Carlos Bilardo vivió un mediodía muy especial: el ex director técnico de la selección argentina, de 81 años, compartió un asado con varios de los futbolistas que hicieron posible la gesta del título en el Mundial de México 1986. El Doctor, que lucha contra el síndrome de Hakim-Adams y está internado desde mediados del año pasado, disfrutó de una de sus habituales salidas y almorzó junto a Oscar Ruggeri, Oscar Garré, Ricardo Giusti, Héctor Enrique, Nery Pumpido, Julio Olarticoechea y Carlos Tapia.
Fue el ex arquero de River y Unión el que hizo pública la instantánea del encuentro. "Qué lindo reencontrarnos todos con Carlos comiendo un asado", escribió en su cuenta de Twitter. El posteo recibió más de 200 RT y 1300 "Me gusta" y un sinfín de comentarios elogiosos para el plantel y, sobre todo, para el Narigón. Se trata de la primera foto consensuada de Bilardo luego de ser intervenido quirúrgicamente en junio del año pasado.
"Carlos está muy bien y nosotros estamos felices de estar con él y poder compartir un asado juntos", le contó a Infobae el Negro Enrique, todavía en la sobremesa, en la que desfilaron las anécdotas sobre los dos meses de convivencia del plantel antes y durante la última Copa del Mundo que conquistó Argentina. A lo largo del reencuentro, Bilardo se conmovió con sus ex pupilos, que todavía le tienen un respeto reverencial. "Estaba muy emocionado. Y feliz, como todos los que pudimos estar presentes", agregó Enrique, el autor del "pase" a Diego Maradona en el legendario segundo gol a Inglaterra, por los cuartos de final del Mundial.
Hasta el almuerzo masivo de hoy, los campeones del 86 se turnaban para visitarlo en la clínica, o se mantenían al tanto de su estado de salud a través Gloria, esposa del Doctor, Daniela (su hija) o Jorge (su hermano). Luego, viralizaban las noticias en el grupo de Wahtsapp que tienen los futbolistas. "Las veces que fui, hablamos de fútbol. Él ve mucho las ligas de Europa porque los partidos de acá lo aburren", contó Olarticoechea.
Esta vez, se dieron el lujo de reunirse. Siete de aquellos héroes y el conductor. El que por las noches, en la concentración del club América, en México, iba pieza por pieza de noche para saber cómo estaban sus dirigidos, o refrescar un concepto. El que a veces los hacía enojar con sus obsesiones. El que los llevó a la gloria. "Disfrutamos un momento muy lindo con un gran entrenador y una excelente persona. Es un padre para nosotros", concluyó Enrique.
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