Del River de Marcelo Gallardo se han elogiado muchas cosas: la mentalidad ganadora, la fuerte personalidad, el gen competitivo, la capacidad para adaptarse a lo que pide cada partido, el afán ofensivo y la propensión a reinventarse como equipo cada seis o doce meses, según las circunstancias.
En los últimos seis meses, otro rasgo del equipo cobró una importancia central para el presente de sonrisas que atraviesa el campeón de América y flamante ganador de la Recopa: su gran estado físico. Esa condición indispensable para pelear todos los partidos hasta el pitazo final le permitió anotar nueve goles después de los 80 minutos de juego en los últimos once partidos por torneos sudamericanos.
La racha incluye cinco encuentros por la Copa Libertadores (dos de la edición anterior y tres de la actual) y uno de la Recopa que el jueves pasado le ganó a Atlético Paranaense en el Monumental. El primer episodio se produjo el 30 de octubre pasado en Porto Alegre, donde River remontó la desventaja parcial ante Gremio con un gol de Rafael Borré a los 37 minutos del segundo tiempo y con un penal anotado por Gonzalo Martínez en el quinto minuto de descuento. Esa victoria lo clasificó finalista de la Libertadores que le ganó a Boca con el histórico choque en el Santiago Bernabéu.
En el segundo partido de la final, en Madrid, River convirtió los últimos dos goles en el tiempo suplementario: el de Juan Fernando Quintero fue a los 109 minutos de juego y el de "Pity" Martínez que estableció el definitivo 3 a 1, a los 122.
Ya en la presente edición de la Libertadores, River se llevó un valioso punto en su debut ante Alianza Lima, en Perú, con un golazo de tiro libre del juvenil Cristian Ferreira en el sexto y último minuto de descuento. Ante el mismo rival, pero en el Monumental, River redondeó el 3 a 0 con un grito de Nicolás De La Cruz en el minuto 93 de juego. También a los 93, pero frente a Inter de Porto Alegre en el Monumental, Lucas Pratto le dio el definitivo 2 a 2 a River en el cierre de la fase de grupos, con el equipo ya clasificado para los octavos de final (en esa instancia enfrentará a Cruzeiro, el 23 de julio en el Monumental y el 30 en Belo Horizonte).
La coronación en la Recopa, ante Atlético Paranaense, llegó luego de que Lucas Pratto, a los 91 minutos, y Matías Suárez, a los 95, terminaran ampliando a 3 a 0 la diferencia que Ignacio Fernández había comenzado a establecer a los 20 minutos del segundo tiempo tras conectar un rebote luego de que el arquero Santos le atajara un penal.
Semejante capacidad para llegar al gol en los tramos finales de los partidos parece menos una casualidad que el fruto del trabajo encabezado por Pablo Dolce, el preparador físico principal del plantel. Discípulo de Alejandro Kohan, el actual preparador físico de Banfield, Dolce trabaja en el cuerpo técnico que comanda Gallardo junto a otros dos colegas suyos: el uruguayo Marcelo Tulbovitz y Diego Gamalero.
Ellos son los responsables de que River sea un equipo con una marcada intensidad física y con una reconocida capacidad para llegar entero al cierre de los partidos. Gallardo exige esfuerzo de manera permanente y ello redunda en una formación incómoda para los rivales, que suelen padecer a River hasta cuando le ganan.
Dolce acompaña a Gallardo desde que llegó a River a mediados de 2014. Comenzó a trabajar en las divisiones inferiores de River en 2006, y entre ese mismo año y 2007 fue asistente de Kohan en el equipo entonces dirigido por Daniel Passarella y en el que Gallardo era una de las figuras. Luego trabajó junto a Silvio Rudman en Lobos BUAP, de la Segunda División de México, y con Alejandro Montenegro en All Boys. En 2011, Gallardo lo llamó para que lo ayudara con el proceso de recuperación tras una grave lesión que sufrió en Nacional de Montevideo y en 2014 lo incorporó a su staff para comenzar su exitoso ciclo en River.
De larga experiencia en el fútbol, Tulbovitz se sumó al cuerpo técnico de River a principios de 2018. Gallardo lo conocía por haber sido su "profe" en Nacional de Montevideo y lo convocó para que se complemente con Dolce en los trabajos de la preparación física del plantel. Motivador nato, los días de partido suele ser protagonista por su particular modo de arengar a los jugadores. Los alienta, les grita, aplaude para intentar contagiarlos. Se caracteriza por trabajar situaciones de juego: sus entrenamientos suelen ser con pelota y es habitual que esté muy encima de los futbolistas. También se especializa en fortalecer la potencia de los jugadores, a partir de su experiencia inicial con equipos de rugby. Trabajó en ocho clubes uruguayos (Progreso, Nacional, El Tanque Sisley, Racing, Fénix, Juventud, Defensor Sporting y River Plate), en los seleccionados de Costa Rica y El Salvador, y en la Universidad de Chile, entre otros equipos del continente.
Recomendado por Dolce, Gamalero también se sumó en enero del año pasado. En Argentina había trabajado en dos equipos del Ascenso: Deportivo Merlo y Juventud Unida. Y en el exterior estuvo en Real Mamore, de Bolivia, y en dos clubes peruanos: Cienciano y Comerciantes Unidos. Dolce lo conocía por haber trabajado juntos seis años en el gimnasio Fisio Sport, donde formaron parte del grupo de trabajo del reconocido doctor Néstor Lentini.
En la pretemporada que el plantel de River realizará en Los Ángeles a partir del 20 de este mes, Dolce y compañía seguramente buscarán potenciar ese rasgo del equipo. Después de las vacaciones y de los trabajos en Estados Unidos, a River lo esperan los 16avos. de final de la Copa Argentina ante Gimnasia de Mendoza, los octavos de final de la Libertadores contra Cruzeiro y la Superliga. A juzgar por los antecedentes, el equipo saldrá a jugar cada partido sabiendo que la celebración de un gol será posible incluso en el último minuto de descuento.
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