Apenas salió a la venta el libro Gallardo Recargado -escrito por Diego Borinsky y que trata de la segunda parte de la biografía del entrenador de River (la primera se titula Gallardo Monumental)-, salió a la luz un suceso increíble, de película: el barrendero que encontró los apuntes del DT en un tacho de basura a una semana de la final con Boca y los devolvió a su dueño justo a tiempo.
Para los despistados, la anécdota narrada involucra un robo sufrido por el Muñeco una noche en Palermo, en la que le rompieron el vidrio de su auto y le sustrajeron un maletín que entre otras cosas contenía su pasaporte, una tablet y las carpetas con toda la planificación y estrategia que utilizaría en el duelo de vuelta en el Monumental por la Superfinal de la Copa Libertadores. Y tiene como héroe a un ignoto barrendero hincha del Millonario que encontró los papeles y los devolvió.
Como toda buena historia, cuenta con una segunda parte, y como el propio Gallardo contó su lado de los hechos, esta vez le tocó a Brian Ángel Velázquez hacer lo suyo y salir del anonimato.
"Tengo 30 años y llevo siete trabajando en Cliba, dos como cargador y ya hace cinco que estoy en el barrido. Acá arrancamos a trabajar a las 11 de la noche y vamos hasta las 6 de la mañana, aunque por lo general terminamos antes. Me acuesto a la 8, cuando todos se despiertan, ya que tengo unas dos horas de viaje hasta casa en colectivo, y me levanto a las 2 de la tarde, laburar de noche es medio complicado. Tenemos un recorrido de unas 10 o 12 cuadras. Hacemos cordón y tacho, esa es nuestra tarea", comenzó así su presentación el Chino, en diálogo con el medio Cadena 3.
Nacido en Fuerte Apache y criado en el barrio por sus abuelos -ya que su madre no podía hacerse cargo-, Brian se encuentra instalado desde hace ya algunos años en José C. Paz, al noroeste del conurbano bonaerense, y cuenta con una historia de vida impactante. "Mi viejo era enfermo de River, y se murió yendo en tren al Monumental. Iba colgado en el Belgrano Norte, como se viaja cuando se va a la cancha, así iban los trenes cuando jugaba River y así siguen yendo hoy: hasta las pelotas y todos tomando y fumando. Él no era de 'Los Borrachos', pero tenía su grupo de gente en el barrio, como pasa en todos lados. Se armó una pelea, lo empujaron, cayó cerca de la estación Boulogne, y se murió. Yo tengo recuerdos de cuándo él me llevaba a cococho a la cancha, por eso te digo que con River nos une una historia muy grande, muy profunda", le confesó a Borinsky, quien enlazó a las dos puntas de este relato.
El actor principal de esta aventura aportó coordenadas exactas de cuando ocurrió todo: el viernes 16 de noviembre de 2018 por la noche, ubicado sobre la Avenida Córdoba. Claro que, fiel al estilo de toda este hecho, su locación fue producto de una casualidad mágica del destino. "Mi supervisor me pidió si podía cubrir a uno de los muchachos que no iba esa noche porque estaba enfermo. Me dio Avenida Córdoba, de Bulnes a Scalabrini Ortíz. Le dije que no tenía problemas", detalló.
"Venía laburando lo más bien, como siempre, tranquilo, y dos cuadras antes de llegar a Scalabrini, sobre Córdoba, fui a vaciar un cesto papelero. Nosotros tenemos una llavecita para abrirlo, pero ya acercándome vi unas carpetas de River. Yo tengo la costumbre de agarrar todo lo que sea rojo y blanco. Entonces agarré las carpetas, vi que estaban gorditas, que tenían papeles adentro, y las guardé en el depósito del carro sin mirarlas. Seguí laburando, pero después de un par de cuadras más me agarró la curiosidad. Todavía no había terminado el recorrido, pero algo me hizo abrirlas. Dejé el carro estacionado, me fui a sentar a la entrada de un edificio que tenía más luz y abrí las carpetas. Empecé a ver nombres de jugadores de River y de Boca, flechitas, canchitas con formaciones, banco de suplentes, planillas con números… no entendía nada. ¿Qué es esto?, me preguntaba. Y entre tantos papeles me encontré con un pasaporte que tenía una cinta adhesiva y el apellido Gallardo. Lo abrí y ahí estaba la foto del Muñeco y sus datos. ¿Viste cuando se te aflojan las piernas? Bueno, así estaba. Me decía: ¿esto será un sueño o es real? Me dieron ganas de salir corriendo, se me pasaban demasiadas cosas por la cabeza en ese momento, pensá que hay millones de hinchas de River y yo tenía eso en mis manos. Lo primero que se me cruzó es que era todo trucho, que era una joda, algo que iban a pegar los hinchas de Boca por la calle. Es que en esos días no se hablaba de otra cosa que de la final y el sentimiento que se vivía en la calle era terrible", describió acerca del momento crucial.
Fue así que Brian no dejó pasar el tiempo. Apenas volvió de su trabajo se quedó despierto hasta un horario digno para llamar por teléfono al club de Núñez e informar lo que había encontrado. "La chica debió pensar que era un boludo que estaba jodiendo. Me pidió que le dejara el teléfono y traté de ir a pegar un poco los ojos, pero no pude. Habrá pasado una media hora y me llamó un colaborador de Marcelo, y me agradeció mucho el gesto. Me preguntó cómo podían retribuírmelo y yo le contesté que sólo quería conocer a mi Napoleón, darle un abrazo, devolverle las cosas y llevarme una camiseta de River", anticipó Brian sobre lo que sería el desenlace.
Ese sábado por la mañana despertó a su pareja Carla y a su hijo Mateo, de 6 años. Abordó un remise enviado por River al que se sumaron su suegro y su cuñado y fueron hasta el predio de Ezeiza, donde lo esperaban con los brazos abiertos. "Habremos llegado a las 11 de la mañana a Ezeiza, esperamos en la sala de prensa, y en un momento el encargado de seguridad me dijo que pasáramos sólo con mi mujer y mi hijo. Yo sólo quería correr y abrazar a mi Napoleón, casi me lo como, pero me ubiqué, porque debe ser incómodo también para Marcelo. Le dije: '¡Vos no te das una idea de lo que te queremos los hinchas de River, chabón, te amamos!'. Le pregunté cómo habían llegado las carpetas ahí y él me preguntó cómo las había encontrado. Después le dije muy rápido lo de mi papá y lo único que le pedí es que ganaran la Copa. Entre fotos y charlas habrán sido 10 minutos, lo noté recontento, no sé si por la emoción mía o porque le había encontrado las cosas, me agradeció varias veces", contó con una sonrisa.
La pregunta planteada por el autor del libro y el descubridor de esta historia al final de su narrativa es "¿Qué hubiera pasado si el barrendero era hincha de Boca y salía corriendo a darle los apuntes a Guillermo Barros Schelotto como si allí estuviera la fórmula de la gaseosa?". Y si bien no hay una respuesta concreta, el propio Velázquez reveló que aquel compañero que debió cubrir esa noche de noviembre también tenía sentimientos por River aunque se trataba de alguien "normal, yo estoy un par de categorías más arriba, estoy en nivel enfermo".
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