El gol de Catalán ya había concretado la hazaña en Brasil. La obtención de la Supercopa frente al Cruzeiro representó un paréntesis dentro de los 35 años de sequía. Racing era campeón de la mano del Coco Basile y el título internacional volvió a poner a la Academia en los ojos del mundo.
La gira que tuvo que hacer el plantel es recordada por los propios protagonistas como una locura. "Jugamos contra Corea del Sur tres partidos (todos terminaron empatados) porque se estaban preparando para el Mundial del 90. Estuvimos 15 días y cuando fuimos a tomar el avión para viajar a Italia nos dimos cuenta de que habíamos perdido el vuelo", relata Hugo Lamadrid en diálogo con Infobae.
"El plan original era ir a Nueva York para hacer noche ahí y al otro día salir para Europa, pero nos mandaron vía Alaska, una escala rarísima", continúa el ex volante con una memoria impecable.
Los extensos traslados por las inesperadas conexiones llevaron a Racing al inhóspito estado americano. "Me acuerdo que me afané una postal en el aeropuerto y la mandé por correo para mi casa. Me llegó y todavía la tengo. Fue una cosa loquísima porque ni siquiera le puse una estampilla", agrega el Flaco antes de ser interrumpido por su ex entrenador. "Nos mandaron al Polo Norte, pensé que teníamos que jugar contra los pingüinos", desliza entre risas el Coco.
Las horas de vuelo no fueron excusa para lo que sucedió en el San Paolo. El amistoso frente al Nápoli de Maradona fue un monólogo del local que terminó en una humillante goleada. "Nos comimos 4 y nos hicieron precio. A los 10 minutos ya estábamos perdiendo 3 a 0″, confiesa Basile con su tradicional vozarrón. "Nos pintaron la cara. El Coco gritaba Diego la concha de tu madre, porque nos dieron un baile terrible", añade Lamadrid. En aquella jornada los pilares del campeón de la Supercopa se vieron desbordados por el astro que había llevado a la Argentina a ganar su segunda Copa del Mundo en México. En ese momento nadie imaginaba que Basile lo iba a tener a su disposición en la edición de Estados Unidos '94.
Lo llamativo fue lo que pasó después. Tantos días fuera del país, el cansancio de las horas de vuelo, cambios de huso horario, costumbres, alimentación y el desgaste propio de la competencia llevaron a que el DT libere al plantel luego de la derrota.
"Como le había dado la noche libre a los jugadores, aprovechamos para ir a una fiestita a la Isla de Capri en un barquito", cuenta el Coco entre risas. A pesar de su clara intención por evitar los detalles, el técnico confiesa que fue junto a sus colaboradores y Guillermo Coppola, quien trabajaba como representante de Maradona. "Lo tiramos del yate al profe Álvarez en medio del mar y nos fuimos. No sabés cómo gritaba para que lo vayamos a buscar", recuerda con una carcajada que lo lleva visualmente al preciso instante del chapuzón.
Lo que sucedió en la misteriosa velada quedará en la intimidad de los protagonistas. El código no le permite al Coco revelar nada de lo que pasó esa noche. Lo único que admite es el horario: "Volvimos como a las 6 de la tarde del otro día".
Mientras tanto, en Nápoles, había quedado el resto del plantel. "Cuando nos levantamos no había nadie. Se habían ido todos. Creo que hasta el Diego se sumó a esa jodita que armaron", analiza Lamadrid sosteniendo la sonrisa y los mismos códigos que prohíben contar lo que ocurre en la noche.
No fue la primera vez que Basile tomó esa iniciativa. Sus antecedentes en un torneo veraniego en Mar del Plata avalan la teoría del entrenador descontracturado que basa su éxito en la confianza de sus dirigidos. "Una vuelta teníamos que jugar un amistoso contra Boca y la frase del Coco fue clara: si ganan tienen la noche libre. Ganamos, cenamos en el hotel y después cada uno hizo la suya", confiesa el ex mediocampista.
Del mismo modo que en Italia, la extensa jornada se extendió en La Feliz. "Cuando estábamos volviendo del boliche paramos en un semáforo y vimos que en un auto iba el Coco con las gafas oscuras. Nunca nadie quiso saber de dónde venía", cuenta el Flaco.
La exótica y agotadora gira siguió por destinos más convencionales. "Fuimos en bus a Roma a jugar un partido en un lugar que se llama Viterbo, y de ahí seguimos hasta Nantes en micro. Fue una cosa de locos, porque llegamos muertos", recuerda el Triunfador de Twitter y aclara: "En Francia jugamos porque el Vasco Olarticoechea había estado ahí un año y el club tenía que pagar parte de la operación". Todo muy Racing.
En su balance, el Flaco reconoce que la Supercopa "fue una alegría en medio de los 35 años de sequía". Según su mirada, "la base de ese equipo se formó en el segundo año de la B, porque en ese grupo había mística". Con nombres como los de Fillol, Fabri, Costas, Colombatti, Walter Fernández y Rubén Paz, el ex volante sostiene que "era mejor equipo que el campeón del 2014″.
Incluso Basile comparó a Lamadrid con el Chelo Díaz, por su funcionamiento entre los centrales. "El Coco es un gran tipo y siente mucho aprecio por aquel plantel. Ahora me echa la culpa del último video suyo que se viralizó, pero yo se lo había pedido a Alfito (hijo del Coco) para mandárselo a unos terraplanistas, nada más. Cuando lo subí a Twitter ya estaba circulando por WhatsApp", cierra el Flaco antes de fundirse en un abrazo con el técnico que ganó la Supercopa. Ambos son conscientes de la gesta, ya que fue el último título internacional que consiguió la Academia.
Un elixir @Alfio_Basile @Alfiobasilejr pic.twitter.com/5mhZ5mIIqv
— Hugo Lamadrid (@hugohlamadrid) March 13, 2019
Algunas postales de la exótica gira por Asia y Europa
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