A las nueve y media de la mañana, la sala 1, la más grande del anexo de la Cámara de Diputados, estaba completa. Algunos viejos lobos del Congreso apuntaban que hacía rato no se veía semejante presencia de legisladores. La excusa formal era un plenario de las comisiones de legislación penal y deportes para tratar la ley antibarras, donde expondrían cinco invitados en la materia. Pero el hombre por el que estaban todos era uno sólo: Rodolfo D'Onofrio, el presidente de River, club que quedó en la mira de la Justicia tras el escándalo de la frustrada Superfinal de la Libertadores en el Monumental, cuando la violencia se hizo presente y suspendió el match. Y básicamente porque un día antes del encuentro que paralizaba al país, la Justicia incautó en la casa de Guillermo Godoy, jefe de Los Borrachos del Tablón, entre dinero y bienes más de 11 millones de pesos presuntamente producto de la reventa de entradas para ese partido. Y además tenía 300 tickets físicos, todos legales, para que su grupo ingresara al estadio.
Y D'Onofrio no rehuyó el compromiso: quizás escaldado por la exposición de Javier Cantero, quien lo antecedió y reconoció que fracasó en Independiente porque el sistema no lo ayudó, el presidente de River afirmó: "Lo que ocurrió ese día fue un antes y un después. Y vemos con satisfacción que ahora la barra ya no asiste al Monumental. Pero sigue teniendo poder: cuando la gente se ubica en el centro, mandan a sus emisarios para que dejen el hueco. Por eso nuestra decisión es ir a fondo con esto, con cuidado, porque no quiero que me pase lo que le pasó a Cantero. Porque cuando uno da esta pelea te puede pasar de todo". Fue en esa tesitura en la que repitió la muletilla de la dirigencia deportiva: que el Estado se comprometa de verdad y los acompañe. "Estamos en un momento ideal para enfrentar este tema. La sociedad está harta. Por eso les pido que se pongan de acuerdo y saquen la ley. Y la hagan cumplir. Porque nosotros tenemos como dirigencia deportiva la obligación de ponernos al frente, pero solos es imposible. Hubo un avance con la implementación del programa Tribuna Segura, porque ahora el derecho de admisión lo pone el Estado. Para nosotros era muy difícil decirles en la cara a los muchachos 'ustedes no entran', porque el miedo está, más si no hay una protección de las instituciones detrás. Por eso le pedí al gobierno anterior y a éste que lo hagamos juntos", agregó.
Claro que tras su exposición debió confrontar con otro de los convocados, quién señaló que no podía desconocer la máxima autoridad del club el sistema de reventa aceitado que tenía la barra de River, con investigaciones judiciales durante la gestión de José María Aguilar, Daniel Passarella (procesado con barras y dirigentes por este tema) y la suya propia. De hecho, la actual administración de River enfrenta tres causas judiciales por relaciones con Los Borrachos, aunque por ahora la Justicia sólo ha apuntado hacia directivos de menor rango. Y D'Onofrio respondió: "Como presidente tengo responsabilidad, no voy a escaparle al tema. Pero yo no conozco a ningún barra. Sólo una vez en una reunión filial se me acercaron dos que pretendieron tener un diálogo y les dije que no tenía nada que hablar con ellos. Pero el problema es más amplio, son como celebridades. La gente se saca fotos con ellos y son poderosos en sus barrios y en el mundo de la droga. Todos sabemos que hacen negocios con el fútbol, pero a no equivocarse: los barras son jefes de delitos más grandes en otros ámbitos de la sociedad".
D'Onofrio, quien participó en el plenario por invitación del diputado Daniel Scioli, también les pidió a los diputados que no aprueben ninguna ley que permita las apuestas deportivas por Internet. "Eso sería darles de comer a las mafias. Estén alertas porque hay muchos intereses creados. Yo no puedo entender cómo proliferan las salas de bingo en los barrios más carenciados. Y eso es responsabilidad de ustedes", cerró.
Antes, Javier Cantero había contado jugosas anécdotas sobre su paso por la presidencia de Independiente, afirmando que existen "políticos, jueces, fiscales, dirigentes y policías que son socios de las barras". Así narró por ejemplo el día que un altísimo comisario lo llamó y le dijo que debía amigarse con los barras para evitar problemas. "¿Qué tenía que hacer, invitarlos a comer un asado en mi casa a esos delincuentes? Después me entero por un diario deportivo que ellos se amigaron por su cuenta para repartirse el negocio y terminar la guerra. Unos se quedaban con la reventa de entradas y la droga, otros con los trapitos y las parrillas. La Policía sabía todo. Y el acuerdo se rompió porque en una zona que la Comisaría le había liberado pasó otro patrullero que no estaba al tanto y se llevó detenidos. Es así como lo estoy contando. Hasta el propio jefe de seguridad deportiva de la Provincia por entonces (NdR: Rubén Pérez) me dijo que convenía llevarme bien con los muchachos. Era obvio que no podía ganar".
Y al narrar lo que definió como su gran fracaso, también le pegó a la AFA. "Después de enfrentarme a Bebote Alvarez, fui a la reunión del Comité Ejecutivo de la casa. Nadie me saludaba. Pidió primero la palabra Luis Segura, después Germán Lerche, todos directivos muy cercanos a Grondona, para expresar que no estaban de acuerdo con lo que estaba haciendo. Hasta que agarró Juan Carlos Crespi, dirigente de Boca, y me gritó 'mirá, yo te voy a explicar cómo se hace'. Volaron unas manos y nos tuvieron que separar. Ahí entendí que estaba solo, absolutamente solo".
Después de las exposiciones del resto de los invitados, fue el turno de los diputados. Y ahí quedó en claro que la voluntad para pelear contra el flagelo tampoco es unánime. Algunos pidieron más tiempo para pensar, otros más reuniones para seguir debatiendo antes de enviar la ley a la Cámara y lo más insólito es que quienes en diciembre suspendieron la sesión tras la aprobación de la ley en general para discutir aspectos particulares, ni siquiera se hicieron presentes o mandaron sus aportes y sugerencias a la comisión. Por eso, más allá de la voluntad de algunos legisladores, la ley antibarras por ahora, sigue en veremos.
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