Es mentira. Lo mejor del fútbol no es el hincha. Es mentira. No hay incondicionalidad del hincha hacia el ídolo. Es mentira. No hay reciprocidad, ni memoria, ni latidos, ni gratitud. Es mentira. Se convierte aquella figura de la tribuna perdida en el anonimato en un energúmeno al que sólo le importa, al que sólo le interesa, el que sólo cree, en esto que pasa hoy sin mirar la historia, sin respetar la historia, sin recordar la historia.
Me duele mucho lo que le pasó a Mohamed. Su renuncia, sus palabras y las causas. Se aleja de Huracán porque fue víctima de cánticos ofensivos, lesivos. Cánticos que claramente reflejan la falta de memoria y de reconocimiento. ¿Cómo pueden ser hinchas de un club aquellos que no adoran, no respetan, no le rinden homenaje cada día a sus héroes?
Creíamos que el hincha era lo mejor del fútbol. Lo escribimos, lo sostuvimos. Por muchos años se instaló que el hincha es lo único que se sostiene innegociablemente en el firmamento de la pureza. No es así. El alejamiento de Mohamed puede ser un episodio cotidianamente admisible. Ganas, seguis; perdés, te vas. Una regla que, aún absurda, ha sido aceptada por el público del fútbol, los socios, los aficionados.
El hincha tiene obligaciones con la camiseta por la cual vive y vibra. Una de las obligaciones del hincha es no olvidar. Es tener presente qué hizo cada actor en su momento, en su tiempo y por su club. No voy a referir a otros símbolos de otros clubes porque realmente sería irrisorio pensar que un hincha de River pudiera en algún momento por cualquier circunstancia lesionar o agredir auditivamente a Amadeo Carrizo, el Beto Alonso, Francescoli, Mostaza Merlo… No lo puedo ni pensar. O a Gallardo en el futuro, atención. Tampoco me imagino hinchas de Boca silbando a Rojitas o a Palermo, o a Riquelme, si mañana tuviere que ocupar un cargo después del fútbol. ¿Cómo imaginar a la tribuna de Independiente reprobando al Bocha? No pasa por la cabeza de nadie. O hinchas de San Lorenzo que pudieren silbar o agredir a los Sanfilippo, a los Bambino Veira o a los Gringo Scotta. No. Es absolutamente impensable. ¿Alguien podría reprobar con cantos agresivos al Bocha Maschio en Racing, al Chango Cárdenas, al Coco Basile o al Panadero Díaz o mañana al Licha López? Es imposible, inimaginable, no cabe en la cabeza de nadie.
Sin embargo, Mohamed se ha alejado de la dirección técnica del Club Atlético Huracán porque dice que nada le salió. Y nada le salió a pesar de los intentos porque el fútbol tiene estas situaciones, pero Mohamed es Huracán. Mohamed es Masantonio. Mohamed es Houseman, Brindisi, Babington. Mohamed es el Flaco Menotti. Y diría más: podría ser más que ellos porque ha sido un contribuyente a todas las causas anónimas cuando el club hubo de pasar necesidades con aportes personales. Él le dio todo a Huracán y le siguió retribuyendo de la forma en que un hombre expresa la gratitud para la pensión, para las divisiones inferiores, para poner al día tal cosa, para que a los chicos no les falte esto sin que nadie se entere. Mohamed, el Turco Mohamed. Que es hincha de Huracán, que vibra por Huracán, que llora y siente Huracán. Puede irse, todo técnico tiene derecho a hacerlo. Se fue como jugador porque a Huracán le ingresaba un dinero importante para el resto, para distribuir entre los demás como suele ocurrir con las transferencias millonarias adecuadas a cada época. Pero nunca dejó de volver, de contribuir, de estar, de sentir, de amar y de pertenecer.
Nos ha clavado una puñada el hincha de Huracán que gritó en contra de Mohamed. Y la puñalada se multiplicó en los otros hinchas que no le cantaron agresivamente pero que permitieron que esto ocurriera en el estadio Ducó.
Hay que replantear si lo mejor del fútbol es el hincha. ¿Este hincha? ¿este hincha de hoy? Desesperado, ansioso, impaciente, intolerable, agresivo. ¿Este hincha es lo mejor del fútbol? ¿este hincha que es el que permite que no vayan los visitantes porque ha aplaudido y se fotografía con los barra bravas de cada club? ¿este hincha tiene derecho a profanar la estatua de los héroes?
Perdonalos Turco, no saben lo que hacen…
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