Francisco que le pondrá el nombre al futuro estadio. Y también está Gabriel Cappello, más conocido como Vicentico, que ahora sube el escenario junto a su hijo Florián que se banca los 8 grados que azotan a Boedo y luce la bellísima casaca de los Camboyanos del 87.
Más allá de su catarata de hits, si de algo puede sentirse orgulloso el líder de los Fabulosos Cadillacs es de haber transmitido el sentimiento azulgrana en su hijo Florián: "Me puso la camiseta ni bien nací. Además, me crié en el barrio, escuchando historias de lo que significaba poder volver a ver un estadio acá, no podía ser de otro club", cuenta el joven ¿Cómo entiende el significado de la vuelta a Boedo un pibe de 24 años? Florián lo explica perfecto: "La vuelta a Boedo es el hecho más importante de la historia de San Lorenzo. Obvio que la copa libertadores está ahí, pero esto es lo que nos define como hinchas. San Lorenzo es un club grande por su gente, por su historia, no por lo que ganó o perdió".
"Siempre nos tuvimos que acomodar a situaciones difíciles, por eso volver al barrio donde nacimos es lo más lindo que nos puede pasar como club", sentencia Florián Fernández Capello, que vivió a tres cuadras de Avenida la Plata y Balbastro hasta los 17.
Desde un VIP donde se mezclan figuras con ex jugadores, el máximo ídolo contemporáneo de San Lorenzo disfruta de los shows que siguen uno detrás de otro: "Durante años, escuchaba a la gente cantando sobre la vuelta a Boedo. Y lo desearon tanto que esta tarde eso se hizo realidad", recuerda el Pipi Romagnoli.
A unos metros, el Beto Acosta jura que lo invade la emoción: "Lo de hoy supera a todo, hoy nadie te va a saludar por los goles que hiciste porque el objetivo es superador", admite el goleador. Más al fondo, José Sanfilippo recuerda anécdotas con el máximo goleador del fútbol argentino en una temporada, el Gringo Scotta.
Faltan menos de treinta minutos para el 1 de julio, momento en el que oficialmente San Lorenzo tomará posesión de los terrenos de avenida La Plata. Por el escenario ya pasaron Los Chiflados de Boedo, Néstor en Bloque y varios videos con hitos del club.
Es el turno de Miguel Ángel Rodríguez que se planta ante la multitud, jura que recuperar este lugar es "más importante que cualquier título" y lee una poesía dedicada a Boedo escrita por el periodista Eduardo Bejuk en su libro Hermano cuervo. El autor es un sanlorencista de ley, uno de esos que peregrinó por todas las canchas hasta que apareció el Nuevo Gasómetro, y que –según las crónicas familiares–, conoció el Viejo Gasómetro en los hombros de su papá José Bejuk cuando apenas tenía un año.
¿Qué significa este momento para uno muchacho de 40 que no conoció el VG? "Nuestra generación se crió como hincha siguiendo a San Lorenzo en canchas ajenas. Después pudimos concretar el sueño de la cancha propia pero siempre estaba la herida abierta de haber sido echados del barrio. Parecía imposible que se pudiera dar esta vuelta. Por eso, esta noche, nosotros empezamos a concretar el último sueño que nos queda", dice Bejuk, otro que esta noche habrá pensado en el viejo.
Tres, dos, uno, cero… ¡Volvemos a Boedo!
A las doce de la noche, la locura de volver a Boedo es realidad. El cielo estalla de colores y Marcelo Tinelli se abraza con el presidente Matías Lammens. "Para muchos era una utopía, pero con la fuerza de todos lo logramos", dice el conductor televisivo. A unos centímetros están los locos que soñaron esto con Adolfo Res y Marcelo Culotta a la cabeza. Todos gritan y lloran de felicidad. Sí, San Lorenzo lo hizo de nuevo. Otra vez, esta institución escribiendo el cuento futbolero que ni el Gordo Soriano pudo imaginar. Es que, si de algo sabe este club es de proezas, de caerse y ponerse de pie. Será por eso que los Santos siguen marchando. Aunque ya llegaron a Tierra Santa y nunca más nadie podrá sacarlos.
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