"Hicimos todas las cuentas mal". Lorena Benítez, la jugadora de Boca, Kimberley y de las selecciones argentinas de fútbol y futsal, y Verónica Rivero, la titular de la comisión de Futsal Femenino en AFA, admiten su error, pero sonríen.
Es que Verónica está embarazada de siete meses y medio, y los mellizos que están en su panza podrían nacer justo cuando Lorena ya esté concentrada con el plantel de la Selección de fútbol de cara a la participación del equipo en el Mundial de Francia 2019, cita a la que el conjunto nacional clasificó tras 12 años de ausencias en la máxima competencia.
La de Lorena y Verónica es una historia de amor que nació al calor de la pasión por el deporte.
En 2013, Verónica presentó un proyecto y armó el equipo de futsal femenino en el club Kimberley de Villa Devoto. En su primera temporada, "Las Celestes" lograron romper la hegemonía de San Lorenzo en la disciplina y salieron campeonas. Tras tres años al frente de la actividad, la dirigente decidió retirarse por cuestiones personales, pero ese alejamiento duró poco: al año y medio volvió, y el éxito otra vez fue inmediato.
Por ese entonces, en pleno proceso de rearmado del equipo en 2016, la jugadora Camila Gómez Ares le recomendó a Verónica a Lorena Benítez, una joven que tenía gran futuro y que, por su corta edad, podía sumarse a la tercera de Kimberley. La dirigente buscó a Lorena por Facebook y pactaron un encuentro en el que logró ficharla. Fue la primera vez que se vieron.
Con solo 17 años, la mediocampista acababa de sellar su llegada al fútbol 11 de Boca tras tres años en San Lorenzo (club del que es hincha), pero seguía jugando futsal en "El Ciclón". Sin embargo, sus compañeras en el equipo de Boedo no le perdonaban el hecho de estar jugando en las dos instituciones al mismo tiempo, ni aún cuando fueran disciplinas distintas. Su salida hacia Kimberley significó un alivio.
En las primeras prácticas de futsal en el club de barrio de Villa Devoto, el vínculo entre las protagonistas de esta historia era totalmente formal. "Yo era jugadora y ella era delegada. Yo tenía mi pareja y ella también" contó Lorena, quien llevaba tres años de relación con su novia de ese momento. Verónica, con la suya, estaba hacía nueve.
Seis meses después de aquel primer encuentro, a principios de 2017, en un viaje de pretemporada de Kimberley a Rosario, se afianzó la relación. Empezaron a compartir más allá del futsal, comenzaron a hablar de sus vidas privadas y de situaciones personales.
De a poco, iban acercándose cada vez más. Verónica iba temprano al club para preparar la ropa y los materiales de los equipos de menores y mayores antes de las prácticas. Lorena entrenaba en Boca y, cuando salía, no volvía a su casa en La Matanza: viajaba directo a Kimberley y llegaba varias horas antes de lo necesario. En la utilería, entre charlas, mates y música, fue surgiendo el amor entre ambas.
"Yo ya sentía que no quería estar en el lugar donde estaba", confesó Verónica que, al regreso de unas vacaciones, puso fin a su relación de casi una década con su pareja de aquel momento. Para Lorena no fue tan fácil: fue y volvió con su novia hasta que, de una vez por todas, se decidió a separarse de manera definitiva.
La futbolista dejó su casa y se fue a vivir a lo de Verónica. Aunque el sentimiento de parte de ambas ya era muy profundo, todavía no habían aclarado su vínculo. La diferencia de edad también les planteaba dudas: en aquel entonces, Verónica tenía 34 y Lorena 18. La buena convivencia acentuó el romance y fue la mediocampista la que tomó la iniciativa en mayo de 2017: "Parecía que estábamos hacía cinco años juntas, era increíble. Así que un día le dije de ser novias". A fin de ese año tomaron la decisión de ser mamás.
"Yo sentía que mi edad me corría, no quería hacerle perder el tiempo. Mi idea era formar una familia y no podía esperar cinco o seis años", planteó Verónica. Su novia no dudó: "Yo soy más familiera, no soy de salir y siempre me gustaron los bebés. Tengo cinco hermanos más chiquitos y todos pasaron por mis brazos. Yo tenía 19 años cuando lo decidimos, pero me sentía mucho más grande, así que le dije que me encantaría".
Fue así como iniciaron el tratamiento en enero de 2018 en un centro de fertilidad que les recomendaron. La idea fue clara desde el primer momento: se utilizarían los óvulos de Lorena, los cuales se fecundarían con el esperma comprado a un donante anónimo. Los embriones producto de ese proceso se implantarían en el útero de Verónica.
El procedimiento comprometió la carrera deportiva de Lorena, a quien le estimularon la ovulación para luego hacerle una aspiración en un consultorio. "Teníamos que sacar cuentas por el tema de los partidos y los torneos, pero lo hicimos todo mal: se perdió el Boca-River y muchas cosas importantes. Ahora, encima, los bebés van a nacer a poco del Mundial", revelaron.
Por ser tan joven, la estimulación de la futbolista fue muchísimo más productiva de lo que se pensaba: le sacaron 53 óvulos, cuando lo normal es que salgan entre 5 y 10. "Tuvo que estar un mes y medio parada después de la aspiración porque tenía los ovarios muy grandes. Una corrida o un mal movimiento podía generar una gravísima complicación", recordó Verónica sobre la preocupación que las invadió luego del procedimiento.
Al quinto día de la aspiración, se programó la transferencia al cuerpo de Verónica. En el centro de fertilidad tenían preparado un solo embrión: había hasta una foto del mismo -de su forma borrosa, casi inentendible- en las pantallas. Los médicos estaban seguros de su excelente calidad: había un 90% de posibilidades de que "prendiera". "Ya en el lugar, nosotras nos pusimos a pensar si queríamos dos y se lo planteamos a la doctora. Ella no estaba muy de acuerdo por los riesgos de un embarazo gemelar; decía que el embrión era muy bueno, pero nosotras no queríamos volver a pasar por esa situación", contó Verónica. Los profesionales les dieron 15 minutos en una sala para que lo pensaran bien. "Ella ya es grande y yo no sé si voy a querer embarazarme por el fútbol, así que decidimos pedir los dos embriones", dijo con firmeza Lorena. Los médicos prepararon el segundo embrión y se hizo la implantación. El procedimiento fue todo un éxito.
Siete meses y medio después, las futuras mamás están felices. Esperan con ansias la llegada de Renata Isabela y de Austin Ezequiel. El nombre del varón tiene un significado muy especial: es una suerte de homenaje al hermano de Verónica, que murió cuando tenía solo 17 años.
"Estamos viviendo un proceso de amor bastante intenso y no lo dudamos ni un segundo. Pasa el tiempo y cada vez es más fuerte lo que sentimos. No se va desgastando. Yo tengo casi 37 años y viví un montón de historias, pero nunca me sentí así. Ella transmite lo mismo y por eso tomamos esta decisión", recalca Verónica y su rostro se ilumina cada vez que su mirada se cruza con la de su novia.
Sentada en un bar cultural de Saavedra, Lorena muestra con orgullo la pantalla de su reloj pulsera. Allí se ven las imágenes de la ecografía 5D que se hicieron hace pocos días. Es la primera "foto" de los mellizos. "Tienen la nariz de ella", asevera la titular de la Comisión de Futsal, que disfruta de un embarazo tranquilo: no tuvo grandes malestares y nunca dejó de trabajar.
Las dos siguen levantándose todos los días de madrugada para estar a las 2 de la mañana en el Mercado Central, donde manejan un puesto y un reparto de alimentos. Luego, la jornada para Lorena continuará con los entrenamientos de fútbol en Boca y de futsal en Kimberley. En ciertas semanas se sumará el trabajo con las selecciones argentinas de las dos disciplinas.
Lorena nació en Luis Guillón, provincia de Buenos Aires, hace 20 años. Es la hija de un matrimonio de inmigrantes paraguayos y, en total, son ocho hermanos. De pequeña, cuando comenzó a jugar al fútbol, su papá quería que representara a la selección "albirroja", pero una convocatoria a los 13 al combinado argentino selló su destino "Albiceleste". Tan grande es su talento con la pelota que en San Lorenzo la hicieron debutar en el Torneo de Primera División de fútbol femenino una semana antes de que cumpliera los 14 años, que es la edad mínima reglamentaria. El rival reclamó por su inclusión y el "Ciclón" perdió los puntos.
En la actualidad, la mediocampista -juega de número 5- es la mejor jugadora de futsal del país (fue galardonada con el premio Alumni 2018) y una de las más destacadas a nivel mundial (estuvo entre las diez nominadas por Futsal Planet). En fútbol 11 también es figura y es una de las grandes promesas nacionales. Sus enormes actuaciones en Boca y en las selecciones juveniles Sub 17 y Sub 20 hicieron que el entrenador Carlos Borrello la convocara a la Mayor en el marco de la preparación para el Mundial de Francia 2019.
Lorena fue parte del plantel que entre fines de febrero y principios de marzo de este año disputó la Copa de las Naciones en Australia ante el seleccionado local y los de Corea del Sur y Nueva Zelanda. A la reciente gira por Estados Unidos no fue, tras consensuarlo con el DT, para quedarse a acompañar y cuidar a Verónica en el último tramo del embarazo. A pesar de esa ausencia, su nombre suena fuerte entre las 23 jugadoras que integrarán la nómina definitiva para la Copa del Mundo.
Jugar en el exterior es un sueño para toda futbolista, pero Lorena no tiene ningún apuro. Ya rechazó ofertas del CD Tacón de España (donde está su ex compañera en Boca Ruth Bravo) y de Corinthians y Sao José de Brasil. "Yo hoy pienso en ella y los bebés nada más. Yo siempre voy a elegir a mi familia", sostuvo, y agregó: "En los lugares en que estoy, en Boca y en Kimberley, estoy contenta. Son dos clubes con buenas personas y grandes jugadoras".
Hoy la profesionalización del fútbol femenino que anunció la AFA pone en vilo la continuidad de la jugadora en el futsal. Si Boca le hace contrato, podría sugerirle no arriesgar su físico en Kimberley. Ese también es un dilema que hoy se plantea en su prometedora carrera.
Mientras se desvela por la llegada de Renata y Ezequiel, Lorena también sueña despierta con Francia 2019, algo que de seguro será una maravillosa experiencia en lo deportivo y en los personal para la joven de Luis Guillón: "Los viajes que hice fueron todos por el fútbol. Australia fue hermoso, algo de otro mundo. Fue un 'flash', era todo un sueño. Ahora me perdí la gira por Estados Unidos. Me hubiese encantado conocer, sobre todo Las Vegas, pero decidí quedarme para cuidarla a ella y no me arrepiento ni un poco. Es algo que no se piensa dos veces".
Consultada sobre si esa determinación de no ir a EE.UU. le restó chances de estar en la lista del Mundial, comentó: "Antes le pregunté (A Borrello) si me daba tiempo para quedarme y si me iba a seguir teniendo en cuenta para los entrenamientos y para el Mundial. Estoy contenta y le voy a dar para adelante para poder jugar".
Verónica mira con amor a la otra mamá de sus mellizos y la alienta a seguir su objetivo. Le dice que, si se confirma la convocatoria, disfrute la posibilidad de estar en hoteles, lugares de entrenamiento y estadios del más alto nivel. Hoy parece convivir sin problemas con el hecho de que la fecha de parto (que será por cesárea) esté programada para unos días antes del comienzo del Mundial y que Lorena deba transitar sus primeros días como madre al mismo tiempo que disfruta de su experiencia más importante como deportista.
La futbolista y la dirigente no sienten haber sido señaladas por su orientación sexual. Creen que la homofobia y la lesbofobia son formas de discriminación que cada vez se dan menos en una sociedad que avanza en materia de ampliación de derechos. "Hay otra visión. Nunca pasamos situaciones feas, nunca nos dijeron nada en la calle. Está más aceptado que antes", señalan.
Aún con algo de dificultad por el peso de la panza, Verónica se levanta de la mesa. Debe manejar hasta Ezeiza para dejar a Lorena en el entrenamiento de Boca. Es un día más -o un día menos- para la mediocampista en el camino hacia el Mundial de Francia 2019. "Sería maravilloso poder ir, es el sueño mayor de toda futbolista", se despide, ilusionada, la futura mamá.
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