Una simple puerta de chapa divide a la calle con la cancha. Al barrio con el espectáculo. A la realidad con lo que más de uno no se imaginará o le parecerá irreal.
No se trata de un videojuego de consola aunque lo parezca. Un acrílico idéntico al que se monta en los zoológicos para separar a los visitantes con los animales salvajes permite disfrutar del fútbol desde un lugar de privilegio. Infobae tuvo acceso a uno de los palcos VIP de la Bombonera: show que parece realidad virtual.
Estas pequeñas salas situadas a los costados de los bancos de suplentes muestran a los futbolistas con un lujo de detalles que no compite con el lente de las cámaras de televisión o el ojo común del espectador (ubicado en la popular o platea).
A la altura del campo de juego, estas cabinas inauguradas en 2012 que solamente son asignadas a futbolistas no convocados, directivos locales y visitantes les cuestan unos cuantos miles de pesos a los fanáticos que quieran pretendan darse el lujo de vivir un cotejo ahí, siendo casi un protagonista más.
Con 8 butacas similares a las de un teatro o cine empotradas en primera fila más otras tantas banquetas que acompañan se arma esta sala VIP, que dispone de servicio de catering durante los 90 minutos (con refrigerios fríos, calientes, salados y dulces con postre incluido). Cada una cuenta con baño propio y heladera para mantener fría la bebida.
La puerta "mágica" que brinda acceso a este sector muestra el campo de juego, de un lado, y las casas aledañas a la Bombonera de la manzana que Boca tanto ansía comprar para ampliar la capacidad del estadio, del otro (en la calle del Valle Iberlucea).
Los VIP son insonorizados, pero pequeños parlantes con el audio en vivo de las tribunas permite acoplarse al sonido ambiente para no sentirse afuera. Así es que el gol que convirtió Lisandro López fue gritado a viva voz por sus compañeros que quedaron afuera de la convocatoria: Paolo Goltz (recuperándose de una fractura de mano) Nicolás Capaldo, Julián Chicco, Kevin Mac Allister y Gastón Ávila, entre otros. Al grupo se le sumó un ex Xeneize como Lisandro Magallán, hoy jugando en el Ajax holandés, de visita y en condición de espectador en esta ocasión.
Entre los futbolistas hubo varias rondas de mate para calmar las ansias por no poder estar en cancha y alguna que otra barra energética y o chupetín, gambeteando los bocadillos con harinas que no forman parte de la dieta. Un par de simpatizantes afortunados que vieron la acción junto a ellos se percataron del cruce de miradas entre los hermanos Mac Allister (Alexis de adentro y Kevin de afuera), el lamento furioso de Ávila cuando en el VIP de al lado cantaron antes de tiempo el gol en una chance que tuvo Benedetto en la primera mitad y hasta el "quiricocho" que se oyó para echar la mala fortuna a Argentinos Juniors en alguna maniobra de peligro. Y a cinco minutos del final, los jugadores se dirigieron hacia el vestuario local para recibir a sus compañeros y celebrar la clasificación a la final de la Copa de la Superliga.
El acrílico que exhibe el campo de juego se asemeja a la pantalla de un televisor gigante y, por un instante, puede creerse que se trata de un partido de Play Station.
Existen dos detalles que complican la visión: 1) los jugadores visitantes realizan la entrada en calor al costado de la línea de cal y son obstáculos en movimiento; 2) cuando la pelota se dirige hacia alguno de los córners que unen a la zona de palcos con las populares sur y norte, se pierde de vista la acción. Sin embargo, la sala posee dos televisores en los que los presentes pueden ver las jugadas en directo (a través de una transmisión paralela a la televisiva, sin delay) y que así no se escape ningún detalle.
En la Bombonera conviven el color y calor de las populares con el lujo de los sectores en los palcos VIP.
Seguí leyendo