Sin él en el banco de suplentes, tal vez la Copa Libertadores 2018, la de la Superfinal en Madrid frente a Boca, pudo haber tenido otro destino. Lo mismo, la Supercopa Argentina, otra corona que se definió en un Superclásico. O sí, quién sabe. Lo concreto es que a fines de 2016, luego de ganar la Copa Argentina frente a Rosario Central, Marcelo Gallardo estuvo a punto de dejar de ser el técnico de River. A una sonrisa, podría precisarse. En aquel momento, la incertidumbre llegó a los hinchas y a los medios, pero no con tanta profundidad como describe "Gallardo Recargado", el segundo libro de Diego Borinsky sobre la vida del "Muñeco", su filosofía y su brillante gestión en el banco del club de Núñez.
"El libro se lo propuse a Marcelo en marzo de 2017; él a fines de 2016 casi se va de River, estuvo a nada de irse, esas son cosas increíbles", prologó Borinsky. "Le gana la final de la Copa Argentina a Central 4-3 y él me cuenta que en la fiesta estuvo a esto de decirle a D'Onofrio que se iba. Me dijo: 'Lo vi tan feliz al presi que me lo guardé'", puntualizó el hecho que demoró la determinación.
"Venía desde hace unos días charlando con Berros, su representante; era el único que lo sabía. Era un tema de desgaste, el segundo semestre de 2015 fue muy malo para River, después de que volvió de la Suruga Bank. En el primer semestre de 2016 no cumplió ningún objetivo, fue eliminado en octavos de la Libertadores por Independiente del Valle, noveno de 15 en el campeonato corto en su grupo, 0-0 en los dos Superclásicos… Gallardo, exige, exige, exige, tenía cara de traste en los entrenamientos, los jugadores que no se bancaban tanta exigencia, los colaboradores que trataban de bajarlo y él sentía que si no exigía no era él. Lo desgastó mucho la situación", enumeró los motivos que casi lo llevan a cortar el proceso que comenzó a mediados de 2014.
"Yo después le dije: 'Si te hubieras ido, lo que te hubieras perdido; vos y los hinchas de River'. 'Hice bien', me respondió", remarca ese ida y vuelta especial que Borinsky consiguió con el entrenador que ante Paranaense buscará su décimo título en el banco de suplentes del club.
El libro trae una declaración pública de Gallardo que dio pistas sobre esa decisión que venía madurando, y que la felicidad de D'Onofrio en un momento de alegría pudo frenar. "La exigencia se la pone cada uno, y yo trato de ser lo más equilibrado posible porque me conozco. Si no salen las cosas, por ahí tengo alguna impresión de que exijo, exijo y exijo, y eso puede ser contraproducente. Y ahí reflexionás acerca de que no querés llegar a un momento de incomodidad. Estar mucho tiempo en un lugar no sé qué tan bueno puede llegar a ser, sobre todo si la exigencia es permanente", fueron sus palabras, que no tuvieron eco de alarma.
Encima, en el medio, antes de la final ante el "Canalla", su River perdió 4-2 ante Boca en el Monumental, y arreciaron las críticas por las fallas de Batalla y los cambios (sobre todo, la salida de D'Alessandro). "Que la noticia no tape la historia", puso el DT como estado de Whatsapp, casi como declaración de principios.
El momento en el que Gallardo estuvo a punto de dejar River, en la voz del autor del libro
Pero Gallardo siguió. Siguió y siguió ganando, con la Copa Libertadores 2018 como clímax. Y todo ese camino, con detalles de intimidad, está reflejado por Borinsky. La recopilación de datos y de testimonios se hizo de manera informal, a pedido del propio "Muñeco". "Me hacía pasar al comedor cuando se iba el último jugador, para no invadir al plantel, y estaba media hora, 40 minutos, de sobremesa del cuerpo técnico. Es como un grupo de amigos que se quedan charlando. Y después me volvía con él en auto, alguna vez nos quedamos tomando café en su casa, yendo a buscar a su hijo al colegio, sin grabador, ni libreta, ni nada", planteó la génesis de su obra.
-Para darle forma hasta llegaste a pasar fin de año con Gallardo
-El 31 de diciembre, a las 10.30 de la mañana, me dice: "Diego, si estás disponible, te invito a tomar un café". Y fui volando. Estuvimos tres horas charlando, me contó lo del chofer del micro que estaba nervioso el día del regreso de Emiratos Árabes. Y bajó a tranquilizarlo porque la gente se le venía encima. Después, entrando a la casa hay una mesa de ping pong grande. Apenas entré, le dije: "Te juego al ping pong". Primero me dijo que no, porque le dolía el hombro, qué se yo. Pero después me dijo que sí. Jugamos 20 pelotas, no más, y me tiró: "Buen revés, mal drive, hay que jugarte todo al drive". Ahí se ve la cabeza del entrenador. A ese capítulo le puse "estratega full time". Sus colaboradores siempre me dijeron que mira muchos las falencias del rival para armar las estrategias, y en ese momento, con lo del ping pong, lo comprobé. Me reía solo.
-En el libro se ven aristas de otro Gallardo, como su relación con los hinchas
-Hay una historia de una chica mendocina, que vive en Malargüe, que me escribió un mensaje de Twitter por el libro. Me contó que le dicen la "Muñe", porque desde chica juntó cosas del "Muñeco"; hoy ya tiene 37 años, hijos, todo. La familia había querido llevarla al programa "Sorpresa y Media" para que conociera a Gallardo. Y me dijo: "Me gustaría que la carpeta la tuviera Marcelo". Yo no me meto en esas cosas, pero organicé un encuentro cuando River fue a Mendoza a jugar contra Sarmiento de Resistencia por Copa Argentina. La chica se le colgó del cuello a Marcelo durante 10 segundos, no lo podía soltar. Hablamos después, es una chica muy humilde, y me contó: "Me dio la sensación de que nos conocíamos de toda la vida, es cariñoso, sencillo". Y esa sensación que transmitió con ella es la que vale. Él construye los vínculos así, a pesar de que es muy exigente.
-Los hinchas pueden encontrar historias de la Copa 2018, por ejemplo, el detrás de escena de cuando Gallardo rompió la inhabilitación de la Conmebol contra Gremio y bajó al vestuario
-Ya en el anterior libro conté que él nunca quiere dejar a los jugadores. En 2015, para la final, había evaluado distintas alternativas para estar igual en el campo (entre ellas, vestirse de personal de maestranza). Al final, evadir los controles le resultó más sencillo de lo pensado. El día de Porto Alegre, él estaba en la cabina, con 4 personas más. Y dijo: "No puedo no estar en el vestuario". Y no porque iba a dar una charla técnica que iba a cambiar todo, pero tener a Gallardo ahí en el vestuario, acompañando, es muy fuerte. ¿Se iba a quedar los 15 minutos del entretiempo mirando repeticiones de jugadas?. Y dijo: "Si me suspenden…". River necesitaba dos goles. Se puso el gorro a ver si zafaba. En el vestuario, hablaba, se escondía, y lo tapaban. Pero le avisaron que afuera estaba Conmebol y que había fotógrafos. Los dos días siguientes a la sanción estuvo mal, cuando se conocieron las 4 fechas de suspensión y prohibición de ir a la cancha en la final contra Boca… Les tuvo que avisar a los jugadores: "Esta cara de culo no es por ustedes". Pero después levantó a todos. Cuando River perdió la localía, estaban todos mal en el club y él levantó a todos, se puso a todos al hombro. Los arengó: "Basta de victimizarnos, tenemos la chance de jugar la final".
-¿Qué hizo en la final de ida, cuando no pudo ir a la Bombonera?
-Estuvo en el Monumental, en la concentración, con una persona: Mariano Barnao, que es un gerente de fútbol que pasó a ser su secretario técnico. Les pidió a los empleados si no los dejaban. Agarró papel, el ipad, jugaron un rato al ping pong antes de que arrancara el encuentro… Al final del partido salió Barnao, vio a la gente que había visto el partido en la confitería, y se dio el desahogo con ellos saludando.
-Elegí una anécdota del libro
-A Marcelo le mandé un Whatsapp antes del triunfo ante Boca por 3 a 1 en 2017 en la Bombonera: "¿Sabés que llevás cuatro visitas a Boca y no ganaste?". Siempre le recuerdo los pagarés que le quedan por levantar. También le pregunté a Hernán Buján (uno de los ayudantes de campo) cómo estaban para el partido. "Tenemos el 'Caballo de Troya' preparado, no sabés las ganas de ganar que tenemos", me dijo. Fue el día que "Pity" Martínez pasó a la izquierda y le comió la espalda a Peruzzi; lo pasó por arriba. Ese tipo de guiños están contados en el libro. Antes de la final en Madrid, Marcelo estaba tan tranquilo, que me dijo: "Todo va a salir bien". Y Buján volvió a hablarme del "Caballo de Troya" preparado. Otra vez sorprendieron, jugaron con una defensa de 5 hombres y generaron muchas jugadas de gol. A partir de ahí, quedó esa contraseña, el "Caballo de Troya".
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