Pablo Jeréz supo saborear el éxito futbolístico cuando vistió la camiseta de Boca. Levantó títulos nacionales e internacionales, siendo parte de las páginas gloriosas del club al conquistar la Copa Libertadores y la Intercontinental 2003. A 16 años de aquella gesta, su presente es muy diferente y atraviesa un momento de desesperación que decidió hacer público en busca de ayuda.
El lateral derecho se desempeña actualmente en la Primera C con la camiseta de Midland y a punto de cumplir los 36 años sabe que a su carrera en las canchas le queda poco recorrido. El principal problema radica en que perderá el trabajo y, al mismo tiempo, la obra social del gremio futbolístico que le permite cubrir todos los tratamientos de su hija Zoe, quien sufre de hidrocefalia.
"No me queda mucha carrera más. Cuando deje de jugar me voy a quedar sin obra social, por eso la movida que hice por el tema de la pensión de discapacidad de ella. Estoy al borde del retiro y el gremio de futbolistas solamente acapara a los futbolistas activos. Si dejara de jugar al fútbol, la obra social de futbolistas ya no corre más. Y a nosotros se nos va a venir una jodida…", relató entre lágrimas en una nota que realizó con el canal TyC Sports.
El deportista explicó que investigaron para seguir vinculados a otra obra social, pero que existen una serie de complicaciones: "Averigüé y no la toma la obra social porque Zoe ya de base tiene muchísimos problemas. No sé si hay una ley que los ampara y ellos tienen la posibilidad de elegir a quién toman y a quién no…". Y señaló: "Después de tres años de tanta lucha pudimos conseguir su pensión. Más que nada por si ahora en junio yo no consigo club, que ella tenga su obra social del estado para llevar los gastos de los remedios".
Si bien le agradeció a Midland que le haya abierto "las puertas", reconoció que si deja el fútbol el horizonte es oscuro: "No tengo un oficio, una formación. La última vez que tuve que salir a trabajar fue de remis con un auto que me prestaban. Por eso quiero pregonar eso con los jóvenes, lo que te puede llegar a pasar".
"Yo tuve una serie de desgracias más que nada con el tema de mi hija. Pero en lo que es económico tampoco tuve por ahí la inteligencia, tampoco tuve a alguien que me diga 'esto es así y así'. Uno si tuviese la bola de cristal y supiese lo que pasa después… Era chico también", agregó.
Jeréz jugó durante dos temporadas en Boca, el club que lo vio nacer deportivamente, y tras acumular más de 60 partidos allí emigró a Colón donde permaneció hasta el 2008. Luego de vestir las camisetas de Huracán y Olimpo, inició un periplo por el ascenso que incluyó pasos por Deportivo Camioneros, San Martín de Burzaco y Deportivo Merlo antes de recalar en Midland.
"Tuve la posibilidad de emigrar a Europa como sucede siempre en Boca, River y los equipos grandes. Futbolísticamente estaba en la cima. Pero en el 2004 sucedió esto muy grave. Nació mi hija y tuvo muchísimos problemas. Y eso influyó mucho. Tuvo la desgracia de pescarse en neonatología la bacteria de la meningitis que le produjo hidrocefalia y una gran infección en su cabeza", señaló sobre Zoe, que cumplirá 15 años en noviembre.
Jeréz reconoció que durante aquellos años evitó contar su problema en el club: "No quería decir nada al respecto con Bianchi porque estaba en un buen momento y quería seguir de la misma manera. Inconscientemente mi cabeza no estaba en orden y fui decayendo en lo físico y futbolístico. De a poco me fui excluyendo".
Entre su sueldo en el Xeneize y la obra social no se presentaban problemas económicos, pero de todos modos la desesperación era grande. "Nos habían dicho que ella iba a quedar postrada en la cama, en estado vegetativo", recordó.
"Llegamos a un nivel de desesperación que visitamos gente que cura, brujos, lo que sea. Hemos gastado como 60 ó 70 mil pesos. Teníamos que conseguir mercurio, no sé. Un montón de cosas raras y nosotros las hicimos. Por desesperación, obviamente", confesó.
Lentamente el panorama financiero empezó a presentar grietas y hasta debió tomar la decisión de vender sus camisetas: "Es duro… Un día estaba mirando una nota de Licha López. Contaba una experiencia con el tema de las camisetas, los recuerdos… El dijo 'a veces prefiero que las camisetas no se me apolillen y que me queden guardadas en un cajón. Con el recuerdo mismo me siento bien'. Fue el envión que me faltaba porque yo necesitaba dinero y no me quedó otra que tomar la decisión y venderlas".
La notoriedad del caso llegó a un punto tal que apareció una solución, al menos momentánea, para el problema. Sebastián Orión, dirigente de peso de Midland y hermano del arquero Agustín, anunció por redes sociales que le renovarán el vínculo a Jeréz. "Vamos a renovar el vínculo contractual las veces que sean necesarias para que no pierda ese beneficio. Pablo es un gran profesional y mejor persona. Todos en el club están muy contentos con el", confirmó.
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